Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 201. 20-3-2019. Italia, San Marino y Malta (5)

De Rimini a Pescara

Dos autobuses y tres trenes entre San Marino y Barrea

Hoy 20 de marzo ha sido mi primer día en solitario desde que abandoné España el pasado sábado 16 para hacer un recorrido por los tres países del título.

Intento no arrepentirme nunca de los destinos que elijo en mis viajes. Lo que sí hago a veces es alegrarme de modo especial de ellos, sobre todo cuando son un poco aleatorios o casuales o porque forman parte de un tránsito entre dos lugares más obvios.

Justo esto es lo que me ha sucedido esta vez en el lugar donde me encuentro: Barrea. Tenía muchas ganas de conocer los Abruzzos, y mi primer contacto con ellos me ha impactado, y eso que he llegado casi de noche.

Para venir de San Marino a Barrea he hecho un largo viaje de un autobús (San Marino-Rimini), tres trenes (Rimini-Pescara-Sulmona-Avezzano) y otro autobús (Avezzano-Barrea).

El primer tren, el Rimini-Pescara, va dejando todo el lado el Adriático justo a la izquierda. Está casi todo edificado, salvo algunos pequeños tramos. Pescara ya es la capital de los Abruzzos, la región en la que me moveré durante un par de días.

Los demás trayectos ya han sido muy de montaña, todavía con abundante nieve. Esta zona de los Apeninos supera holgadamente los 2.000 metros y se acerca a los 3.000 en el Gran Sasso, que he dejado a la derecha pero que no he visto.

La última parte del viaje de hoy han sido casi dos horas de autobús entre Avezzano y Barrea. La zona es preciosa, parece mentira que se encuentre a apenas dos horas de Roma.

Y, por lo que he leído y he visto, este pueblo de Barrea es especialmente bonito. Pertenece a una colección de 'Pueblos auténticos de Italia', y no parece que en este haya habido tongo.

Según me acercaba en autobús, sorprendía el pueblo situado en terrazas sobre el lago del mismo nombre. Mañana lo conoceré mejor.

Estoy solo en el albergue (miércoles, marzo...) y en el pueblo tampoco hay mucha más gente, aunque todavía había algún bar abierto con cercerveza a un precio increíble: 2,50 euros... la botella de 66 centilitros. Nada que ver con el resto de Italia que he visitado en mi vida.

A las 20.30 parecían las 4.00 de la mañana, así que he regresado a mi alojamiento para terminar de orgaizar mi plan de mañana, aunque el matutino lo tengo bastante claro.