Crónica y recuerdos sanjuaneros de una Jurada de 1973

Por Áurea Carramiñana

Escribo las vivencias como Jurada que fui, hace 41 años.

1971. Fue la primera vez que entramos en la terna para ser Jurados en San Juan. No salimos, y Juan comentó que “si no sale mi nombre, no seré Jurado”.

1973. 31 de marzo. Cita para el sorteo. En la terna, tres papeletas, tres nombres presentados por el Jurado anterior. Solo asistían los futuros Jurados, sin Juradas. Juan sacó la papeleta con su nombre, y comenta que él piensa que las tres tenían su nombre… una anécdota. Fuimos Jurados.

Desde ese momento, fue un no parar. Que no falte la música, era fundamental. Nos desplazamos a Aniñón, un bonito pueblo de Zaragoza. Por primera vez venían a San Juan y hubo que prepararles partituras, para que aprendieran las sanjuaneras que tan queridas son para los sorianos. Y desde el 73, volvieron muchos años más (como todo forastero que viene una vez y vuelve siempre).

Cosiendo trajes

A mí, como Jurada, me tocó coser trajes de piñorra para mis tres niñas y mis sobrinas. En aquellos años había pocas piñorras, las niñas y cuatro más de la familia, Carmen, Esther, Maribel, Isabelita, que acompañaron a la Caldera y al Santo. Hice trajes de fiesta, chalecos para los músicos, cuatros y niños y, para mí lo más interesante, banderillas y cachirulo.

Preparar las cosas del Catapán, la merienda de la Compra… son cosas que no deben de asustar a nadie, que no condicionan a la hora de ser Jurados. No hace falta un año para preparar lo necesario. Es el día a día, con la ayuda de la gente que nos rodea se llega a todo. En nuestro caso la familia y los cuatros fueron el apoyo.

Las Juradas, en casa

La entrega del Bastón, un poco decepcionante. Solo el Jurado era protagonista, las Juradas se quedaban en casa. Aquel año las 12 Juradas nos reunimos a cenar en el restaurante de La Muralla, nos conocimos, charlamos, lo pasamos bien. Después de recoger el Bastón, los Jurados fueron a nuestro encuentro ofreciéndonos una flor como recompensa.

Los Jurados quedaban algún sábado para hablar, opino que para tomar unas cervezas. Llegó el Catapán: preparar el queso, el bacalao, el vino, y otro día que la Jurada se queda en casa (era cosa de hombres). Cada vez que lo recuerdo me parece más injusto, sé lo que se hacía, pero no lo vi.

Yo seguía con mis cosidos, preparando adobos para que no faltara comida, y sin un local como ahora. Mi casa parecía un almacén.

Casi sin darnos cuenta llegó el Lavalenguas, otro día que la Jurada no contaba para nada. Fuimos las 12 en autobús solas al monte, merendamos en la Casa del Guarda, sin nadie más (hoy me parece injusto) y agradezco que se haya reconocido que la Jurada sea parte en todos los actos, por ser parte activa y muy buena colaboradora (y qué narices, hicimos más que los hombres).

Bailes y bengalas

La Compra, un día muy bonito. Primero, a ver dar unos capotazos al toro de tu Cuadrilla (tu toro, el mejor, el de más trapío, como si toda nuestra vida hubiésemos estado en el mundo del toro). Aquí ya tuvimos presencia las Juradas, en el monte tienes tu sitio para preparar la mesa con una buena merienda para la prueba de autoridades, y después a merendar la familia, algún invitado y alguno que otro que se acerca a probar la comida y beber un trago.

A la vuelta a Soria me emociono en la bajada a la plaza Mayor, con bengalas y unos bailes (me gustaba mucho bailar).

El lunes después de la Compra me gustó que las banderillas y el cachirulo lucieran como es costumbre en un escaparate.

Los nervios del Pregón

En el Pregón, muchos nervios. La tarde noche del Miércoles los Jurados vamos al Ayuntamiento como queramos, en coche o andando. Un ágape, charlas, fotos, leer el Pregón… para sentir las emociones de ver Soria entera en la plaza hay que ser Jurados. Desearías abrazar y besar a la plaza entera, a cada una de las personas que aplauden a los Jurados y a ellos mismos. Más que todo, somos sanjuaneros y empiezan las fiestas. Que son cinco días.

Jueves La Saca. Cansada de la noche anterior, a preparar comida para ir a Valonsadero. Salen los toros, me encanta verlos correr por la pradera (algún día corrí detrás, ahora los veo pasar y sigue emocionándome. Mientras pueda, no me lo perderé nunca). Volviendo al 73, comimos con las autoridades. De vuelta a Soria, otro desfile y baile en la plaza Mayor.

Viernes de Toros. Preparar bocadillos para los asistentes a la corrida en el palco de la Cuadrilla. En ese tiempo no se ponía el cachirulo, pero yo sí que estuve en los toriles viendo mi toro y al torerito que nos tocó. Fue gracioso que la propina que le pusimos en la montera no la recogió. Al que le tocó torear por la tarde vio el dinero y nos dijeron que se lo dieron al de la mañana.

Sábado Agés. De mañana, me tocó guisar el hígado para que lo probaran al recoger la tajada, tajadas preparadas por Jurado y Cuatros en el matadero. Era un lugar desastroso y poco bonito, era lo que había. No fui a los Agés, pero se dieron bien.

