Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

14-3-2020. "En la gigantesca cuenca Orinoco-Amazónica...". Así empezó la leyenda

"En la gigantesca cuenca Orinoco-Amazónica que ocupa el corazón de Sudamérica existen algunos de los últimos paraísos en un planeta degradado y angustiado por la contaminación".

Una voz en off, probablemente improvisando ese párrafo, acompañada por las imágenes de un vuelo en avioneta sobre esas profundas sendas venezolanas, fue el comienzo de la serie más legendaria de la televisión en España: 'El Hombre y la Tierra'.

Su autor, Félix Rodríguez de la Fuente, vivió 52 años justos, desde su nacimiento en la localidad burgalesa de Poza de la Sal el 14 de marzo de 1928 hasta su fallecimiento en accidente de helicóptero el 14 de marzo de 1980 en Alaska. Trabajaba entonces en el apartado norteamericano de la serie, del que se emitieron 20 capítulos. En ese momento, el comunicador y dos compañeros también fallecidos (Teodoro Roa y Alberto Mariano) seguían la gran carrera de trineos Iditarod junto al piloto Warren Dobson, que tampoco sobrevivió.

Ojalá existiera un sistema para conocer cuál ha sido la muerte que más lágrimas ha reunido en un país, aunque pocas personas que recuerden aquel día dudarán de que en España ese honor corresponde al fallecimiento de Félix.

Esas palabras corresponden al primer capítulo de 'El Hombre y la Tierra', serie que si bien se hizo mítica por su recorrido por la fauna ibérica (104 capítulos), realmente empezó con 18 capítulos dedicados a la fauna de Venezuela gracias a un acuerdo entre RTVE y el gobierno de aquel país.

Aquello sucedió en 1973 (el rodaje, el capítulo se pudo ver en marzo de 1974). Félix, médico de carrera, ya era una persona  conocida en España por sus intervenciones en radio y en televisión, pero fue 'El Hombre y la Tierra' la realización que le guardó de manera definitiva un rincón en casi todos los hogares de España.

Esas palabras de 1973 casi podrían haberse firmado hoy, 47 años después. Su carácter visionario, su amor a los animales, su inigualado carisma, la capacidad de trabajo y la calidad del equipo que le rodeó (con un soriano, Aurelio Pérez, como mano derecha) se reunieron en una sola persona para formar algo muy especial que los españoles (y muchos habitantes de otros países) pudimos disfrutar en directo o en sus reposiciones. 

Solo escuchar los primeros tambores de la no menos inolvidable sintonía de Antón García Abril ya trae a la cabeza tantos recuerdos... igual que la canción de Enrique y Ana.

Primer capítulo:

Canción de Enrique y Ana: