Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 275. 29-11/1-12-2021. Ascensión al volcánico y frondoso Monte Longonot (Kenia 1)

Dentro de algunas décadas o de unos pocos siglos, la existencia de las fronteras resultará a los ojos de los humanos como a los nuestros resultan la esclavitud o las Cruzadas.

Mientras tanto, y como somos hijos de nuestro tiempo además de unas viajeros irredentos, seguimos visitando y tachando países: Kenia, el 56.

Airbus A380

Antes de ayer lunes, un grupo de ocho personas (entre ellos algunos atletas, entre estos algunos sorianos) nos juntamos en el aeropuerto de Barajas, Madrid. A las 14.25 tomamos el primer vuelo, el EK142 con destino a Dubai. Volamos en Emirates, y creo que para todos nosotros era nuestra primera experiencia en el Airbus A380, ese mastodonte aéreo que ya ha dejado de fabricarse porque las compañías que lo adquirieron, sobre todo Emirates, consideran que un aparato de más de 800 plazas posibles no termina de resultar rentable.

Después de siete horas por los aires, aterrizamos en otro mastodonte como es el aeropuerto de Dubai. Allí fue necesario un gran paseo para coger el siguiente vuelo, el EK721 Dubai-Nairobi de las 2.10, otro aparato grande, esta vez un Boeing 777.

Este vuelo fue más pesado por la hora (plena noche), por la acumulación (cinco horas más) y porque el avión iba completamente lleno, al revés que el anterior. Nada de ello impidió que ayer martes poco después de las seis de la mañana, siempre hora local, aterrizáramos en la frenética Nairobi, la gran orbe de África del Este y una de las grandes ciudades africanas.

En el aeropuerto nos separamos. Por un lado, los atletas que viajaron con nosotros y otros que se les agregaron. Y por otro lado, Nacho, Sergio y yo.  Volveremos a vernos.

Allí mismo nos esperaban de nuestro hotel, situado en pleno CBD, el Central Business District.

Kipchoge, ídolo en Kenia

Nada más registrarnos en el hotel, y antes de hacer lo que más nos apetecía, cerramos en recepción las excursiones que elegimos para los próximos días. De ahí, directos a una siesta del carnero que se prolongó durante más de dos horas.

Por la tarde, lo típico del primer día en un país con divisa distinta: comer, cambiar algo de euros en chelines, un par de regateos para dos sencillas compras y regreso al hotel, donde pasamos media hora en el gimnasio antes de pedir que nos trajeran la cena.

Madrugar y al monte

Muy pronto estábamos durmiendo, porque hoy nos hemos levantado a las seis para desayunar y para encontrarnos con el conductor de la primera excursión: al Monte Lonongot. Esta gran montaña de casi 2.800 metros es un volcán inactivo cuya última erupción data de alrededor de 1860.

La carretera que une Nairobi con este Parque Nacional es la misma que va del puerto de Mombasa, en el Indico, a países como Uganda, Ruanda o Burundi. Esa es la razón por la cual nos hemos encontrado cientos y cientos de camiones tanto a la ida como al regreso. Hay otra carretera más o menos paralela, pero está prohibida para camiones.

Vistas de la cima

En poco más de hora y media estábamos en la puerta del Parque, donde nos esperaba nuestro guía, Joshua. La excursión al Longonot parte de 2.100 metros, llega a los 2.780 y salva entre medias varios desniveles diferentes a los esperados en el sentido de la marcha, así que la final se superan casi 1.000 metros positivos en los poco menos de 14 kilómetros de caminata.

Y no son desniveles nada constantes, sino concentrados. Después de un inicio suave, se llega a la barandilla del cráter tras un breve pero fortísimo ascenso. Por suerte, hoy no había nada de barro ni lluvia. Este tramo desde la entrada hasta el cráter son 3,1 kilómetros.

El cráter impresiona. Es un círculo casi perfecto cuya circunferencia es de 7,2 kilómetros, así que quien quiera saber su superficie y el resto de medidas solo tiene que utilizar las fórmulas matemáticas que aprendió en la escuela.

Dentro de esa superficie, y salvo un par de terrenos minúsculos en los que es posible acampar, hay exactamente los árboles que caben, varios de ellos de más de 30 metros de altura según nos explica Joshua.

Numerosos herbívoros ante nuestros ojos

A pesar de esa extrema frondosidad, en el cráter viven leopardos, además de otros vertebrados más habituados (todavía) a la vida arbórea como monos o serpientes. Los leopardos deben abandonar el cráter para cazar algunos de los herbívoros que hemos visto en el camino como cebras, antílopes, búfalos y, justo al final, cuando ya estábamos al lado del coche, una jirafa espectacular y solitaria.

Le hemos dado la vuelta al cráter en más de un 80 por ciento. Poco antes de la mitad de la circunferencia, después también de un empinado ascenso, se llega a la cumbre. Desde ahí, además de otro pequeño cráter, varias poblaciones, el gran lago Naivasha y largas y verdes extensiones de terreno, se ven numerosas columnas de humo. Pero no, por suerte no es humo sino emanaciones sulfurosas de gran tamaño, que en algunos de estos lugares se utilizan para la obtención de electricidad.

Poco antes de dar la vuelta completa, Joshua nos ha desviado por otro camino de bajada para hacer la ruta completamente circular. En este tramo, además de varios animales, hemos entendido el concepto de Longonot, que viene de la palabra masai Oloonongot, que significa algo así como "muchos valles pequeños" y que podría haber sido utilizada por León Gieco para su canción "Ojo con los Orozco".

En el hotel

Nos ha tocado cruzar alguno de estos minivalles volcánicos y, justo cuatro horas después de salir, hemos llegado al lugar donde nos esperaba el conductor.

Hemos decidido volver a Nairobi a comer y a darnos un baño en la piscina del hotel, aunque se haga algo tarde. En el camino de vuelta, junto al abundantísimo tráfico pesado, hemos visto varios babuinos a la orilla de la carretera. También hemos vuelto a descender al larguísimo (6.000 kilómetros) y estrechísimo Valle del Rift, que pasa justo por aquí.

En la subida de este valle se ubican muchos puestos de venta de bebidas y recuerdos, hoy sin muchos turistas pues es temporada baja y porque tampoco el planeta vive su mejor momento global, aunque todo el mundo al que le hemos preguntado aquí nos ha reconocido que 2021 ha sido bastante mejor de lo esperable tras el nefasto y nulo 2020.