Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap.18. 26-12-2014. Ecuador (18). En Otavalo

Acercándonos al final del viaje

Ya estamos en plena recta final del viaje. Si fuera justo elegir un momento cumbre del mismo, quizás fuera la ascensión de ayer al Cotopaxi. Además, situada tan cerca del final, parece que el resto de los días son solo la plataforma de despegue antes del regreso.

No por ello vamos a dejar de disfrutar los últimos lugares. Ayer dedicamos el día a descansar en Latacunga después de bajar del volcán. Esta mañana también ha sido tranquila. Mientras Nacho y Marta se han ido a entrenar, yo he dado mi último paseo por la ciudad que al final mejor voy a conocer en Ecuador.

Algunos regalos

Alrededor de las 11.30 nos hemos ido del hostal en el que nos hemos alojado todos estos días. A la cartera y a la botella de vino que nos habían regalado anteriormente, hoy han añadido una pulsera para cada uno además de todos los cafés y los chocolates que nos hemos tomado estos días. Hemos estado a gusto en Latacunga.

Nos hemos dirigido con todas nuestras mochilas a la terminal de autobuses de la empresa Cita. Más tarde de lo que esperábamos, a las 13.15, ha partido nuestro vehículo hacia Otavalo, sin necesidad de pasar por Quito. Hemos llegado a nuestro destino a las 17.15.

Otavalo está llenísima de gente. Es otro de los sitios turísticos por antonomasia de Ecuador, lo que se nota de sobra nada más llegar a las calles céntricas. Hay cantidad de hostales de todos los precios. En el que nosotros nos hemos quedado finalmente, en apenas diez minutos han entrado dos personas preguntando por habitaciones para 20 y 40 personas.

Instalados ya, nos hemos dado un paseo hasta la plaza de Los Ponchos, muy famosa por la gran escultura de tres personas vestidas al modo tradicional pero sin establecimientos en los que entretener el tiempo. Otavalo es conocida principalmente por la artesanía de cuero y de lana, y en el poco rato que llevamos aquí ya nos hemos dado cuenta.

Buscando hielo para acompañar el vino de Latacunga y la bebida de cola que hemos comprado, hemos recorrido buena parte del centro de Otavalo. El paseo ha sido bonito pero improductivo: ni en los grandes supermercados ni en las pequeñas tiendas de barrio (ni siquiera en la del señor Díaz, en la que todo el mundo confiaba) hemos sido capaces de encontrarlo. Su sustituta tampoco nos disgusta.

Sí tenemos ya la comida que vamos a preparar en breve en la cocina del hostal. Hoy ha sido un día de transición. Mañana conoceremos un poco Otavalo.