Las críticas del Otoño Musical Soriano

Por Soledad Atienza

Música antigua, centenarios y clausura de lujo

La última semana de conciertos de la XXIV Edición del Otoño Musical Soriano se centró en la Música Antigua y concluyó con el homenaje a Pedro Iturralde. Tanto el domingo 25 como el lunes 26 de septiembre hubo presencia de sorianos en el Festival, ya que el día 25 fue el turno del burgense Jesús Gonzalo, a la espineta, y de la musicóloga soriana Sonia Gonzalo Delgado, como conferenciante, en otro de los aniversarios que se conmemoraban en este año, el 450º de la muerte de Antonio de Cabezón, y que tuvo lugar en la iglesia de San Juan de Rabanera.

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En esta velada se repasaron algunas de las partituras del compositor burgalés en la que, tanto la ambientación del templo, con una iluminación tenue que dejaba como único centro de atención a la espineta, como las indicaciones y aclaraciones de ambos profesionales, consiguieron trasladar a los presentes a la época de Cabezón.

Otro viaje en el tiempo fue el que propuso el grupo soriano Stella Splendens, en su concierto didáctico para escolares de E.S.O. y Bachillerato, que tuvo lugar el lunes 26 de septiembre, titulado Fernando el Católico: Luces y sombras en el tiempo del primer gran rey renacentista en España, con composiciones del Renacimiento español, y del período de reinado de los Reyes Católicos, en el que la efeméride a recordar fue el V centenario de la muerte de este monarca. Barrokino fue el breve espectáculo dedicado a los más pequeños el miércoles 28, con una propuesta didáctica para niños de entre 2 y 6 años, pero que no llegó a convencer a los no muy numerosos asistentes, niños y adultos.

El plato fuerte en cuanto a la Música Antigua fue La Tempestad, bajo la dirección de la clavecinista Silvia Márquez, el martes 27 en el Aula Magna “Tirso de Molina”, con el programa “Felice e dolente”. Melodía y voz en el universo de Domenico Scarlatti. Los melómanos, que casi llenaban la sala del antiguo Convento de la Merced, pudieron trasladarse, en poco más de una hora de duración, y con un formato de concierto sin descanso, en el que se alternaba música puramente instrumental con la voz de la soprano María Eugenia Boix, a la época del compositor napolitano a través de sus partituras, así como con las de Johann Adolph Hasse, y con las del murciano Juan Oliver y Astorga (1733-1830), figura trascendente en el clasicismo musical español y no demasiado conocido.

La interpretación destacó por la gran expresividad de sus componentes, perfectamente coordinados, en un espacio idóneo para este tipo de repertorio como es el “Aula Magna”. Con una buena entrada en la Sala, los espectadores, que cada vez son más respetuosos con los profesionales que están sobre el escenario a la hora de, por ejemplo, comerse un caramelo y evitar el desagradable ruido que emite su envoltorio, premiaron a los integrantes de esta agrupación con unos calurosos aplausos, correspondidos con un bis de Juan Oliver y Astorga, en el que, como anécdota, el violonchelista tuvo que tocar sin la primera cuerda del instrumento, puesto que se rompió al final de la última obra programada. Esta actuación dejó con buen sabor de boca al público y a la espera de volver a escuchar Música Antigua en el próximo Otoño Musical Soriano.

La clausura de esta Edición tuvo lugar el jueves 29 con un concierto pensado al estilo de una sesión de jazz en el que participaron tres ensembles, con la figura de Pedro Iturralde como nexo entre todos ellos, y con saxofón y clarinete como instrumentos protagonistas.

La tarde musical se inició con un preconcierto del Grupo de Saxofones de la Banda Municipal de Música de Soria a las 19:45 en los porches del Palacio de la Audiencia, con un programa compuesto íntegramente por composiciones del homenajeado, preámbulo perfecto para lo que iba a llegar a continuación. Intervino en primer lugar el cuarteto Barcelona Clarinet Players y seguidamente el Neos Dúo, para dar paso al Pedro Iturralde Quartet, todos ellos con obras del propio Iturralde. La media hora aproximada de participación en esta velada del cuarteto de clarinetes fue espectacular, tanto estilística como técnicamente, mientras que el dúo de saxofón y piano realizó una interpretación casi virtuosística por parte del saxofonista, Juan Manuel Jiménez Alba, pero que quedó deslucida por la desafinación en algunos pasajes.

