2.148 años después, el triunfo fue solo de nombre

Foto: Lola Gómez

NUMANCIA En el año 133 antes de Cristo, 21 años después de haber comenzado los intentos de conquista, el imperio romano logró conquistar Numancia. Unos pocos miles de personas habían conseguido vencer a varios generales romanos y que desde el Lacio se aceptara una paz intermedia de aproximadamente ocho años (151-143).

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Pero aquello no podía ser, y en el 134, Publio Cornelio Escipión Emiliano fue enviado a Hispania por el Senado para terminar con la afrenta. No quería saber nada más. Dio un gran rodeo por la península y evitó todas las escaramuzas previas para evitar el gasto innecesario de fuerzas y hombres.

Llegó a Numancia e impuso un gran cerco dividido en siete campamentos y con dos centenares de torres de vigía alrededor de la ciudad celtíbera. En estos meses, los numantinos no dejaron de luchar y algunos soldados, como el grupo de media docena comandado por Retógenes, lograron incluso romper el cerco para solicitar ayuda a los pueblos cercanos, ayuda que fue denegada.

Unos 15 meses después, el Cerco de Escipión, y los 60.000 hombres que habían viajado con él, lograron su objetivo de ver la capitulación de los últimos y escasos numantinos. No había botín, apenas 50 hombres que fueron llevados hasta Roma. "El triunfo fue solo de nombre", escribió el historiador Lucio Floro.

La representación en Garray

Una de las historias bélicas más apasionantes de la historia universal no podía quedarse en un recuerdo vago en el lugar donde fue protagonizada. Desde hace ya 16 años, la Asociación Tierraquemada escenifica los principales capítulos de la Guerra Numantina. Ayer tocó el Cerco de Escipión. Más de dos centenares de personas tomaron parte en la representación a la que, como siempre desde el primer año, acudieron muchísimas más personas que llenaron el recinto preparado junto al yacimiento de Numancia. A ninguna de ellas le importó saber el final de la historia antes de empezar a verla.

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