Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 117. 24-3-2017. Uganda (1)

Intenso y tranquilo acercamiento a la capital Kampala

Son las nueve de la noche en Kampala, siete de la tarde en España, y llevo un día de una intensidad y de una tranquilidad que parece que no me salen las cuentas. Ha influido, sobre todo, mi tempranísima llegada al aeropuerto de Entebbe, alrededor de las tres de la mañana. Allí he tenido que enseñar la cartilla de vacunación (obligatoria la fiebre amarilla, creo) y he conseguido ahorrarme los 50 dólares del visado por la acreditación para el Mundial de Cross de pasado mañana, excusa primera o última de este viaje.

Por esa misma condición de acreditado, he compartido autobús hasta el Metropole Hotel con todo el equipo de Eritrea, con una atleta del Congo y con un militar armado. Al principio impresiona, pero ya me estoy acostumbrando: hay decenas de policías o militares armados por toda Kampala, y para entrar a los hoteles, centros comerciales o bares un poco lujosos hay que pasar un control de armas.

Foto desde el boda-boda Foto desde el boda-boda

A las 5.00 estábamos en el Metropole. Los policías me han conminado a que me quede ahí hasta que amaneciera: "A partir de las siete, sin problemas". Y eso he hecho, dormir un par de horas en un sofá hasta que ha amanecido. A las cinco, cuando veníamos en autobús, ya se veía gente, así que lógicamente ahora pasadas las siete había mucha más.

En 20 minutos o algo menos, y preguntando, he llegado a mi hotel. Era tan pronto que no podía registrarme aún. Me he tomado un café gentileza de la casa, he husmeado en internet, he hablado con un par de españoles (se navega más en un día en el sitio que en decenas de horas desde casa en internet) y he regresado al Metropole Hotel, no para solucionar algún olvido sino para recoger la acreditación. En teoría era a las 9.00, pero no han montado el garito hasta las 9.30.

De ahí, andando, me he ido al Uganda Tourism Board, que está al lado, a ver si gestiono algo para el resto de mis días ugandeses. Nuevo regreso hacia el hogar, que se encuentra justo al lado del Acacia Mall, donde he entrado un par de veces a lo largo de la mañana para tomar un café y comprar agua. Entretanto, me he comido un bocata que voló conmigo desde Barajas.

Bailes ugandeses Bailes ugandeses

Todavía con la adrenalina haciendo sus efectos, y de resultas de una conversación que he tenido en el Acacia Mall, he cogido un boda-boda hasta Kampala Road. Mañana lo explicaré en el Bazar (espero), pero un boda-boda es una motillo en la que jóvenes ugandeses te llevan a cualquier lado de la ciudad por 3.000 chelines. Un euro se compra a 3.800 (algo menos en el aeropuerto). Hay algunos que son 'Safe', oficiales, y esa seguridad viene de que le dan un casco al pasajero.

Mi excursión a Kampala Road ha servido para empaparme del caos de Kampala en el trayecto y para vender algunos dispositivos electrónicos que hacía años que no utilizaba. Hay decenas de tiendas de todo tipo y miles de personas. Me daré algún capricho con esos chelines.

Tras mi regreso al hostal, siempre en boda-boda, ya no podía más y me he echado una siesta de 15.30 a 16.30 más o menos. Me he duchado tranquilamente y, poco antes de las seis, he salido a la última actividad del día: un encuentro de los medios con el alcalde de Kampala, con comida, bebida y, por supuesto, bailes tradicionales. Ha sido en el Sheraton, donde una vez más hemos pasado el ritual del control de armas.

Se nos ha hecho de noche poco después de las siete y cuarto. Junto a otra periodista canadiense que se aloja por el Acacia Mall, hemos regresado al barrio, ahora en dos bodas-bodas, aunque no es raro ver a tres personas en una de estas motillos, y a veces hasta cuatro.

Poco después de las ocho ya estaba en el hogar. En unos minutos empieza el partido de España contra Israel, pero creo que me enteraré mañana, si me entero, del resultado. Mañana, más Kampala.