Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 170. 15-6-2018. Una ruta con cuatro paradas: Peñafiel, Villafáfila, Urueña, Wamba

Hoy viernes tenía tiempo y tenía que desplazarme de Soria a Valladolid, así que he hecho una ruta tranquila con cuatro paradas y algunos kilómetros de más.

Parada 1. Peñafiel

He estado poco rato, apenas para tomar algo en la plaza del Coso, a la que hacía años que no subía, y para hacer dos fotos del castillo desde lejos. El castillo es la imagen icónica de Peñafiel, pero la plaza del Coso es preciosa, no sé si existe algo parecido en España.

Parada 2. Lagunas de Villafáfila

Mis tres paradas siguientes eran tres lugares que tenía apuntados desde hace años y años, alguno más de 30.

El primero, las lagunas de Villafáfila. En el ranking de los humedales más importantes de España se encuentra muy arriba, especialmente entre los esteparios.

Cuando he llegado a esta Reserva Natural eran alrededor de las 15.00 y estaba cerrado el Parque de Fauna. He hecho tiempo acercándome hasta el mirador de Otero de Sariegos, desde donde se tiene una bonita vista de la Laguna Grande pero con las aves demasiado lejanas.

He vuelto por caminos hasta el Parque de Fauna, que abría a las 16.00. Allí, en un par de lagunas artificiales, pueden verse de cerca y desde varios observatorios muchas de las aves que pueblan Villafáfila. Empiezan a verse algunos pollos en las pequeñas islas de estas lagunas.

El último mirador no da a esas dos lagunas sino a un pequeño trozo de estepa en el que me han advertido de la posibilidad de ver avutardas. No sé si he tenido suerte o no, pero ahí estaban dos hermosos ejemplares de esta gran ave.

Parada 3. Urueña

Desde hace unos años, se ha convertido en uno de los pueblos más famosos de Valladolid. Urueña ya tiene méritos de por sí para serlo, sobre todo por su bien conservada muralla que rodea casi toda la localidad, con un par de puertas de entrada, un torreón y un castillo.

Pero lo que hace diferente a esta localidad es la impensable cantidad de librerías que la pueblan. No habrá en el mundo otra población con más librerías por habitante, y por ello es denominada la Villa del Libro.

Esta iniciativa surgió en 2007, y ahora hay aproximadamente una veintena de librerías. En realidad, no abren todos los días salvo alguna de ellas, sino solo los fines de semana. Hoy he pasado por una decena y solo estaba una abierta.

En Urueña también está desde 1991 la sede de la Fundación Joaquín Díaz, especializada en la conservación y difusión del patrimonio cultural tradicional de Castilla y León.

Parada 4. Wamba

De camino a Valladolid, y antes de que empezara el partido de España, todavía me daba tiempo a parar en Wamba, pueblo que deseaba conocer desde hace alrededor de 30 años. ¿Por qué? Primero, por su curioso nombre adquirido de uno de los reyes visigodos. Y segundo, y sobre todo, por el osario que se conserva en su iglesia de Santa María.

La iglesia, románica del XII con trazas de mozárabe del X, me ha parecido muy interesante, supongo que gracias a que he llegado en el momento en el que comenzaba una visita guiada a la que me he sumado.

Sin embargo, no creo que muchas personas se detuvieran a ver esta iglesia si no fuera por lo que esconde una de las capillas situada en el antiguo claustro, un increíble osario en el que se conservan alrededor de 3.000 esqueletos. Las numerosas calaveras le dan al lugar un aspecto muy especial, es de esos lugares que ganan en directo respecto a lo que muestran las fotografías.

Es el mayor osario de España, y eso que llegó a tener algunos miles más de cadáveres que llegaban a hacer bóveda en toda esta pequeña capilla. ¿Quién se los llevó pues? Según nos han explicado, las Universidades de Medicina de toda España. Gregorio Marañón, por ejemplo, se llevó un importante cargamento de huesos para ayudarle en sus estudios. Los restos tienen entre 800 y 400 años aproximadamente.

De ahí ya me he venido a Valladolid a ver el España-Portugal. Además de los pueblos, me ha gustado mucho cómo están de verdes, rojos y amarillos los páramos de la Tierra de Campos, así como los bonitos bosques de pinos y encinas de los Montes Torozos que he atravesado por estas carreteras secundarias en las que apenas me he cruzado con nadie.