Finalmente, llegó el turno del gran Pedro Iturralde, que a sus 87 años deleitó a los presentes en la sala “Odón Alonso” con un magnífico recital, tanto en lo musical como en lo personal, plagado de anécdotas, dada su extensa trayectoria sobre los escenarios de medio mundo, todo ello marcado por su carácter afable y tranquilo. Sus acompañantes en este cuarteto mostraron que están a la altura de este Maestro con diversos solos en los que, tanto los aficionados más versados como los más profanos disfrutaron de esta gran fiesta de la música en la que, como única pega se le puede achacar una duración excesiva al participar los tres conjuntos.

Así se cerró esta XXIV Edición del Otoño Musical Soriano ya con la mente en su primer cuarto de siglo en 2017, en el que seguro habrá sorpresas, además de los ya clásicos y asiduos de este Festival que, como en años anteriores se ha caracterizado por su variedad, para llegar al mayor número posible de sectores de público, desde la Música Antigua, pasando por el flamenco hasta el jazz, como por su calidad, con algunos de los solistas y agrupaciones más prestigiosos y reconocidos a nivel internacional. Un año más, aprovechamos estas líneas para dar la enhorabuena a su Director, José Manuel Aceña, y recordar a nuestro querido Odón Alonso, sin el cual, nada de esto habría sido posible. Como despedida, no olviden que “La música humana es la armonía que debería conocer todo aquel que aspire a la contemplación de su ser” (Gioseffo Zarlino).

Lírica Popular: Orfeón Donostiarra y Gardel Mediterráneo

Los dos conciertos con un repertorio más popular fueron los ofrecidos por el Orfeón Donostiarra y el titulado Gardel Mediterráneo, con el tenor José Manuel Zapata al frente, el viernes 23 y el sábado 24, respectivamente. En el primero de ellos, el Orfeón Donostiarra, bajo la batuta de José Antonio Sainz Alfaro, y con Patxi Aizpiri Múgica como pianista acompañante, interpretó conocidos fragmentos de zarzuelas y de óperas de compositores italianos, como Va pensiero, coro de esclavos hebreos de Nabucco, de Giuseppe Verdi, en la primera parte, mientras que en la segunda, se eligieron piezas de la tradición popular como el tango El día que me quieras, de Carlos Gardel, o Adelita, de Ramón Noble.

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El director de la agrupación, Sainz Alfaro, se mantuvo cercano al público y bromeó, incluso cuando un bajo se equivocó con una entrada antes de tiempo en un pasaje comprometido en Gli arredi festivi, también de la ópera Nabucco, y posteriormente le hizo salir a saludar argumentando que ni el propio Orfeón es perfecto. En el Vals del Caballero de Gracia de La Gran Vía, de Federico Chueca sí que hubo un bajo solista que conquistó al auditorio, el mismo que en el Hallelujah de Leonard Cohen, segundo de los bises con el que el Orfeón Donostiarra correspondió a la ovación de los asistentes que llenaban la sala “Odón Alonso”.

Lo más destacable de la agrupación coral fue su sonoridad compacta, siempre con una gran proyección vocal, con la realización de una gran variedad de matices, desde los más sutiles a los más fuertes, perfectamente afinados y timbrados. A pesar de tratarse de una de las corales con más prestigio de nuestro país, el Orfeón Donostiarra prefirió en esta visita a Soria la elección de estas partituras que, quizá, tan sólo permitieron demostrar a sus componentes un registro más comercial, en el sentido de piezas más conocidas y accesibles a un mayor porcentaje de público, como se pudo comprobar con el éxito de esta interpretación y que como colofón, en la línea de proximidad y familiaridad, el primero de los dos bises fue un popurrí de anuncios televisivos que arrancó la carcajada, nostálgica o no, de los presentes.

El segundo de estos conciertos líricos fue el que en la tarde del sábado 24 conmemoraba el 80 aniversario de la muerte del compositor argentino Carlos Gardel con un espectáculo titulado Gardel Mediterráneo, brindado por el tenor José Manuel Zapata, Claudio Constantini al bandoneón y al piano, y Juan Francisco Padilla a la guitarra. Las partituras por las que se optó en este caso fueron en su mayoría composiciones de Gardel, así como otros temas y canciones del repertorio popular napolitano, como Torna a Sorrento, de los hermanos Ernesto y Gian Battista de Curtis, lo que permitió al tenor exponer su dominio de estos dos estilos, el de los tangos y el más lírico. A solo, guitarra y bandoneón interpretaron las tres primeras piezas de Historia del tango: Bordel 1900, Café 1930Night Club 1960, de Astor Piazzolla, en un arreglo de los propios intérpretes, ya que la versión original es para flauta y guitarra.

