Carmelo Calonge, 40 años haciendo Calderas

Carmelo Calonge Barrio, Jurado de El Rosel y San Blas-2016, lleva la friolera de 40 años elaborando las calderas que desfilan por El Collado hacia su prueba en la Dehesa el día grande de las fiestas de San Juan. Pequeños monumentos florales en los que el protagonista es un caldero con carne de toro, chorizo , huevos y un pollo, símbolo de los antiguos, que llenos de estos mismos alimentos, se repartían a los vecinos. Ebanista de profesión, su oficio le ha dado la base para desarrollar este tipo de realizaciones artísticas. Pero solo la base, porque las calderas se realizan no solo con madera, sino con hierro, plástico, cartón y hay que tener algún conocimiento sobre el tratamiento de las flores.

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Carmelo nos cuenta sus primeros años de 'maestro calderas' con una sonrisa.

Comenzó en el año 1977 siendo Jurado su suegro, Jesús Muñoz. En aquel momento su caldera fue un toro que embestía a un capote de rosas sanjuaneras (de las que ya no quedan muchas) y tuvo que pedirle a José Luis Palomar que diera unos capotazos delante de él para ver cómo eran los pliegues .

A partir de ese momento fueron Jurados su hermana, su padre y otros amigos y familiares y se sucedieron las calderas.

En esos primeros años se elaboraban de forma muy distinta a como se hacen ahora. En principio los materiales: sobre un armazón de hierro se forraba de tela metálica y entre los agujeros de la tela se enlazaban las rosas. También se forraban otras superficies de madera con pétalos que había que pegarlos ”con engrudo” una mezcla de agua y harina porque el pegamento Imedio los estropeaba. Y se han forrado varillas de hierro con flores, cogiéndolas por el tallo con celo o con cinta aislante.

Hoy en día se siguen haciendo armazones de hierro o madera pero se forran de esponja artificial en la que resulta muy fácil pinchar las flores, también pesa menos y las cuadrillas lo agradecen.

Flores que había que empezar a recolectar el Sábado Agés por la mañana, toda la cuadrilla ayudaba y muchos vecinos colaboraban con la flores de sus jardines. Varios equipos en coches recorrían los pueblos de las personas que las habían ofrecido y se iba a cortarlas, algunos volvían muy tarde. Hoy en día, eso sería un peligro tremendo, por eso ahora se compran.

¿Y si no había suficiente…?, pues a robarlas al Mirón o la Dehesa. El Mirón era más fácil por que la Dehesa estaba vigilada por el guarda. O a la barriada. ¡Cuántas anécdotas de las noches del Sábado Agés buscando flores por los jardines!

Era muy difícil unificar los colores de las flores y había que seleccionar en cajas, las del mismo color. En otras ocasiones ha habido que teñirlas mojándolas en otro color y dejarlas a secar. En la actualidad, al comprarlas, ya se encargan las cantidades de cada color y tonalidad, además de distintos tamaños. Todo esto además de facilitar el trabajo ha dado otros matices de color y volumen. También ahora se ponen otros tipos de flores como margaritas y claveles lo que aporta riqueza y espectacularidad.

Y después… a colocarlas. El equipo ha sido prácticamente el mismo a lo largo de los años, al que se han ido incorporando los hijos. ¡Qué atracones de poner rosas!… y de olerlas, esas rosas sanjuaneras, dobles, de color rosa y muy olorosas (eso también ha cambiado, ahora huelen poco). Tanto, que en algún momento les echaban colonia para que no olieran a rosa.

En los primeros años había premios especiales para las calderas, al principio era dinero. En la primera caldera que hizo ganó el segundo premio que fueron dos mil quinientas pesetas y el jurado de la cuadrilla se las dio y se compraron un tartano viejo para las fiestas del año siguiente. Pero después el premio era solamente el cartoncito en el que ponía, primero, segundo o tercer premio. Era más importante el honor de haber ganado. ¡¡¡Había un gran esfuerzo e interés por ganar!!!- nos dice Carmelo. Un año se establecieron unas bases y los premios fueron unas placas. Más tarde consideraron que todo el mundo se esforzaba mucho y eliminaron los premios.

El motivo es una de las pocas cosas que no ha cambiado, ha de contener la 'caldera' y después acompañarla de todos los motivos sanjuaneros que se quiera, básicamente: sol, vino y toros. Generalmente se parte de una idea que aportan los jurados o algún colaborador, pero la mayor parte de las veces el diseño es totalmente trabajo del artista. Después la realización es algo totalmente libre y en la misma se cambian muchos motivos y formas. En alguna ocasión, de su taller han salido calderas con el diseño aportado por un amigo.

¡¡Y el pollo!! Este ha sido un elemento que ha dado mucho juego y ha sido motivo de muchísimas anécdotas- nos cuenta Carmelo. Desde que alguien se lo comiera a lo largo de la noche, hasta que al llegar la caldera a la plaza Mayor… se había olvidado el pollo, pasando por el momento de ir a ponerlo y estar troceado con patatas y pimientos.

En sus calderas ha habido una gran evolución, no solo en los materiales y forma de hacerla, por ejemplo desde el año 1998 sus creaciones ya no van sobre andas sino que se transportan con unas asas especiales y al quitárselas en la Dehesa o en el Ayuntamiento se sujetan por sí mismas.

Al preguntarle si ya está todo inventado, nos dice rotundamente que no, que queda mucho camino por andar, que hay que seguir trabajando e innovando, para que nuestras fiestas sigan vivas. Él seguirá en la brecha ya que le quedan muchas ideas en la cabeza y muchas ganas de seguir haciendo calderas.

¿Cómo será la de este año que es jurado de la cuadrilla de El Rosel y San Blas? ¿Algo especial? ?Distinto? El Domingo de Calderas lo veremos.

Josefina Muñoz

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