Desde hace decenas y decenas de años, y hasta hace cuatro días (cuatro años), las islas Canarias eran siete, las que más o menos todos los que hemos estudiado la Primaria en España sabemos: Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera, El Hierro y La Palma. A nivel mnemotécnico, era fácil recordar que las que llevaban artículo delante (las más verdes y montañosas) pertenecían a la provincia de Santa Cruz de Tenerife, mientras que las otras dos, más desérticas, pertenecían y pertenecen a la provincia de Las Palmas de Gran Canaria.
Ahora, hace cuatro años como decía, todo ello ha cambiado. A las Canarias les ha surgido una nueva isla: La Graciosa. Como sabrá casi todo el mundo que haya visitado Lanzarote, La Graciosa es una pequeña isla, en la que hay dos pueblos en los que viven más de 700 personas. Pertenece todavía al municipio lanzaroteño de Teguise y, aunque no tiene los órganos administrativos del resto de las islas, desde 2018 sí es considerada la octava isla canaria.
En el archipiélago hay otra pequeña isla con una población escasísima y fluctuante (la de Lobos, ni media docena de personas), hay otras islas deshabitadas de altísimo valor ecológico (las que forman el archipiélago Chinijo además de La Graciosa, entre las que destaca Alegranza), y hay varios roques más también sin personas, sobre todo cerca de Tenerife.
¿Qué sucedió para que La Graciosa pasase a ser reconocida de manera oficial como la octava isla, posible primer paso para otros cambios administrativos de mayor trascendencia? Curiosamente, y para los que no creen en ellas, surgió a través de una iniciativa de la plataforma change.org, iniciativa creada en 2013 por Miguel Ángel Páez.
En cinco años, que me parece un periodo de tiempo corto para estas cosas, el Senado aprobó la inclusión oficial de La Graciosa como isla canaria de hecho, instando al Parlamento canario a cambiar su Estatuto, que hablaba solo de siete islas. Ello sucedió el 26 de junio. Y cuatro meses después, en octubre, se realizó la reforma efectiva del Estatuto, aprobada igualmente por el Senado.
No sé cómo han cambiado la vida y el turismo en La Graciosa desde esta novedad. Solo sé que si visitáis Lanzarote y tenéis tiempo, os recomiendo vivamente visitar La Graciosa. A mayores, os recomiendo pasar al menos una noche en ella, lo que permite vivir sensaciones únicas, muy difíciles de conseguir en casi cualquier otro lugar de España. Tanto en La Caleta del Sebo como en Pedro Barba hay alojamientos de sobra para elegir, sobre todo en el primero.
La fotografía es de mi única visita a La Graciosa, en noviembre de 2015, supongo que la haría desde el Mirador del Río, en nuestro camino hacia Órzola para coger el ferry. Esa vez no dormimos, solo pasamos el día.