Aun con un aforo de algo más de media entrada, la simpatía de Zapata no decreció y se mostró entusiasmado con el público, además de ser él quien explicó las obras del programa, así como las variaciones en éste. En la parte musical, el tenor no dio todo lo que cabría esperarse de una figura de su talla, puesto que en su actuación hubo momentos en los que tanto la proyección vocal como la nitidez no fueron los mejores, perjudicado sin duda por la mala ecualización del micrófono de la guitarra, con un sonido no demasiado bueno y metálico, que en ocasiones estaba sobre la voz. No obstante, los asistentes premiaron a los integrantes de este trío con calurosos aplausos y como bises se interpretaron Garganta con Arena, de Cacho Castaña, y la conocida O sole mio, de Eduardo di Capua y letra de Giovanni Capurro.

Los contrastes de la Oscyl

Generalmente, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León es una agrupación que nos tiene acostumbrados a los contrastes y a la irregularidad en sus participaciones en el Otoño Musical, y en esta XXIV Edición no ha sido de otra manera. Bajo la dirección de George Pehlivanian, el pasado jueves 22 el concierto dio comienzo con la obertura de Sueño de una noche de verano, Op. 21, de Félix Mendelssohn, y fue técnicamente uno de los mejores momentos, especialmente en la cuerda, con los motivos de mayor velocidad correctos y afinados. En cuanto a la sección de viento, como en su anterior intervención, fue un bloque perfectamente cohesionado a lo largo de toda la actuación, de nuevo con el soriano Ignacio de Nicolás como primer flauta.

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La siguiente obra en programa fue el Concierto para trompeta y orquesta en Mi bemol mayor, Hob. 7e/1, de Joseph Haydn, con el solista Manuel Blanco en la que fue una contundente demostración técnica de los recursos y cualidades del instrumento. Por el contrario, la plantilla orquestal reducida en la cuerda a 9 violines primeros, 8 segundos, 6 violas, 4 violoncellos y 2 contrabajos, estuvo insípida, un tanto apática, sin duda dejando todo el protagonismo al solista. Manuel Blanco recibió una gran ovación y como bis deleitó a los asistentes con Oblivion de Ástor Piazzolla, propina habitual del trompetista de Daimiel, con fliscorno en lugar de trompeta, acompañado por las sección de cuerda que continuó en la misma línea de la partitura de Haydn.

La versión de memoria que ofreció Pehlivanian de la Sinfonía nº 5 en Do menor, op. 67, de Ludwig Van Beethoven, no terminó de convencer al público más experto, con algunos instantes grandiosos y otros no tanto, con una adaptación del estilo no demasiado historicista, al igual que en las restantes piezas, a pesar de emplearse trompetas vienesas y timbales históricos, éstos tan sólo en la primera parte cuando bien podrían haber sido usados también en la segunda. No obstante, la familiaridad de los componentes de la OSCyL con esta sinfonía de Beethoven permitió a los asistentes a este concierto contemplar las dos caras de la moneda, puesto que dominar una partitura, también conlleva luchar contra vicios adquiridos en la interpretación de la misma.

Como bis, sonó en la sala “Odón Alonso” la Danza Húngara nº 1 de Johannes Brahms, en la que, como anécdota, ante la ausencia de otro percusionista que el solista de timbales, el triángulo lo tocó el tuba. La siguiente ocasión en la que nos visite la Orquesta Sinfónica de Castilla y León será en 2017, año en el que celebra su 25º aniversario, al igual que el Otoño Musical Soriano.

Música y expresión: Trío Lorca

El concierto del Trío Lorca el martes por la tarde fue una excelente exhibición musical, quizá una de las actuaciones más brillantes en esta XXIV Edición del Festival. En programa, en la primera parte, los dos primeros movimientos, Adagio y Vivace, del Trío con piano nº 22 en La mayor, Hob. XV:9, de Joseph Haydn, y el Trío para violín, violoncello y piano nº 1 en Re menor, Op. 49, de Félix Mendelssohn, y, en la segunda, Slowly… in mist, para violín, violoncello y piano, de Josep María Guix, y el Trío para violín, violoncello y piano nº 2 en Mi menor, Op. 67, de Dimitri Shostakovich.

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Las tres integrantes de esta agrupación, Elena Rey al violín, Erica Wise al violoncello y Elena Rodiles al piano, llevaron la expresividad hasta elevadas cotas en lo que pareció ser un único instrumento. Los diferentes pasajes caminaban entre violín, cello y piano sin perder la sensación de continuidad entre ellos en ningún momento. La concepción de la música para las tres intérpretes fue sólo una y única, con lo que demostraron que se entienden a la perfección y por qué este Trío está recibiendo tantos reconocimientos en la actualidad. Técnicamente, las tres fueron sublimes, pero hay que destacar su musicalidad y empatía con el público, puesto que lograron que los asistentes compartieran las sensaciones que ellas experimentaban, entre unos melómanos más en silencio que de costumbre.

