Tres lustros de la mayor catástrofe natural de la provincia de Soria

15 AÑOS DEL INCENDIO DE LA COMARCA DEL IZANA El cambio de milenio marcó tristemente la historia de Soria. Muerte, terrorismo y fuego. Pasó el 'efecto 2000' sin dejar huella. Ya se había superado más de medio año y la tragedia sobrevino a los sorianos un 6 de julio, cuando se produjo el lamentable accidente de Golmayo, en el que perdieron la vida 28 personas, la mayoría adolescentes de dos colegios gabrielistas catalanes. El peor de los acontecimientos que se ha vivido en esta provincia en las últimas décadas.

Solo habían pasado 11 días, cuando Soria volvió a ocupar las portadas de periódicos y a abrir informativos de televisión y radio: ETA atentaba en la casa cuartel de Ágreda. Por fortuna, no hubo que lamentar muertes, si bien como consecuencia del coche bomba que estallaron los terroristas una mujer resultó herida.

Avanzado el verano, la provincia se enfrentaba a la mayor catástrofe natural: un incendio arrasaba 2.500 hectáreas de monte en la comarca del río Izana. Este martes 25 de agosto se cumplen 15 años del devastador fuego, que afectó fundamentalmente al pinar de Matamala de Almazán, Tardelcuende y Almazán.

A primeras horas de la tarde del 25 de agosto de 2000 saltaba la voz de alarma de las llamas que habían prendido en una tierra de labor en Santa María del Prado, en principio y según las primeras hipótesis, provocadas por un chispazo. El intenso viento se alió con el voraz fuego, haciendo que las llamas fueran imparables.

El fuego se fue extendiendo hacia Matamala de Almazán y en unas horas había arrasado nada menos que 2.500 hectáreas de 'pinus pinaster', del monte que dio de comer a decenas de generaciones de la comarca.

Nunca hubo causa 'oficial' sobre cuál fue el origen del fuego, si fue fortuito, fruto de una negligencia o fue provocado. Ninguna de estas posibilidades fue ni confirmada ni descartada.

El patrimonio natural perdido no se llegará a recuperar tal y como estaba hace 15 años. Las intervenciones del Gobierno Autonómico para repoblar la zona no han cesado desde el suceso, con inversiones millonarias, empleando mayoritariamente pino resinero, que se ha visto acompañado de otras especies como cerezos silvestres, almendros, fresnos o arces.

Al menos, la imagen gris de la ceniza que cubrió el monte ya se encuentra cubierta por el color verde desde hace tiempo, aunque habrá que esperar décadas para contemplar la altura propia de los pinos de la comarca.

Los servicios de extinción de incendios forestales se han perfeccionado notablemente desde entonces. Puede que si en aquel momento se hubiera contado con los medios de los que hoy se dispone, el desastre natural hubiera sido menor. O puede que no. Es pura especulación.

Lo cierto es que el incendio en la vecina Guadalajara del año 2005, que se cobró la vida de 11 miembros de los equipos de extinción, y en el que ardieron más de 10.000 hectáreas de pino resinero, sabina y roble, y más de 2.500 hectáreas de matorral y pasto, marcó un antes y un después en la prevención y extinción del fuego.

Este mismo verano, los fantasmas del incendio de la comarca del Izana resurgieron en Barcebalejo (término de El Burgo de Osma), en el que quedaron calcinadas 566,90 hectáreas en pocas horas.

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