Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 281. 13/15-12-2021. Hasta la vista, Kenia: Kessup Falls, cumpleaños, Carnivore...

Hemos estado tan ocupados en nuestros últimos días en Iten, sin hacer básicamente nada, que no he sacado tiempo ni para escribir lo que nos ha ido sucediendo en ellos. Me toca hacer memoria en el Airbus 380 que nos traslada de Dubai a Madrid para recapitular estas últimas jornadas de nuestro viaje a Kenia, ayudado por las fotos que hemos ido tomando tanto con la cámara como con el móvil.

Domingo 12 de diciembre

Como sucede cada día en nuestro hogar de Iten, vamos acudiendo los nueve a desayunar poco a poco entre las 8.00 y las 8.15. Y, como sucede cada día, después de los preparativos necesarios, los atletas se marchan a entrenar. Varias veces les hemos acompañado pero otras, como hoy, hemos decidido volar libres.

Nos apetecía hacer una pequeña jornada de senderismo, para lo cual hemos elegido ir caminando hasta las Kessup Falls, la cascada de Kessup. Hemos ido los Sergios y Sara. Como escribo esto bien a posteriori, ya se puede contar que nuestra primera parada fue en el Kerio View, el hotel donde comimos el pasado domingo y donde queríamos reservar para mañana lunes, para celebrar el cumpleaños de Nacho y para encargarle una tarta personalizada (Feliz cumpleaños en suajili).

El Kerio View nos cogía de camino a nuestro destino, el que buscábamos a través del Google Maps. Sin embargo, a los pocos minutos, unos niños y adolescentes de la misma familia salieron a nuestro paso y, al decirles nuestro destino, nos llevaron por sendas que atajaban, más bonitas que el ancho camino elegido para la vuelta pero con más posibilidades de pérdida si no se conocen.

Antes de la cascada, nos despedimos de nuestros guías y entramos a tomar un café en el Kilima Resort, regentado por un neerlandés exmaratoniano (Koen, presente en el Europeo de Barcelona 2010 entre otros logros), y nos cuenta que ese fin de semana hay un grupo llegado desde Nairobi para hacer parapente sobre el impresionante valle del Kerio. Tomamos nota.

Tras el café, buscamos la cascada de Kessup, que está a 600 metros. Nos cuesta encontrarla, porque donde marcaba nuestro destino final, solo había una valla. El truco es atravesarla como se pueda, sin coger los dos caminos que la bordean, y andar apenas dos minutos.

Para ver la cascada desde abajo, es necesario cruzar el río y descender por otra estrecha senda bastante evidente, otros dos minutos. No tiene la espectacularidad de Torok Falls (unos 200 metros de caída, y que nosotros no hemos visitado), pero sí merece la pena el paseo de unos cinco kilómetros desde nuestro alojamiento.

Llegamos a comer casi a la vez que los atletas, comemos, sesteamos y alrededor de las 17.00, como otros días, salimos hacia el centro a ver el ambiente. Es domingo, y en los campos de fútbol se juegan dos partidos ‘de verdad’, de competición, además de otros de voleibol y de fútbol a pequeña escala.

Entramos a tomar algo en un bar para ver en directo el Osasuna-Barcelona (2-2) y volvemos a casa a cenar y a disfrutar de la penúltima tertulia en la sede del grupo.

Lunes 13 de diciembre

Hoy, cumpleaños de Nacho, vamos con él y con Marta de nuevo al Kilima Resort. Para ello, nos ha tocado madrugar más de lo habitual, pues Koen nos dijo ayer por la tarde que nos presentáramos alrededor de las ocho de la mañana en su establecimiento.

Nada más levantarnos, nos escribe un wasap diciéndonos que no va a ser posible volar en parapente. Nosotros ya lo sabíamos viendo cómo estaba la mañana de ventosa, pero ya que estábamos en pie tan pronto bajamos a saludarle y a visitar por segundo día consecutivo las Kessup Falls. Al regreso, nos da tiempo a desayunar con el resto del grupo.

Los atletas tenían este lunes sesión de gimnasio, ubicado precisamente en el Kerio View. Nosotros nos quedamos tranquilamente en casa, en parte porque también había una sesión de fisioterapia contratada. Cuando la terminamos, nos marchamos al Kerio View para conocer ese gimnasio y para disfrutar de algunas de las pequeñas atracciones de este gran resort como un tobogán bastante grande y empinado.

Alrededor de la una habíamos pedido la comida para que estuviera lista a las dos, así que nada más sentarnos a nuestra mesa de la planta de arriba empezamos a comer. Terminados los platos principales, escuchamos desde la planta de abajo el tradicional e internacional cántico del ‘Cumpleaños Feliz’, cada vez más cercano.

Son las camareras, que suben con la buenísima tarta de chocolate que habíamos encargado ayer para la celebración de la efeméride de Nacho.

Por la tarde, tras la obligatoria sesión de siesta, los deportistas tienen nueva sesión de trabajo, esta vez cerca del hotel, así que los acompañamos en parte.