Los diversos estilos de cada una de estas obras se desarrollaron de forma espectacular, desde el Clasicismo más puro de Haydn, pasando por el Romanticismo de Mendelssohn, el delicado y sutil minimalismo de Guix o la intensidad e incluso desazón del trío de Shostakovich. Tras una larga tanda de aplausos, como bis interpretaron el Intermezzo de la ópera Goyescas, de Enrique Granados, en versión para esta formación del violoncellista Gaspar Cassadó, en la que sobresalieron por su fuerza interpretativa y sus cualidades para imitar a los diferentes instrumentos de la orquesta, con una perfecta afinación.

El público, que en esta ocasión sí que llenaba el Aula Magna “Tirso de Molina”, despidió a este grupo de cámara en pie, sin duda una de las más gratas sorpresas de la presente Edición y ojalá no sea la última, ni tampoco su última visita a nuestros auditorios.

Anne Sofie Von Otter en Soria

El recital de Anne Sophie von Otter el pasado sábado fue una magistral lección interpretativa, aun con la fría y desapacible tarde que pareció contagiar a los no muy numerosos asistentes a esta cita, única sin duda en la ciudad de Soria debido al prestigio de la mezzosoprano sueca. A pesar de lo indicado en el programa de mano, debido a circunstancias de última hora, fue una pena no poder escuchar al pianista sudafricano Kristian Bezuidenhout, sino que en su lugar fue Anders Kilström quien acompañó a la mezzosoprano, lo que lógicamente conllevó algunas variaciones en el repertorio a priori elegido.

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De este modo, el concierto dio comienzo con los lieder de Wolfgang Amadeus Mozart Komm, liebe Zither, komm (Ven, querida cítara, ven), K. 351, Als Luise die Briefe ihres ungetreuen Liebhabers verbrannte (Mientras Luisa quemaba las cartas de su infiel amante), K. 520, Abendempfindung (Sentimiento nocturno), K. 523, y An Chloe (Para Chloe), K. 524, seguidos del Allegro maestoso de la Sonata en La menor K. 310 para piano solo, cerrándose la primera parte con la cantata Ariadna a Naxos, Hob. XXVIb/2, de Joseph Haydn. La segunda parte se abrió con tres canciones suecas de Adolf Fredrik Linblad: En sommardag (Un día de verano), Svanvits sáng (Canto del cisne blanco) y En ung flickas morgonbetraktelse (Reflexiones matutinas de una doncella), continuó con los cuatro lieder de Franz Schubert programados Im Frühling (En Primavera), D. 882, Die Forelle (La trucha), D. 550, Im Abendrot (Al anochecer), D. 799 y An Silvia (Para Silvia), D. 891. Posteriormente, Kilström interpretó los números 3 y 5 de Moments Musicaux Op. 94 (D. 780) para piano solo también de Schubert, para concluir con las piezas de Robert Schumann “Widmung” (Dedicación), de Myrthen (Mirtos), Op. 25, nº 1, “Die Lotosblume” (Flor de Loto), de Myrthen, Op. 25 nº 7, “Hör ich das Liedchen klingen” (Oigo la pequeña canción), de Dichterliebe (Amor del poeta), Op. 48, nº 10 y finalmente “Frühlingsnacht” (Noche de Primavera), de Liederkreis (Ciclo de canciones), Op. 39.

La variedad de estilos elegidos, permitió a Von Otter dar muestra de su versatilidad, con roles diversos desde Clasicismo y Romanticismo, en las partituras de Mozart, Haydn, Schubert, Schumann o Strauss, hasta las tres canciones escogidas del compositor sueco Linblad, con las que puso de manifiesto su simpatía e interacción con los allí presentes, con quienes bromeó mientras explicaba y traducía estas obras, disfrutando sobre todo en la última de ellas, En ung flickas morgonbetraktelse. Ante los insistentes aplausos del selecto público, se interpretaron dos bises, otra pieza de Adolf Fredrik Linblad, Man tro, jo jo: Man tro? Jo, jo! (¿Quizá?, sí, sí: ¿Quizá? ¡Si, sí!), y otra en español, Noche azul del compositor cubano Ernesto Lecuona (1895-1963).

Anne Sofie Von Otter demostró que es una gran intérprete, con un amplio registro, tanto vocal como dramático, en una extensa diversidad estilística, desde el Barroco hasta papeles actuales, aunque no pudiera escucharse el sábado el repertorio Barroco programado en origen; no obstante, para paliar este hecho, cantó Ariadna a Naxos procedente de la tradición barroca, tanto musicalmente como continuación con la temática mitológica tan típica de este periodo.

El público de la sala “Odón Alonso” tuvo la ocasión única de disfrutar de las cualidades vocales de la mezzosoprano sueca, desde los piano más sutiles a los forte más dramáticos, con su timbre aterciopelado y dulce, a la par que rotundo y con carácter. Generalmente, a los grandes artistas, además de por sus dotes musicales se les distingue por su trato cercano y cordial y, sin lugar a dudas, Anne Sofie Von Otter se encuentra entre éstos.

Conciertos de centenarios

La Orquesta Sinfónica de Castilla y León, bajo la batuta de José Rafael Pascual-Vilaplana, ofreció en la tarde del viernes el primero de los dos conciertos que la va a traer a Soria en esta XXIV Edición del OMS. Era éste un concierto de aniversarios, puesto que con las partituras elegidas se conmemoraban varios centenarios: el del estreno de Noches en los Jardines de España, de Manuel de Falla, el de la muerte de Enrique Granados, el del nacimiento de Alberto Ginastera, de ahí la elección para este programa de la Suite Orquestal nº 1 de Goyescas y de la Suite Estancia, respectivamente, y el día de México con Huapango de José Pablo Moncayo.

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El concierto comenzó con Huapango, composición de José Pablo Moncayo basada en temas del folclore mexicano con el que se recordó el día del país. Fue en esta pieza en la que se produjeron los mayores desajustes orquestales con algunas entradas imprecisas de las diferentes secciones. La primera parte se centró en Noches en los Jardines de España con el joven solista sevillano Juan Pérez Floristán, ganador del Primer Premio y del Premio del Público en el Concurso Internacional de Piano “Paloma O’Shea” de Santander en 2015. Realizó una interpretación espectacular de la partitura de Falla, de memoria, que se caracterizó por su musicalidad, sentimiento puro, poniendo de manifiesto un carácter de gran sensibilidad y cercanía con el público. De este modo, con esta obra del repertorio de culto para piano en nuestro país, el solista demostró un gran control del instrumento, al igual que en los dos bises que brindó a los espectadores de Alberto Ginastera, pertenecientes a sus Danzas Argentinas, op. 2; la nº 3, Danza del Gaucho Matrero, un malambo, y la nº 2, Danza de la moza donosa, más lírica y cantábile. Auguramos a este joven pianista una carrera llena de éxitos.

La segunda parte fue la dedicada a las obras de Granados y Ginastera. Tanto la Suite nº 1 de Goyescas, en su versión para orquesta de Albert Guinovart, como la Suite Estancia dejaron los mejores momentos orquestales de la tarde, sobre todo en los solistas de viento madera, en los que brilló la cuerda de flautas, con el soriano Ignacio de Nicolás como solista, oboe y corno inglés, así como trompas, trompetas y concertino.

El valenciano José Rafael Pascual-Vilaplana supo transmitir a sus músicos la vitalidad, dinamismo y alegría de estas composiciones con las que, tanto el Director como los miembros de la OSCyL, parecieron disfrutar de este repertorio con tanta carga simbólica por las efemérides rememoradas.

Entre el mestizaje del flamenco y la música antigua

Alrededor de hora y veinte minutos duró el espectáculo del jueves “Las idas y las vueltas: Músicas Mestizas”, realización conjunta de Accademia del Piacere , bajo la dirección del violagambista Fahmi Alqhai, junto al Cantaor Arcángel y a la bailaora Patricia Guerrero. Arcángel y Alqhai expusieron este proyecto, que lleva en los escenarios desde 2010, y agradecieron tanto a la organización como al público su acogida. Lo más característico de esta original propuesta es la fusión, el mestizaje y el intercambio de ideas del flamenco con la música renacentista y barroca española y colonial, pero siempre desde el respeto y el profundo conocimiento de estos géneros que pueden parecer tan lejanos, tanto en el tiempo como en su concepción, pero que, como se demostró en la tarde del jueves, no lo están, ya que la improvisación y la ornamentación libres son comunes a ambos, esa cierta libertad interpretativa es su principal nexo de unión.

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Técnicamente, la interpretación de los tres violagambistas fue extraordinaria, destacando en las introducciones de las tres diferentes partes que componían el programa en las que brillaron ante la ausencia de la voz. En cuanto a la percusión, estuvo presente en todo momento, ya que es difícil concebir estos estilos sin ritmo, al igual que la guitarra, también magistral tanto en sus partes solistas como en el acompañamiento a Arcángel. Mención aparte merecen sin duda cantaor y bailaora, unidos por el sentimiento del cante jondo y su expresión, de igual modo en los palos flamencos que en su adaptación de las obras renacentistas y barrocas.

