Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 141. 5-8-2017. Londres. Mundial de Atletismo (2)

Largo paseo desde London Bridge hasta Piccadilly Circus

Aunque el titular genérico de estos días sea 'Londres. Mundial de Atletismo', he de dejar claro que el Mundial era la causa para venir a la capital del Reino Unido, pero que aquí voy a contar cosas diferentes a las que sucedan en el interior del precioso Estadio Olímpico, en cuyo interior ya me encuentro esperando que empiece la jornada vespertina.

Esta mañana, siguiendo mis planes, nada más despertarme me he dado un paseo por el Parque de Greenwich. Parece mentira que se respiren esa tranquilidad y esa naturaleza en un lugar que puede considerarse el centro de Londres. He tenido suerte con el alojamiento. En esta escapada matutina he visto un tilo y he cruzado sin paso de cebra delante de un coche de la Policía, anécdotas que no contaría si no hubiera sido porque justo las había soñado la noche anterior. Y se me ha materializado un tercer sueño, pero ahora no recuerdo cuál.

Tras el ejercicio matutino, regreso al hostal (dentro de su baratura, me encantan algunas cosas que tiene y que no había visto en casi ningún alojamiento de este tipo) para ducharme e iniciar mi jornada turística.

Barrio de Mayfair, repleto de autobuses para turistas y londinenses Barrio de Mayfair, repleto de autobuses para turistas y londinenses

Con mi Oyster Card, he cogido el tren y en pocos minutos me he bajado en Cannon Street, al otro lado de London Bridge. Mi objetivo básico era darme una vuelta de unas cuatro o cinco horas con algunas paradas en lugares o establecimientos que me llamaran la atención. También he intentado entrar al Museo Británico, pero había una cola que no tardaría menos de una hora en disiparse. Además, ya estuvimos allí en 2011, en aquel inolvidable viaje en el sentido literal de la palabra con César, Luis, Óscar y Víctor.

Antes de llegar al British, he pasado por la catedral de San Pablo. Aunque sea impresionante, preferiría que estuviera aquel templo de madera del primer milenio y que se quemó en el gran incendio de 1666.

Tras pasar por otro de los monstruosos edificios que tiene Londres, sus Reales Tribunales de Justicia, mi siguiente visita ha sido al Covent Garden. Viendo el ajetreo que se vivía en este lugar tan característico de la ciudad (artistas y puestos callejeros, echadores de cartas, vendedores de baratijas, paseantes y más paseantes), podía haberme imaginado lo que me he encontrado luego en el British.

Mimo en Covent Garden Mimo en Covent Garden

Mi idea era visitarlo y venirme al Estadio, pero como he decidido saltármelo, he continuado mi paseo. A partir de ahí, todo es famoso, condición que Londres comparte con muy pocas ciudades del mundo: he bajado Oxford Street hasta Oxford Circus, donde he cogido Regent Street para ir hacia Piccadilly. De camino, me he desviado para ver la curiosa casa que compartieron Handel y Hendrix, y que desde el año pasado es un museo común. Realmente, uno vivió allí 36 años en el siglo XVIII y otro apenas unos meses en los años 60 del pasado siglo. Y tampoco en el mismo inmueble, sino pared con pared... hasta que tiraron se tabique para hacer ese museo único.

Tras otra vuelta por Bond Street donde no he visto nada que me convenciera en sus escaparates, y después de comer un uno de esos sitios preciosos y baratos que abundan en estas ciudades, he ido hasta Piccadilly, donde siguen de obras sus grandes paneles luminosos (leer). Allí he cogido ya el Metro, abarrotadísimo, para venirme a Stratford, más abarrotado aún.