Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 159. 9-3-2018. Irán (4)

Día completo en Isfahan

Hemos dormido en casa de Arefe, Mohsen y sus padres como si lo hubiéramos hecho en la nuestra. Allí mismo hemos desayunado de nuevo con abundancia, y la primera visita del día ha sido una de aquellas que no aparece en las guías de turismo. Con Arefe y la madre nos hemos acercado en coche hasta lo que ellos llaman el jardín, un extenso terreno situado a las afueras de Najafabad, donde tienen plantados numerosos almendros. Allí también hay una piscina y una casa de campo para pasar algunos días o fines de semana, sobre todo del verano.

Hemos regresado a la casa a recoger nuestras mochilas y desde allí la madre nos ha llevado hasta la estación de taxis, donde nos hemos despedido de ella. En taxi, por tanto, ha sido nuestro siguiente trayecto, de nuevo hasta nuestra vieja conocida, la inmensa plaza de Naghsh-e Jahan.

Entre los almendros

En sus alrededores hay varios edificios de gran importancia histórica, como ya dije ayer. De ellos, esta mañana hemos visitado un par. Primero, el gran palacio de Ali Qapu, construido desde el siglo XVI aunque terminado de levantar como se conoce ahora en el XVII. Desafortunadamente, estaba cerrada por obras la 'veranda', la gran estancia desde la que se debe tener una espectacular visión de la plaza. La más bonita de las seis plantas de Ali Qapu es la sexta, la llamada sala de música. Está construida a base de cerámicas huecas, con volúmenes que absorben o expanden el sonido en una acústica pensada milimétrica hace cientos de años y difícilmente mejorable ahora.

La sala ded música de Ali Qapu

Tras Ali Qapu, ha sido necesario cruzar tan solo la plaza para entrar a la mezquita que ayer no visitamos, llamada del Jeque Lotf Allah y autoproclamada la más bonita del mundo. No es de un gran tamaño, pero su sala central sí merece una visita. En la actualidad no se utiliza para el rezo diario de los chiíes, que tienen a unos metros la Gran Mezquita.

Ya iba siendo hora de comer, así que Arefe nos ha conducido a un sitio especial para probar el beryani, la comida típica de Isfahan. Nos hemos encontrado una fila inmensa donde tendríamos que esperar una media hora, así que nos hemos dirigido a otro local más pequeño pero tambien con bastante gente. La totalidad de las personas del restaurante comíamos lo mismo, esta carne de oveja como picada y que se va comiendo poco a poco con el pan típico de aquí, similar al de los kebab aunque extendido y quizás algo más grueso. Lamento no haber hecho foto.

Aprovechando que estábamos cerca del hotel (olvidé decir que hemos cogido una habitación nada más dejar el taxi), hemos ido a coger algunas cosas y dejar otras, pero sin tiempo de descanso. Al salir, junto a Arefe, se encontraba otra compañera suya de Arquitectura, Tina, quien nos ha acompañado el resto de la jornada.

Patinando a orillas del río

Los cinco, un poco apretados, hemos ido en taxi hasta nuestro siguiente destino, el Jardín de las Flores, un lugar del que los habitantes de Isfahan se sienten especialmente orgullosos por el oasis verde y de todos los colores que supone en una zona sin apenas agua.

De hecho, nuestra siguiente visita ha sido una que nos apetecía especialmente: los puentes de Isfahan. El gran río Zayandeh Rud es atravesado por varios puentes modernos para que autobuses, motos, coches, camiones y furgonetas pasen de un lado a otro de a ciudad. Pero no eran esos puentes los que nos interesaban, sino los cinco antiquísimos, de ladrillo, cerrados a los vehículos a motor y lugar de reunión para los habitantes de la ciudad, que allí se encuentran con sus amigos, con sus parejas, cantan, ver pasar el tiempo...

Hemos estado en tres de los cinco: el Khaju (el más monumental), el Si-o-se Pol (el más largo con casi 300 metros) y el que se encuentra entre ambos, el Choobi. Los puentes como tal impresionan, sobre todo hoy que los hemos encontrado cerca de atardecer, pero impresionan aún más por el hecho de que el Zayandeh se encuentra completamente seco a pesar de su gran caudal.

Hotel Abbasi

Para terminar las visitas, hemos entrado al precioso hotel Abbasi. De él se dice que es el hotel más antiguo de Irán y, probablemente, del mundo. Encontraréis en internet que los no huéspedes solo pueden entrar pagando una tarifa muy alta. Pues bien, esto también es internet, y nosotros hemos podido entrar gratis con la condición de consumir algo en el bar, a precios bastante bajos, poco más de un euro el té. La intercesión de Arefe y Tina, claro, ha sido fundamental para ello, porque han estado hablando dos o tres minutos con el señor de la puerta. El hotel tiene más de 300 años y, para ser un cinco estrellas, su precio también es asequible para quien quiera y pueda pasar unos días de total tranquilidad. Habíamos hecho una apueta y hemos preguntado el precio en recepción...

Para terminar, alrededor de las ocho, nos hemos encontrado con Mohsen, el amigo de Pablo y Marina y hermano de Arefe, que venía hoy mismo de Teherán. En su coche, los seis, nos hemos dirigido a Jolfa, el barrio cristiano por la comunidad armenia instalada allí desde hace cinco siglos. Situado al sur del río, Jolfa es otro barrio animadísimo de Isfahan, con numerosos restaurantes, tiendas y, lo más importante, personas.

Mohsen nos manda sentidos recuerdos para sus amigos sorianos, a los que conoció en un viaje nocturno en tren, así que los mando desde aquí. Alrededor de las once de la noche, después de un largo día de andanzas, nos han dejado de nuevo en nuestro hotel. Gracias.