Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 2. 10-12-2014. Ecuador (2). Amanecer en Miami

Surferos, corredores, sintecho alimentando a las gaviotas

Como me temía, el jet lag no ha cambiado. Después de unas cuantas consultas al reloj de muñeca, los primeros rayos del sol pasadas las seis de la mañana me han empujado de la cama.

Miami Beach Miami Beach

Apenas voy a estar unas horas en Miami, así que tenía que intentar aprovecharlas dándome al menos un paseo por donde estoy alojado. Por eso, elegí un hostal en pleno Miami Beach, para conocer al menos lo más célebre de una de las ciudades más célebres de Estados Unidos. ¿Hay alguien que no tenga una idea preconcebida de Miami?

A las 6.30 ya estaba en la calle, en Collins Avenue. En cinco minutos ya estaba en Ocean drive y dos después a escasos metros del gran océano Atlántico. Tengo las zapatillas y los calcetines llenos de arena.

En estos lugares tropicales parece que la vida empieza antes. Lo primero que he visto es a mucha gente corriendo, por el asfalto o por la misma playa. También me he encontrado a unas cuantas personas sin hogar, recién despertadas y ofreciendo alimento a las gaviotas. Siguiendo mi paseo, donde termina la pequeña península, he encontrado lo que uno espera encontrar en Miami, numerosos surferos buscando las primeras olas de este miércoles. Hacía bastante fresco, hasta que el sol y la temperatura se han puesto de acuerdo para subir.

Desde ahí, desde la South Beach y desde el South Pointe Park (me han impresionado los avisos de cuidar la fauna, animales como el pez sierra o el manatí), he vuelto hacia el norte por la Washington Avenue hasta llegar a Lincoln Road, una calle perpendicular y peatonal con numerosos teatros, comercios y establecimientos de todo tipo, cerrados todavía. Mi última visita rápida ha sido al exuberante Flamingo Park.

Surferos en South Beach Surferos en South Beach

Han sido tres horas de paseo por esta zona de Miami. Suficiente para poder decir que he estado aquí, insuficiente para hacer otras afirmaciones más allá que las ya expresadas. Una más si acaso: efectivamente, el español se escucha al mismo nivel que el inglés o puede que incluso más, al menos por donde he estado.

Hoy escribo pronto el capítulo porque va a volver a ser un día de avión. A las 15.00 me monto en uno que me dejará a las 17.00 en Atlanta. Tengo una hora para sacar la tarjeta de embarque y encontrar la puerta del nuevo vuelo. A las 18.00 sale mi último aeroplano del viaje de ida. Si todo va como lo organicé, esta noche estaré en Quito 38 horas después de haber abandonado Madrid. A cambio, me he ahorrado más de 100 euros y he saludado Miami.