El portal era parte de la casa

El sábado, a preparar la tajada cocida en el patio de casa. En caldera de cobre se cocieron las tajadas y con la abuela Balbina, que era buena cocinera, se cocieron también los huevos, se prepararon los chorizos y se metieron en bolsas, todo en casa. El portal era también parte de la casa.

Y después, la Caldera. La noche la pasamos pegando pétalos en una rosa de metal que era la Caldera. Las flores eran de la huerta de Redondo y de la señora Felisa, y de unos vecinos que se volcaron con nosotros (gracias). A las seis de la mañana, por el pegamento que respiré o tragué, me puse malísima, no me veía desfilando. Pero se fue pasando.

Domingo de Calderas, día de excelencia. Visto a mis tres niñas de piñorras y les hice sus moños. Nos vestimos de Domingo de Calderas, y con nuestra Caldera y nuestra gente… a la hora en punto en la plaza Mayor, a desfilar Collado arriba con un sol de justicia para llegar a la Dehesa y esperar a las autoridades como se sigue haciendo ahora. Los vecinos recogieron su tajada en la Arboleda, paraje más bonito que el matadero. Comida con la familia y los músicos en un restaurante y a los toros.

La mesa en la Dehesa la prepararon las chicas de la familia, que tenían buen gusto: Concha y Puri. Eran las que nos animaban las rondas con la música.

41 años de andas

Lunes de Bailas. La mañana del Lunes, de madrugada, a preparar el Santo de nuestra Cuadrilla, San Pedro (estrenó andas que Juan había hecho para la Caldera. Las adaptó para el Santo, y 41 años después siguen en la Cuadrilla). Lo adornamos con flores y, como el día de Calderas, vestí a mis dos piñorras. La pequeña, de dos años, como el Domingo pasó mucho calor, no quería ponerse los calcetines gordos y no pude vestirla.

Los Jurados, Cuatros y acompañantes, de gala, al desfile o procesión desde la plaza Mayor a la Soledad. Esos desfiles son increíbles, te sientes la dueña del mundo, la gente espera que pases por El Collado para ver el Santo, si los Jurados van elegantes, si los vestidos, si los zapatos… y a nadie le molestan las críticas (o eso creo yo), pues cada persona quiere hacerlo lo mejor que puede.

Ese día, la Diputación, a petición de algún Jurado, hizo un homenaje a los Jurados, y desde aquel año ha sido continuado hasta ahora. Por estar en la Diputación, no recorrí la Cuadrilla con el Santo. Es lo que siento no haber hecho, lo único que quería hacer y no hice.

La tarde del Lunes, a descansar, para en la noche, junto a los Jurados, despedir las fiestas con el Adiós, Adiós San Juan, orgullosa de haber cumplido con lo que se nos había encomendado.

La canción

Ahora, agradeciendo a nuestras familias, Secretarios, Cuatros y recordando con mucho cariño a los que ya no están entre nosotros, les escribo lo que nuestra gente cantaba por San Juan:

“Se fueron cinco sorianos

A recorrer nuevas tierras

Y se volvieron diciendo

No hay tierra como la nuestra.

Aquí se come pan blanco

Y se bebe vino bueno

Y para mujeres bonitas

Las de Soria lo primero”.

No sé quién sería el autor.

San Pedro estuvo en nuestra casa todo el año. No le faltó ni luz, ni flores, ni compañía.

TODAS LAS CUADRILLAS

Las Cuadrillas son más que las vivencias de una Jurada. Son todos los ciudadanos que entran en fiestas, son 12 parejas que con dedicación trabajan para que sus vecinos disfruten.

El año 1973 fueron:

La Cruz y San Pedro: Juan y Auri

Santa Catalina: Claudio y Esperanza

La Mayor: José Antonio y Caro

El Rosel y San Blas: Manolo y Conchi

Santiago: Pedro Antonio y Mª Carmen

San Miguel: Juan y Esther

San Juan: Isidro y Esther

Santo Tomé, San Clemente y San Martín: José y Felisa

San Esteban: José María y Arminda

El Salvador: Juan y Mª Jesús

Santa Bárbara: Ángel y María José

La Blanca: Salvador y Anita

Todos lo hicimos lo mejor que supimos, con ilusión y deseando quedar bien con nuestros vecinos. Entre nosotros sigue la amistad. Celebramos los 25 años, el Ayuntamiento dio un bastón que no teníamos, como regalo (el que se nos dio cuando fuimos Jurados había que devolverlo, casi parecía el palo de una escoba). Juan, como buen carpintero, ese año regaló a los Jurados un bastón, así cambió el modelo. Algún año después el Ayuntamiento hizo bastones muy bonitos, que se quedan para el Jurado.

En nuestra Cuadrilla, por lo de la Cruz y San Pedro, tuvimos dos Secretarios, Ángel y Luis. Los cuatros fueron Manolín, Manolo, José y Mario, y ayudantes toda la familia. Colaboraron en ir casa por casa a invitar a entrar en fiestas, y luego volver a llevar el sobre con entradas y vales para recoger tajadas. También en pasar las rondas por la Cuadrilla, desfilar, repartir tajadas (antes hay que prepararlas). Estaban dispuestos para lo que se les requiriese y después de fiestas, lo más duro, a cobrar la tajada, que a veces cuesta un poco, pero se paga.

La Cuadrilla de La Cruz y San Pedro en 1973:

Soria Hogar y Pueblo, 27 de junio de 1973. Miércoles

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