La campaña estival en el yacimiento arqueológico de Los Casares se centra en delimitar totalmente la vivienda tardo-visigoda

Tras una década de intervenciones arqueológicas en Los Casares, en San Pedro Manrique, la campaña de este año tiene como objetivo concretar los dos cierres pendientes de la singular vivienda tardo-visigoda para poder darla por delimitada totalmente
Un momento de la visita al yacimiento

Tras una década de intervenciones arqueológicas en Los Casares, en San Pedro Manrique, la campaña de este año tiene como objetivo concretar los dos cierres pendientes de la singular vivienda tardo-visigoda para poder darla por delimitada totalmente, procediéndose entonces a la redacción de la memoria definitiva y su posterior publicación.

El delegado territorial, Manuel López, acompañado por el jefe del Servicio Territorial de Cultura, Carlos de la Casa, y el director del equipo científico, Eduardo Alfaro, ha visitado esta mañana el yacimiento de Los Casares, en San Pedro Manrique, en el que un equipo arqueológico está desarrollando la décima campaña estival de excavaciones.

También han asistido a la visita el alcalde de la localidad, Julián Martínez, y Carlos Martínez, presidente de la Fundación Raimundo del Rincón – Nicolasa Subirán, institución que avala el proyecto.

A lo largo de estos diez años de intervenciones en el yacimiento de Los Casares se han constatado y documentado importantes estructuras urbanas, tanto privadas como públicas de los tres momentos culturales que se suceden en el que fue el principal núcleo de población del valle del Linares soriano, antes de la aparición de la villa medieval de San Pedro Manrique: un oppidum celtibérico (la capital de una pequeña ciudad-estado), una urbs en época romana y un poblado tardo-visigodo/alto-medieval.

Durante los últimos cinco años, las intervenciones se han centrado en una singular vivienda de época tardo-visigoda (cronología proporcionada por radiocarbono, entre finales del siglo VII y el siglo VIII) cuya excavación y documentación se confía en completar durante la presente campaña.

Se trata de una excepcional vivienda por sus dimensiones y características, a lo que hay que sumar la importancia de su estudio, ya que de esta época apenas existen testimonios de la vida doméstica de sus gentes, mientras que sí hay un mayor conocimiento de los elementos funerarios y religiosos, como necrópolis o edificios, tanto en nuestra provincia como fuera de ella.

La campaña arqueológica de este año se ha planificado con el objetivo de concretar los dos cierres pendientes del edificio. Por un lado, se va a buscar el cierre del ala oriental, para el que se ha previsto una cata de cuatro por seis metros y en la que no se descarta la localización de alguna otra inhumación y, por otro, se ha planificado una segunda cata de diez por cuatro metros, en el sector meridional, para concretar el cierre sur y el patio. Si se cumplen las expectativas se podrá dar por delimitada totalmente la vivienda, procediéndose entonces a la redacción de la memoria definitiva para su publicación.

Aunque los trabajos fueron planificados para para cuatro años, la complejidad y dimensiones de la vivienda, así como la documentación de inhumaciones tanto en el interior de alguna estancia como en el espacio exterior inmediato, han generado la necesidad de ampliar en el tiempo unas excavaciones que sin duda van a ser referencia los próximos años en el territorio inmediato, tanto del Valle del Ebro como de la meseta.

La vivienda se estructura a lo largo de 200 metros cuadrados de planta formando un ángulo recto o “L” que acoge en su interior ocho estancias, tres de ellas con hogar, además de un corral o patio exterior empedrado de otros 60 metros cuadrados.

Además, en su interior se han encontrado materiales de una calidad, cantidad y condición que hacen pensar que se trata de un edificio que fue habitado por una amplia familia o grupo humano de cierto rango dentro de la estructura social del poblado: copas de vidrio, elementos de ajuar personal ‒hebilla de cinturón liriforme‒, armamento como puntas de flecha, dardos, abrojos, herramientas para el tratamiento de la madera o para el curtido de las pieles como chiflas, etc.

Incide en la importancia y singularidad de los niveles altomedievales de Los Casares la localización en las dos últimas campañas (2017 y 2018) de algunas inhumaciones dentro o inmediatas a la vivienda. Dos de ellas son infantiles y contemporáneas a la plenitud vital del edificio. Se localizaron bajo el suelo de una de las estancias, lo que aparentemente apunta a la pervivencia en la comarca de rituales y costumbres atestiguadas desde la protohistoria para estas muertes prematuras. Una tercera es un enterramiento múltiple, probablemente posterior a la vida del edificio pues los cuatro individuos atestiguados se entierran en el sector oriental de su estructura, cuando esta ya se había derrumbado.

Se trata de una inhumación que parece realizarse sin muchos miramientos, poco o nada ajustados al respeto y consideración que cabe esperar para con personas integradas y valoradas por la comunidad. Estas complejas y singulares inhumaciones, más una cuarta localizada en 2017, están en la actualidad en proceso de estudio.

Proyecto arqueológico ‘Idoubeda oros’

Por otro lado, continúa desarrollándose la actividad divulgativa del proyecto de investigación ‘Idoubeda oros’, del que es parte sustancial la intervención en Los Casares, en colaboración con el Ayuntamiento de Santa Cruz de Yanguas y la Asociación de Amigos de esta localidad.

El proyecto ‘Idoubeda oros’ ha organizado una exposición de estelas funerarias que puede contemplarse hasta el próximo 25 de agosto en el salón de exposiciones del Ayuntamiento de Santa Cruz de Yanguas.

 

Se trata de una excepcional reunión de piezas epigráficas y grabados, la mayoría de cronología altoimperial, todo ello localizado en Tierras Altas. Una inusual muestra de lo que fue un taller lapidario rural que trabajó en esta comarca soriana hace casi dos mil años.

La onomástica indígena que en estas estelas aparece está estimulando la revisión étnico lingüística tradicional de este sector de la serranía y su importancia para la investigación protohistóríca trasciende nuestra provincia y nuestra comunidad autónoma.

Este proyecto está avalado institucionalmente por la Fundación Raimundo del Rincón – Nicolasa Subirán, de San Pedro Manrique, y cuenta con el apoyo de la Junta de Castilla y León, la Mancomunidad de Tierras Altas y el Ayuntamiento de San Pedro Manrique, además de tener el aval científico de la Universidad de Valladolid.

Forma parte de la dirección técnica del proyecto, con Eduardo Alfaro, el codirector y arqueólogo Manuel Crespo. En los trabajos, que se desarrollarán hasta el próximo 25 de agosto, participan seis licenciados y alumnos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valladolid y la Universidad Autónoma de Madrid.

Estas investigaciones se llevan a cabo con el apoyo de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta, con un presupuesto de 4.477 euros destinados a la Fundación Raimundo del Rincón-Nicolasa Subirán, de San Pedro Manrique.