Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Asturias: La sorprendente Sierra de Cuera y los bufones sin agua de Pría

Un año más, hemos viajado al asturiano Concejo de Cabrales para disfrutar de algunas de sus maravillas y de otras cercanas en Asturias. Esta excursión de tres días ha sido una excursión de descubrimientos y de reencuentros, iniciada la tarde del miércoles en Soria junto a Cristina, Félix y Luis Ángel. Para llegar a Cabrales elegimos el camino más corto en kilómetros, muy hermoso, bastante más lento que el 'normal'. Llegados a Aguilar de Campoo desde Burgos y después de comer en Sotopalacios, seguimos por Cervera de Pisuerga, San Salvador de Cantamuda, Piedrasluengas, Potes, Desfiladero de la Hermida, Panes y Arenas de Cabrales, donde paramos a comprar en un supermercado y a tomar algo. De ahí, a Puertas, nuestro hogar asturiano desde 2011.

1. Pico Torbina o Turbina, descubrimiento en Sierra de Cuera

Cada vez que vamos a Puertas, como los caballos en las plazas de toros, parece que nos ponen algo en la cabeza que solo nos permite mirar de frente, hacia los Picos de Europa, bien para participar en las carreras, bien para subir alguna de sus montañas. Esta vez, decidimos quitarnos ese algo y mirar hacia atrás, a la Sierra de Cuera. Impresionante. De los pocos más de cien metros de altitud de Arenas se llega en unos minutos en coche a Arangas y, de ahí, siguiendo una estrechísima carretera de cemento, a la Cabaña Trebes. Desde ahí, una ruta de poco más de siete kilómetros eleva a los montañeros (en este caso Félix y Luis Ángel) a los 1.315 metros. Ese desnivel de 1.200 metros debería otorgar a la Sierra de Cuera un lugar mucho más preeminente entre las montañas de España, pero  queda opacada por la cercanía y la inmensidad de los Picos de Europa. Mientras unos subían, otros bajábamos por el cemento. A la izquierda veíamos la silueta inconfundible del Peñamellera. En Arangas disfrutamos de un café en una tienda-bar llena de sabor y una hora después, entretenidos buscando algunas castañas tardías, llegábamos a Arenas por la carretera. Tiempo habrá.

2. Arenas de Cabrales, la Travesera más presente

En Arenas de Cabrales pudimos disfrutar tomando algo en una terraza de la plaza, antes de dirigirnos, para encontrarnos los cuatro, al lugar en el que cada mes de junio se sitúan las metas de la Travesera y la Traveserina. Allí cerca se ha colocado un nuevo podio, una gran señal de la mítica prueba de montaña, unas placas con los nombres de todos los ganadores... 

3. Asiegu, Mirador del Urriellu y Casa Niembro (sidra y 100% sin gluten)

Nuestro siguiente destino estaba cerca, Asiegu, Pueblo Ejemplar de Asturias de 2019, lo que ha aumentado el ya de por sí elevado número de turistas que cada año acuden a esta localidad a disfrutar de su bonito Mirador del Urriellu. En Asiegu comimos, y más concretamente en Casa Niembro, un restaurante donde toda la carta es sin gluten. Era nuestra segunda vez allí. En la tercera intentaremos visitar el lagar, pues la relación de este lugar con la sidra es muy estrecha. En Soria comeremos algo del cachopo que no pudimos finalizar allí.

4. Carreña, una visita a la capital

La capital del Concejo de Cabrales es Carreña. Habíamos pasado decenas de veces por allí, y algunas de ellas habíamos parado en los bares de la carretera, pero hemos tenido que esperar a este viaje para darnos un paseo sosegado por sus calles. Como sucede con muchos pueblos, Carreña 'engaña', ya que se extiende hacia adentro bastante más de lo que pudiera pensarse viendo la travesía. Muy bonito puente y casas coloridas.

5. Puertas, nuestro hogar en Asturias

Ya caída la noche, subimos de Carreña a Puertas, a descansar un rato en la casa antes de ir al que fue durante 70 años el bar de la localidad, Casa Luisa, hasta su cierre el año pasado, en junio. Cuando fuimos el año pasado en verano aún se conservaba la barra, que este año ya no está. Sus propietarios son también los de las casas rurales donde llevamos alojándonos más de una década. Aquí cenamos el miércoles y aquí cenamos este jueves, compartiendo mesa con la familia de Puertas y echando de vez en cuando un vistazo al partido entre Japón y España. Nos costó enterarnos de que España no estaba eliminada a pesar de la derrota. La cena, como siempre, palabras mayores, con mención especial al arroz con leche. Pronto nos acostamos y pronto nos hemos levantado hoy viernes, para dar un breve paseo por el camino que va hacia Asiegu. Hacía una mañana fresca pero sin una sola nube. Poco después de las diez nos hemos despedido para seguir ruta, ahora costera.

6. Los Bufones de Pría, sin agua pero bufando con potencia

La época buena para visitar los Bufones de Pría es esta, el invierno. Hoy, de puro bueno, el día no ha acompañado. Aun así, nos advirtieron de que solo el paisaje ya merecía la pena. Y así ha sido. Hemos aparcado en Llames de Pría y hemos caminado hacia este paraje de los Bufones: agujeros de varios tamaños por los cuales, en días de viento y con la mar alta, salen grandes chorros de agua. Hemos calculado para llegar en pleamar, pero no ha habido chorros. A cambio, nos han impresionado los bufidos en sí que salen por agujeros minúsculos, ruidos que casi llegan a asustar si pasas junto a uno de esos agujeros justo cuando se producen los bufidos.

7. Llanes siempre merece una parada

Todos conocíamos Llanes pero todos hemos convenido en que no pasaba nada por volver a visitar una de las grandes poblaciones del Oriente asturiano, tan monumental y marinera. Hemos aparcado junto al puerto y nos hemos dado el clásico paseo hasta el final de los Cubos de Ibarrola, mientras bandadas de gaviotas se aprovechaban de los restos que pescadores lanzaban al mar. Cerca del puerto hemos comido, antes de montarnos en el coche para buscar nuestro último destino del viaje.

8. Cobijeru, una cueva junto al mar cerca de Buelna

En el bar de Llames de Pría donde hemos tomado algo hemos pedido una recomendación para visitar un nuevo lugar. La camarera nos ha propuesto la playa de Cobijeru, junto al pueblo de Buelna, antes de llegar a La Franca según el recorrido que llevábamos nosotros. Hemos aparcado junto a una gran casa señorial en Buelna y hemos dado un paseo de unos quince minutos hacia Cobijeru. Si en los Bufones de Pría necesitábamos la mar alta, aquí la necesitábamos baja, para poder entrar a una cueva que del otro modo no sería accesible. Ya solo el paisaje merece de nuevo la pena. Nos hemos hecho un poco de lío y no todos hemos visto la cueva que buscábamos, pero ya la veremos a la próxima. Hay ciertas cosas para las que no hemos tenido tiempo que requerirán una inminente visita.