Un gran mural recuerda los tiempos en que Tejado araba con mulas la tierra

El arado representado es de vertedera similar a la giratoria, con pértiga, esteba y teja, las mulas llevan collera y yugo, no necesitaban ramales para ser dirigidas porque estaban educadas

Hace unos días que la villa de Tejado luce en una de sus fachadas un mural dedicado a la agricultura.

Rufo, el alcalde y promotor de esta iniciativa se puso en contacto con Kristian y Pilar, de Imperdible Estudio Creativo, y después de 52 años de que los tejaderos dejaran de lado los sistemas tradicionales vuelven a contemplar la escena que tanto remueve su memoria.

El arado representado es de vertedera similar a la giratoria, con pértiga, esteba y teja, las mulas llevan collera y yugo, no necesitaban ramales para ser dirigidas porque estaban educadas.

Los aperos de labranza de abuelos y tatarabuelos se han convertido en adornos para casas rurales y museos, como es el caso de esta localidad, en recuerdo de una época mucho más dura y difícil.

 

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Los tejaderos han querido rendir un pequeño homenaje a esos tipos de maquinaria agrícola aparentemente simples, pero que en su día fueron revolucionarios. Unos tipos de máquinas agrícolas feas en apariencia y sin apenas medidas de seguridad, pero recias, sólidas y tan duraderas que pasaban de generación en generación cumpliendo perfectamente su labor.

Todas las herramientas agrícolas son importantes, pero hay una que, sin duda, influyó decisivamente en la forma de obtener alimentos de la tierra: el arado.

El arado marcó un antes y un después en la historia de la agricultura por dos razones importantes: facilitó el duro trabajo de romper la tierra seca y helada y mejoró la cantidad y la calidad de los cultivos al penetrar más profundamente en el suelo y poder sembrar a mayor profundidad y fuera del alcance de los roedores, los pájaros, etc.

Los primeros arados eran muy rudimentarios, apenas unas ramas gruesas y puntiagudas que abrían surcos en la tierra empuñados por trabajadores del campo, pero en unos pocos cientos de años, entraron en escena los animales, bueyes, mulas y caballos, servía cualquier animal domesticado que tuviera la fuerza y la paciencia necesaria para trabajar de sol a sol ayudando al agricultor.

El invento agrícola de los romanos, el arado romano, mantuvo más o menos su innovador diseño hasta bien entrado el siglo XVIII, hasta que en 1730 se inventó el llamado arado Rotherham, un apero más triangular que aprovechaba mucho mejor la fuerza de tiro que se utilizaba por aquel entonces en Europa: el caballo.

Hoy en día el arado ha evolucionado y se ha reconvertido en diferentes máquinas que se adaptan a las necesidades del agricultor y les facilitan la tarea.

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