Una gélida noche es testigo de la pingada del Mayo en Quintanilla de Tres Barrios

Un año más Quintanilla de Tres Barrios vio pingado su mayo en la noche del 30 de abril, como viene siendo tradición. Tras tres décadas en el olvido, la gente de este pueblo volvió a rescatar el rito hace cuatro años y sigue firme en su decisión. Una tradición ancestral con análogas semejanzas a las del resto de los pueblos de Pinares, si bien esta población es una de las pocas que sigue celebrando el rito lejos del epicentro de esta costumbre. El mayo en este pueblo nunca ha sido pino sino un esbelto ejemplar de chopo elegido a conciencia.

Este año el paraje de procedencia sería el de la Estacada, hasta donde se desplazó un nutrido grupo de personas que procedieron a su tala para transportarlo acto seguido hasta la plaza, lugar de ubicación, en que se procedería a enclavar el árbol tras desmocharle las ramas para hacer menos accesible el reto a los valientes que deseen atreverse a trepar a lo alto de la copa para conseguir el señuelo, según costumbre, que suele ser una botella de licor o un surtido de frutas. Además del atrevimiento para trepar hasta lo alto, en tiempos pasados al tronco del árbol se le solía dar grasa para hacer aún menos accesible trepar por él. 

En medio de la expectación generada, soportando las inclemencias meteorológicas, el nutrido grupo de personas que participaron en la izada del árbol vieron conseguido su propósito no sin dificultades después de una hora, teniendo en cuenta que su ubicación genera cierto peligro por encontrarse cerca del tendido eléctrico.

Aquí permanecerá durante todo el mes de mayo como símbolo totémico de fecundidad, pues así se entiende el rito. En tiempos de mayor mocerío, al acabar el ciclo, estos volvían a despingarlo y a subastar el ejemplar, con cuyo dinero recaudado solían hacer una merienda. En este caso sería la parrillada inicial para reponer fuerzas la que tuvo lugar tras haber superado el reto de pingarlo, que no siempre resulta fácil conseguirlo debido a las inclemencias meteorológicas que suelen crear contratiempos.

Antiguamente la tradición del mayo quedaba en manos de los mozos, como otras muchas del calendario costumbrista, pero la mengua de población y más aún de solteros suficientes para empinarlo, hace que colabore todo aquel que desee sumarse al evento para conservar una tradición ancestral vinculada al pueblo.

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