Álvaro Palacios, uno de los grandes bodegueros del mundo, muestra sus vinos a los hosteleros de Soria

Alrededor de medio centenar de hosteleros sorianos acudieron en la tarde de ayer a la cata de vinos organizada por La Bodega de Pepe y El Fogón del Salvador y que contó con la presencia de uno de los grandes nombres de la vinicultura en España, el riojano Álvaro Palacios. Nacido en Alfaro en 1964 en una familia con gran tradición en el mundo del vino, su reconocimiento actual se basa en algo que emprendió en 1989: con 25 años, vendió su motocicleta y se instaló en la comarca tarraconense del Priorato, una zona de profundísima historia relacionada con los vinos pero que había caído en el olvido hace tiempo. Desde ahí y desde entonces, con "tropiezos", con pruebas, con tesón, con técnicas en algún caso artesanales y con gran visión de mercado, Álvaro Palacios logró ir creciendo hasta conseguir en 2015 ser nombrado 'Hombre del Año' de todo el mundo por la revista especializada 'Decanter'.

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Ahora, Palacios tiene tres bodegas en tres Denominaciones de Origen: Palacios Remondo en Alfaro en La Rioja (heredera de su familia), Descendientes de J. Palacios en Corullón en El Bierzo (con su sobrino Ricardo, que se marchó allí como años antes su tío había marchado al Priorato) y Álvaro Palacios en Gratallops en El Priorato (su obra). La Rioja y Priorat son las dos únicas D.O. de España que tienen el adjetivo de Calificada, con controles mucho más estrictos.

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En la cata de ayer, los asistentes probaron un total de diez vinos. Tres fueron de su bodega riojana: Plácet de Valtomellosos 2014, La Montesa 2014 y Propiedad 2012. Tres vinieron de tierras bercianas: Pétalos del Bierzo 2015, Villa de Corullón 2014 y Las Lamas 2014. Los otros cuatro son catalanes, siempre de sus bodegas: Camins del Priorat 2015, Les Terrasses 2015 (Velles Vinyes), Gratallops 2014 (Vi de Vila) y L'Ermita 2014. Este último es su gran creación, uno de los mascarones de proa de los vinos de altísima calidad en España con precios por botella de varios centenares de euros.

La cata, que tenía una duración prevista de dos horas, se extendió finalmente hasta las tres, de 19.30 a 22.30. Palacios comenzó haciendo una introducción de su historia familiar, personal y académica para ayudar a comprender la tradición heredada y su pasión por los grandes vinos, sin olvidarse de "los grandes volúmenes, porque al fin y al cabo a los riojanos nos gusta la marcha". De los vinos catados ayer, algunos son de producción escasa pero de otros lanza y vende hasta 350.000 botellas... y porque no pueden hacer más de momento. Estos últimos son los llamados 'early drinking wines', vinos de rápido-temprano consumo, según una denominación que escuchó hace unos días en Singapur y que la parece muy acertada.

Durante la cata, Álvaro Palacios fue citando algunas de las múltiples variables que intervienen en un vino: altitud, horas de sol, humedad, orientación, tipo de suelo, la climatología cambiante... A ellas, contra las que nada puede hacer el bodeguero, se suman el tipo de uva, la forma de las viñas, su tratamiento, el momento de la recogida, el tiempo en barrica y tantas cosas más. Palacios lleva trabajando algunas décadas en adecuar estas segundas variables a las primeras. Primero, para hacer rentables sus negocios. Segundo, para poner su sello en vinos de primera calidad mundial, con elevadísimas puntuaciones Peñín y Parker.

Palacios hizo hincapié varias veces en una de sus grandes obsesiones vitivinícolas: hacer en cada lugar el mejor vino posible de ese lugar. Ello empieza por darle una gran importancia a las denominaciones de sus vinos, que siempre (al menos los diez de ayer) hacen referencia a lugares, a 'sus' lugares. Hay nombres más genéricos (Pétalos del Bierzo, Camins del Priorat). Son vinos que requieren la colaboración de los viticultores de la zona (recordando la herencia española de siglos donde cada casa era una bodega, algo que en el mundo solo se conserva en La Borgoña francesa), que aportan sus uvas para poder hacer volúmenes de cierta importancia.

Otros nombres, sin embargo, son mucho más concretos (Las Lamas, L'Ermita). Esos nombres son los mismos de los lugares en los que se encuentran los viñedos que dan origen a unos vinos que no tienen ni una sola uva de fuera de esos lugares. Son lugares tocados de un modo especial por la mano de la Naturaleza, en terrenos relativamente agrestes pero con unas condiciones óptimas para la elaboración de grandes vinos, especialmente L'Ermita.

Con sus palabras de ayer, acompañadas siempre por fotografías y gráficos, Palacios narró su continua búsqueda para conseguir el aprovechamiento de esas condiciones de los terrenos, una búsqueda que ya ha dado grandes resultados como se pudo catar ayer.

Tras la cata, en el mismo Fogón del Salvador, los asistentes degustaron una cena acompañada por los mismos vinos que participaron en la cata y por algunos otros, también de las bodegas de este riojano de 1964.

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