Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 29. 17-5-2015. Dos días en la Zegama (y 2)

Lluvia, barro, niebla, cuestas, piedras, hayas, gente y gente... Zegama

En 2014 corrió la Zegama-Aizkorri mi amigo Luis Ángel gracias a lo afortunado que fue en el sorteo. Le acompañaron entonces Cristina y Nacho. Los tres volvieron encantados del ambiente y nos comprometimos a ir en grupo en 2015, aunque solo fuera a ver la carrera, como ya hacen miles de personas.

Y así ha sido. Después del sosegado día de ayer, hoy no ha habido momentos para el relax. Nos hemos levantado a las 5.45 en Baliarrain, a unos 30 kilómetros de Zegama. Allí estábamos alrededor de las 7.00, donde nos esperaban Jesús, Luis Ángel y Mariano. Ya somos 11.

Después del desayuno, a las 8.00 nos ha trasladado un autobús gratuito de la organización hasta el antiguo apeadero. Seríamos cien en el autobús, como cuando vivía en Madrid. A partir de ahí, el plan era fácil: subir, subir y subir hasta la cima del Aizkorri (casi 1.000 metros de desnivel) para luego bajar, bajar y bajar hasta Zegama (algo más de 1.200 metros de desnivel).

Hayedo, de camino al Sancti Spiritu Hayedo, de camino al Sancti Spiritu

Del apeadero hasta la ermita del Sancti Spiritu se tarda alrededor de hora y media, un paseo precioso entre hayas centenarias de cuento. Es cuesta arriba, pero de no mucha pendiente. La fiesta total, absoluta y con carácter doble comienza en el Sancti Spiritu. Primero, porque desde ahí al Aizkorri la pendiente ya es fortísima, además de que el terreno está muy resbaladizo, tanto los tramos de piedra como los de hierba.

Y segundo, y más importante, porque el tramo entre la ermita y la cima es una de las partes de la carrera, una de las más importantes del mundo como ya expliqué ayer.

La carrera salía a las 9.00 de esta mañana y la cima del Aizkorri está pasado el kilómetro 22. Yendo a buen ritmo, nos ha dado tiempo a llegar a la cima para ver el paso de los corredores. No éramos los primeros, ni los décimos, ni los centésimos: cientos de personas se agolpan a los dos lados del tramo final de la cima, dejando un estrecho pasillo para jalear a los corredores a apenas centímetros de sus caras.

El ganador, Pivk, y Kilian Jornet. Inscrito a última hora, ha tenido problemas desde el kilómetro 30 y ha sido 23º. Foto: José Vicente Recio El ganador, Pivk, y Kilian Jornet. Inscrito a última hora, ha tenido problemas desde el kilómetro 30 y ha sido 23º. Foto: José Vicente Recio

El ambiente es espectacular a pesar de que no faltan la lluvia, algo de frío, mucha niebla... Hemos visto pasar aproximadamente a 40 o 50 corredores antes de empezar a desandar lo andado. De bajada, el camino es tan estrecho que nos cuesta apartarnos para dejar pasar a los atletas que siguen subiendo. Corren 450 en total. La mitad final de la bajada hasta el Sancti Spiritu ya la hacemos sin atletas de frente, lo que agradecemos.

Visita a San Adrián

Ya sin prisas, por si hemos andado poco, nos hemos acercado a ver el túnel y la ermita de San Adrián, a unos diez minutos del Sancti Spiritu. Y desde allí, bajada hasta Zegama, desandando las señales del Camino de Santiago. Nos hemos encontrado en meta con Nacho B., para completar el grupo de doce sorianos.

En Zegama nos ha dado tiempo a comer y a escuchar la llegada de numerosos atletas de la parte trasera de la clasificación. La carrera la ha ganado el italiano Tadei Pivk, seguido por Manuel Merillas y Pere Rullan. En chicas ha vencido Azahara García, novia de Merillas, delante de Paula Cabrerizo y Oihana Kortázar. Hemos tenido la suerte de coincidir con Merillas para fotografiarnos con él: hace un par de años ganó la primera edición de la Travesía Alto Duero, la carrera de montaña que organiza en Soria nuestro club de montaña, el Banzaii Antártica.

Ya estábamos cansados después de los 20 kilómetros de caminata y las pocas horas de sueño. Hemos salido para Soria pasadas las cinco de la tarde después de un día y medio bien intensos. Nos ha encantado la Zegama. Es durísima, no sabemos si será apta para nuestras piernas, pero habría que intentar no quedarse sin saberlo.