El programa estaba dividido en tres partes: “Las tierras y las raíces”, “Músicas Mestizas” y “Las danzas”. En cada una de éstas, las transiciones entre las distintas piezas que lo conformaban, estaban concebidas a modo de una sola composición, además de contar con iluminación diferente en cada una de ellas para ambientarlas. Las secciones se estructuraron de igual forma; en primer lugar, una introducción instrumental con los temas de Música Antigua tratados de la forma más pura, seguidos del protagonismo de las admirables cualidades de la voz de Arcángel, para concluir con el espectacular arte de Patricia Guerrero sobre las tablas que en cada una de sus intervenciones eclipsó a sus compañeros.

Con la longevidad de este espectáculo, que ya le valió el Premio Giraldillo en 2012 a la Mejor Música de la Bienal de Flamenco de Sevilla, al igual que el de mejor Artista Revelación a Patricia Guerrero, los integrantes de esta agrupación dan muestra de que disfrutan con lo que hacen, de que se entienden a la perfección y así se lo trasmiten a su público. Fue un concierto ameno y entretenido en todo momento, debido a la gran variedad, originada en la unión entre ambos géneros que no permitía la más mínima desconexión, puesto que siempre había algo en lo que fijar la atención, una grata y sorprendente combinación entre la innovación y la investigación de la Música Antigua y el Flamenco y su resultado común.

Recital de Tania Lorenzo (13-9-2016)

La soprano canaria Tania Lorenzo ofreció un magnífico recital en la tarde del martes. Aun con su juventud demostró por qué resultó vencedora del Primer Premio en el III Concurso Internacional de Canto “Un Futuro DeArte”. Su proyección vocal, unida a su timbre y a su habilidad para el cambio de registro, así como su potencia y facilidad en el registro agudo, le sirvieron para encandilar al público que asistió a este nuevo concierto en el Aula Magna “Tirso de Molina”.

En la primera parte, integrada por obras de Claude Debussy, Reynaldo Hahn, Robert Schumann y Richard Strauss, sobresalieron sus dotes de soprano lírica, en contraste con el comienzo de la segunda parte, con las dos primeras arias, de Gaetano Donizetti la primera, al igual que con la de Wolfgang Amadeus Mozart, piezas con un virtuosismo casi propio de una soprano ligera, para volver al romanticismo y al lirismo de la mano de Gioachino Rossini y Giuseppe Verdi, tras el vals Kuusi, para piano solo, de Jean Sibelius, la quinta pieza de su Op. 75, bella partitura sobre los árboles característicos de Finlandia, interpretada magistralmente por Nauzet Mederos, para finalizar con Salida de Cecilia, abanico en mano, de la zarzuela Cecilia Valdés, del cubano Gonzalo Roig, cuya parte final, “La danza a mí me fascina, soy bailando la mejor” volvió a interpretarse y sirvió de bis tras los calurosos aplausos de los asistentes a este recital.

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Además de sus cualidades musicales, Tania Lorenzo destacó por su capacidad interpretativa, lo que le permitió adaptarse con total versatilidad al repertorio, escenificando en la medida de lo posible cada una de las composiciones elegidas para esta actuación. En cuanto a Nauzet Mederos, realizó una gran labor como acompañante, cediendo todo el protagonismo a su alumna, salvo en la citada Kuusi de Sibelius.

Este formato de concierto de poco más de una hora parece idóneo, puesto que resulta ameno para el público menos acostumbrado a los recitales líricos. Es una pena que no se responda de forma más mayoritaria a estos eventos, ya que no son muy numerosos los asistentes a pesar de las figuras que nos visitan.

Joven Orquesta Sinfónica de Soria (11-9-2016)

El domingo 11 por la tarde llegó el turno de la Joven Orquesta Sinfónica de Soria. El programa se componía de obras de autores rusos, como suele ser habitual, dado que su Director Titular, Borja Quintas, se formó en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú y conoce esta música a la perfección. El concierto comenzó con la obertura de la ópera El príncipe Igor, de Alexander Borodin, y continuó con el estreno en Europa del Concierto para violín y orquesta de Kuzma Bodrov, con Nikita Boriso-Glebsky como solista. En la segunda parte se interpretó la 6ª Sinfonía en si menor “Patética” de Piotr Ilich Tchaikosvky.

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La calidad de la JOSS sigue la trayectoria in crescendo de los últimos años; destacaron los solistas individualmente, especialmente en clarinetes, trombones y percusión, si bien, los integrantes de la orquesta cumplieron su papel y solventaron las dificultades técnicas que pudieron surgir en algunos momentos. Sin olvidar que se trata de una orquesta joven, las mayores carencias que se pudieron percibir se originaron en lo que a fuerza expresiva, por un lado, y a unión, como un todo homogéneo, por otro, se refiere, puesto que las transiciones de una a otra familia de instrumentos fue de lo más pobre de la actuación, dando la sensación en ocasiones de ser fragmentos independientes y no un conjunto que generase la pieza o movimiento. Los balances sonoros en general estuvieron bien equilibrados a pesar de que en algún momento de máxima dinámica llegara a saturar el sonido o que, en el caso del concierto para violín, quedase el solista encubierto entre la maraña orquestal.

Sin lugar a dudas, el plato fuerte fue el solista Nikita Boriso-Glebsky, quien realizó una espectacular y virtuosística lectura de la partitura del Concierto para violín y orquesta a él dedicada en 2004 por Kuzma Bodrov, que se encontraba entre el público. La obra, intelectual y densa, requería de una gran madurez interpretativa también para la orquesta, que cumplió los requisitos correctamente, dejando toda la brillantez para el solista a quien ojalá podamos volver a escuchar próximamente. Deseamos a la JOSS que continúe con esta evolución de los últimos años, tanto en lo musical como en la presencia y el saber estar de los jóvenes intérpretes en el escenario.

De Bandas de Música (10-9-2016)

En la tarde del sábado se celebró el segundo concierto de esta nueva edición del OMS con el joven Maestro soriano Carlos Garcés al frente de alrededor de 140 músicos pertenecientes a la Banda Sinfónica de la Sociedad Musical Instructiva “Santa Cecilia” de Cullera, de la que es su Director Titular desde 2014.

El programa estaba integrado por el pasodoble Las Arenas, de Manuel Morales, el poema sinfónico La Isla de la Luz, de José Alberto Pina, el pasodoble Paquita y Nieves, de Rafael Talens, y El jardín de Hera, de José Suñer-Oriola, todos ellos compositores valencianos excepto José Alberto Pina, nacido en Cartagena.

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Los asistentes al Auditorio Odón Alonso pudieron disfrutar de la música para banda con unos volúmenes perfectamente nivelados. Los contrastes entre las partes más delicadas y en matiz piano, sobre todo teniendo en cuenta el número de intérpretes, con los forte de la gran masa sonora sobre el escenario, no estuvieron desequilibrados en ningún momento, al igual que la afinación, que fue siempre correcta. Por otro lado, la agrupación se adaptó a la perfección a los efectos electroacústicos de La Isla de la Luz, tarea nada fácil, ya que se trata de un laborioso trabajo de ensamblaje de una grabación con la música en directo. No obstante, la única parte negativa se produjo en el volumen de estos efectos, puesto que se percibió un tanto elevado desde algunas localidades del Auditorio, lo que no permitió escuchar con total nitidez a la agrupación.

Gracias a la presencia de José Alberto Pina y José Suñer-Oriola, Garcés hizo un planteamiento didáctico del concierto, ya que fueron los propios compositores quienes explicaron sus obras al auditorio mientras se interpretaban los leitmotiv principales de cada una de ellas antes de ambas partituras al completo.

El público, que una vez más llenó la Audiencia, y que además hace varias ediciones que no escuchaba una banda sinfónica en el OMS, ovacionó a Carlos Garcés y a su formación y, como no podía ser de otra forma, se interpretaron dos bises; en primer lugar el conocido pasodoble Tercio de Quites, de Rafael Talens, compositor vinculado a esta banda desde su infancia, y nuestra A la Compra, con los que Garcés conquistó al público, como ya hemos podido comprobar en tantas otras ocasiones.

Fue sin duda una actuación emotiva y plagada de agradecimientos por parte del Maestro soriano, con mención especial a sus dos bandas: la que le vio crecer y en la que se formó, la Banda Municipal de Música de Soria, y la que le acoge y con la que triunfa en la actualidad, la Banda Sinfónica de la S. M. I. “Santa Cecilia” de Cullera, con la que obtuvo el Primer Premio en la Sección de Honor del Certamen Internacional de Bandas de Música “Ciudad de Valencia” en julio de 2015.

La música de banda no finalizó en el fin de semana con ese concierto puesto que en la calurosa jornada del domingo tuvo lugar una actuación conjunta de las dos citadas agrupaciones. Pasadas las 12:30 horas dio comienzo, desde la Plaza Mayor, un desfile encabezado por la Banda Municipal de Música de Soria, con Antañona de Fernando Tormo Ibáñez, seguida de la Banda Sinfónica de la S. M. I. “Santa Cecilia” de Cullera, con Tercio de Quites, de Rafael Talens, dirigidas por sus Directores Titulares, José Manuel Aceña, Director del OMS, y Carlos Garcés, respectivamente, para regresar desfilando conjuntamente ambas bandas con Euterpe de Don Paco, hacia la Plaza Mayor donde tuvo lugar un concierto multitudinario, con más de 220 intérpretes bajo un sol de justicia.