Y si la comida en el Kerio View fue buena, la cena fue todavía mejor. Como en uno de los apartamentos había fogones, los trasladamos al apartamento ‘comunal’. Con aceite de oliva que se puede encontrar a buen precio en Iten, huevos, cebolla y patata, Marta y Nacho prepararon una de las mejores tortillas que hemos probado nunca, valoración para la que no influye la distancia con nuestros hogares y la posible nostalgia de ellos. De postre, lo que había sobrado de la gran tarta de chocolate.

Martes 14 de diciembre

A las 10.15 de nuestro último día en Kenia habíamos quedado con el matatu que nos bajaría a Eldoret. Antes de esa hora nos ha dado tiempo a desayunar, a hacer un poco de ‘shopping’ y a ver el final del fartlek que cada martes y jueves hay en Iten a las 9.00.

Hemos tomado una fotografía del lugar en el que hemos dormido estas diez últimas noches, el C&C (Chris y Carol), y nos hemos despedido de las personas que tan bien nos han tratado en este tiempo.

Los nueve integrantes del grupo hemos tomado ese matatu hacia Eldoret. Los seis atletas se han bajado en la pista de tartán del centro de entrenamiento de Kipchoge Keino. Allí nos hemos despedido, con deseos de fortuna para las próximas fechas y con promesas de próximos reencuentros en España gracias al atletismo. Nos lo hemos pasado como niños.

Nacho, Sergio y yo hemos seguido hasta el pequeño aeropuerto de Eldoret. A las 13.30 volábamos a Nairobi, en cuyo Jomo Kenyatta International Airport hemos engañado un poco al hambre, pero sin ‘comer comer’.

La razón de esta mesura es que a las seis de la tarde teníamos mesa en el Carnivore, el restaurante más famoso de Nairobi y, según su promoción, de toda África. En su jardín habitan numerosos monos. El Carnivore es un gran complejo preparado para el turismo y también para los vecinos de la capital de Kenia. Este martes nos ha parecido ver que había algunas comidas de trabajo, quizás ya navideñas, pues más del 80% de la población de Kenia es cristiana.

El Carnivore es también un restaurante en el que se come toda la carne que se pueda por un precio asequible. Entre las carnes que se pueden considerar exóticas para un paladar español están la de cocodrilo y la de avestruz. Los demás tipos de carne eran más habituales: cordero, ternera, cerdo, pavo y pollo. Los camareros, provistos de grandes cuchillos, te van sirviendo de todas ellas hasta que bajas la bandera que preside la mesa, lo que significa que los comensales se rinden y que quieren dar paso al postre, si es que han dejado hueco como ha sido nuestro caso, y al café.

Desde el restaurante hemos cogido otro Uber hasta el aeropuerto, para vivir nuestro último e infernal atasco de Nairobi. Nos ha dejado en la Terminal 1 y nos hemos tenido que desplazar a la 2, en la que opera Emirates. A las 23.55 partía nuestro vuelo a Dubai.

Miércoles 15 de diciembre

Después de haber hecho merienda-cena a lo grande en el Carnivore, ni se nos ha ocurrido hacer recena en el avión. Era más urgente dormir.

En teoría, el vuelo aterrizaba a las 5.55 en Dubai y el siguiente, en el que ahora estamos, salía a las 7.25, así que no debería haber problemas de tiempo. Sin embargo, entre que quizás ha habido algo de retraso, entre que el desembarque ha sido larguísimo y, sobre todo, debido a las mastodónticas proporciones del aeropuerto de Dubai, hemos llegado al segundo vuelo cuando ya estaban todos los demás pasajeros montados.

En realidad, íbamos tranquilos porque nada más entrar a la terminal, una empleada de Emirates nos esperaba para acompañarnos hasta la puerta de nuestro segundo vuelo. Hemos andado a buen ritmo unos diez minutos y después nos hemos desplazado en un carricoche por dentro del aeropuerto quizás otros diez, lo que da una idea de esas proporciones de la instalación, desde la cual nos ha dado tiempo a ver el Burj Khalifa.

Poco después de las 7.30 (4.30 en Soria) ha despegado el avión. Ha sobrevolado buena parte del Golfo Pérsico y ha entrado en tierra por Kuwait. Hemos pasado justo por encima de Bagdad y ahora debajo de nuestros pies se encuentra la capital del Kurdistán de Irak, Erbil, según asegura la pantalla de Emirates situada frente a mis ojos.

Hasta hace un rato, esa pantalla decía que pronto el piloto giraría a la izquierda para sobrevolar Siria y casi todo el Mediterráneo antes de entrar en la Península Ibérica.

Sin embargo, y como se puede ver en la fotografía, ahora parece que seguiremos recto unas cuantas millas y que tomaremos el rumbo Oeste un poco más al Norte, ya en tierras de Turquía.

Da igual, lo importante es que alrededor del mediodía peninsular deberemos estar aterrizando en el aeropuerto de Madrid, desde el que ya decidiremos cómo viajamos hasta Soria, la ciudad que abandonamos hace más de dos semanas y que esperamos encontrar igual que a nuestra partida.