-Qué majo, ¿no?
Da igual que le hayan conocido en ese momento o que le recuerden de hace poco o mucho. El interrogante final es por el contraste entre su charla luminosa (quizá también su aspecto inofensivo) y lo oscuro de los temas que dibuja.
-Y qué elegante.- Respondo yo, y le describe perfectamente.
Hace comentarios equilibrados de temas donde prima el desequilibrio, cercanos pero no empalagosos, afilados pero no hirientes, con contenido pero no pesados.
Es fácil que surja en una conversación trivial el nombre de Malagón. En Alcalá, a poco que te explayes, quien no ha estudiado o trabajado con él tiene un familiar que lo ha hecho, o, como es mi caso, le ha tenido de profesor. Surje hablando de economía o de educación o de comida o de internet, porque nos ha regalado muchas de las imágenes que enriquecen nuestro universo iconográfico y la calidad de su trabajo es un secreto a voces.
He tenido la suerte de trabajar con ilustraciones suyas, y son muy agradecidas (no sé explicar esto: la idea y ejecución son tan claras que resultan muy versátiles).
Diría que “de mayor quiero ser como él”, pero por cuestiones de edad tengo que decir “Yo, de mejor, quiero ser como Malagón”.
Esther Muñiz
trabaja en www.vibraestudio.com
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