Acampadas en soledad: la nueva moda de los viajeros solitarios

El año pasado nació una tendencia de lo más peculiar en cuanto a las acampadas y los viajes. El concepto de Glamping se acuñó para hablar de esas estancias en plena naturaleza que se realizan rodeados de lujos. Nada de tiendas de campaña ni sacos para dormir. Casas en mitad de parajes naturales con unas instalaciones y acabados de película, para fusionar calidad con comodidad, lujo y naturaleza.

Una de tantas modas que se van acuñando con el paso del tiempo para convertirse en otra opción más en el mundillo del viaje y las vacaciones, pero que ahora está dejando paso a algo completamente diferente. Ahora, la nueva moda no tiene que ver con los lujos o la falta de los mismos, sino con la compañía que se tiene al viajar.

Los viajeros solitarios aumentan en número, y eso está provocando la aparición de otra tendencia. Cada vez hay más personas apostando por acercarse a los entornos rurales en total soledad, acampando en solitario para disfrutar de una experiencia constructiva, desafiante en ocasiones y hasta espiritual.

Una especie de prueba a uno mismo que se está convirtiendo en toda una nueva tendencia para los que adoran viajar. Se prepara el equipo, se buscan tiendas en internet, donde puedes encontrar fácilmente webs donde te ayudan a elegir la mejor, se escoge destino, fechas y se decide partir. Es así de sencillo, y lo que se descubre es una experiencia completamente diferente a lo habitual. Una en la que solo hay dos protagonistas: la persona y la naturaleza.

Acampando en solitario para descubrir el mundo y descubrirse a uno mismo

El nacimiento de esta nueva moda es algo difícil de concretar, pero sí que hay ciertos aspectos que pueden haber influenciado en ello. Es un hecho que la sociedad cada vez se preocupa más por el cuidado de la naturaleza, como también que se ha disparado el interés por acercarse más a esta y alejarse de los bosques de asfalto, cemento y cristales.

Eso está haciendo que las ganas de lanzarse a realizar actividades al aire libre aumenten y que, de hecho, cada vez se busque más cualquier excusa para “ir al campo” y dejar en la ciudad el estrés y la rutina del día a día. El ser humano parece estar queriendo volver en parte a sus raíces, sobre todo por la saturación y el agobio que cada vez se refuerzan más en las grandes urbes.

Pero, ¿y el irse solo? Las acampadas son algo casi tan antiguo como las personas, pero hacerlas en solitario no es algo habitual. Siempre se va en compañía, con un grupo de amigos, con la pareja, con familiares… La idea de acampar siempre ha estado ligada a ir en grupo, pero parece que ya está dejando de ser así.

Irse solo de acampada es algo que se ve con más y más frecuencia y, de hecho, los vendedores de tiendas de campaña lo están notando en sus propios negocios. Las ventas de las tiendas más pequeñas, de las unipersonales, han aumentado considerablemente en los últimos años. De hecho, este ha sido uno de los principales indicativos del cambio.

El motivo de esta nueva tendencia tampoco se termina de concretar, pero esa necesidad de desconexión de la que hablábamos antes es uno de los principales artífices. Las personas buscan una válvula de escape para despejarse tras tantas y tantas jornadas en las ciudades. No solo de eso, quieren esa válvula de escape para todo, y para ello, no hay nada como estar solo.

Acampadas solitarias que sirven para moverse con total libertad por cualquier paraje natural, para aprovechar el silencio y reflexionar, hasta el punto de ser ideales para conocerse a uno mismo. Huelga decir que resultan mucho más económicas para el viajero, ya que los gastos se reducen a los de una sola persona; pero eso no es lo realmente importante, no es el motivo que empuja a ello.

Despertar y escuchar el canto de los pájaros, sentarse a ver una puesta de sol mientras se escucha el fluir del agua en un arroyo cercano. Todas esas cosas se disfrutan mucho más cuando uno solo tiene que preocuparse por sí mismo cuando está ahí fuera, cuando puede dar un largo paseo sin tener que pensar en otra cosa más que en disfrutar de lo que le rodea.

Un aire mucho más espiritual impregna a esto de acampar en solitario, uno que, quizá, esté ayudando a muchas personas a enfocar su día a día desde una perspectiva diferente. Resulta curioso, pero este creciente interés por estar rodeado de naturaleza deja claro que, en el fondo, las personas siguen teniendo ese instinto tan arraigado a sus orígenes. El bienestar y el relax que se consiguen en un entorno natural son inalcanzables en cualquier ciudad, por tranquila que sea.

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