En este concierto al aire libre se eligieron piezas que alternaron lo valenciano y lo soriano. En primer lugar se interpretó el pasodoble Lo Cant del Valencià, de Pedro Sosa, y Cançons de Mare, dirigidas por Aceña, mientras que en Poema Sanjuanero, de J. Vicent Egea, que se encontraba entre los asistentes a este concierto, y Soria es la Gloria de España, del recientemente fallecido Ángel Sáez Benito, la dirección fue de Garcés. Como bises se interpretaron el Himno Regional Valenciano, bajo la batuta del Maestro valenciano Pascual Balaguer, casado con una soriana, y se cerró la actuación con un arreglo para banda de Cumbanchero, de Rafael Hernández, dirigido por Carlos Garcés.

Este gran espectáculo fue secundado por numeroso público soriano, fiel a su banda, así como por los alrededor de 100 valencianos que acompañaron a sus familiares músicos a lo largo del fin de semana, y que pudieron disfrutar de esta actuación multitudinaria en la que, como anécdota, debido a la elevada temperatura, la mayor parte de los asistentes se situaron en los porches del Ayuntamiento y de la Audiencia, a la sombra, no frente a la banda, sino detrás de ésta. Esperamos que la música de banda vuelva a sonar pronto en el OMS.

La orquesta de Odón Alonso inaugura el OMS en su auditorio (9-9-2016)

En palabras del Alcalde de la capital, Carlos Martínez, el acto que inauguró la XXIV edición del Otoño Musical Soriano fue un concierto con la orquesta de nuestro querido Maestro Odón Alonso, en su Auditorio y con su público, los sorianos que año tras año apoyan el Festival, y al que no faltó, un año más, Gloria, su entrañable e inseparable compañera.

La Orquesta Sinfónica de Radio y Televisión Española visitaba Soria en la tarde del viernes por primera vez en toda su historia, desde su fundación el 27 de mayo de 1965, y que estuvo bajo la batuta de Odón Alonso entre 1968 y 1984. En esta ocasión la dirección corrió a cargo de Cristóbal Soler y el programa giró en torno a dos de los dramaturgos más importantes de la historia de la Literatura universal: Miguel de Cervantes y William Shakespeare, de los que en este año se cumple el 400 aniversario de su fallecimiento.

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La primera parte fue la dedicada a la figura de Cervantes con tres obras de compositores españoles. En este orden se pudo escuchar Don Quijote velando las armas, de Óscar Esplá, Una aventura de Don Quijote, de Jesús Guridi, y Danza de los caminos y Ceremonial del trigo y del agua, de Tres escenas del ballet “La Gitanilla”, del compositor turolense Antón García Abril, que además honró a los presentes con su presencia. La segunda parte estuvo inspirada en una de las tragedias más célebres de Shakespeare, Romeo y Julieta, con la Obertura-Fantasía homónima de Piotr Ilich Chaikovsky, y con una selección de las Suites nº 1 y nº 2, también del mismo nombre, de Sergéi Prokofiev.

La Orquesta de la RTVE demostró en la tarde de ayer por qué es una de las más prestigiosas dentro y fuera del territorio nacional. Una Orquesta impecable, tanto en lo musical como en su actitud en el escenario; la agrupación destacó por un gran equilibrio entre masas sonoras que definió toda la interpretación. La cuerda y el viento fueron dos grandes bloques independientes, a la par que perfectamente cohesionados y empastados. La expresividad interpretativa fue notoria, desde la propia dirección de Soler, con algunos ataques en los vientos que llegaron unas décimas a posteriori que los de la cuerda, pero siempre como conjunto, y con un exquisito criterio. Mención aparte merecen los solistas, sin olvidar el papel de la percusión, principalmente en los momentos de mayor dinámica y agitación, en los que el sonido se desbordó por el Auditorio.

Esta expresividad se vio reflejada hasta el final del programa, puesto que en la selección de Romeo y Julieta de Prokofiev, no se eligió una pieza grandilocuente y pomposa para concluir, sino que fue la delicada y sutil Romeo en la tumba de Julieta la que puso punto y final, en contraste con la anterior, Muerte de Tybalt, y con el bis con el que el Maestro Soler y la Orquesta correspondieron los calurosos aplausos del público que llenaba la Sala, con la Canción del toreador, conocido fragmento de la ópera Carmen, del compositor francés Georges Bizet, inspirada en España y con una historia de amor imposible como trasfondo, al igual que la narrada por Cervantes en su Don Quijote y la de Shakespeare en su Romeo y Julieta.

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