No tenía intención de comprar nada cuando me acerqué hasta el rastro de antigüedades que se levanta cada mañana de domingo en la zaragozana plaza de San Francisco pero en cuanto lo vi allí, entre las monedas, los sellos, las postales y los libros antiguos, no pude resistirme. ¡Qué contentos se van a poner los niños cuando llegue a casa con el nuevo abuelito!
Ilustración: Lola Gómez Redondo
Genial y divertido.
¡Qué difícil es contar una historia así en tan poco espacio! Enhorabuena Raúl, con admiración. Un microrrelato estupendo.
😀
Es usted un genio…
Muchísimas gracias Matilde, Marcos y Carlos por vuestras palabras.
Muchísimas gracias Juan por tu 😀
Aquí estoy, he decidido empezar por el primero…
Este te lo leí, fue si no me equivoco mencionado en el concurso del Heraldo del año pasado…
Me gustó mucho y lo tenía guardado.
Por cierto me gusta que pongas títulos a tus microrrelatos, como debe ser.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Gracias David. Si, este texto participó en el Concurso de Heraldo de Aragón. En cuanto a los títulos, me dan tanto respeto (un mal título puede cargarse un relato) que si no encuentro el adecuado prefiero no poner ninguno. Pero aquí no tengo escapatoria.
Respeto es normal, no siempre se encuentra el adecuado, el que no desvele demasiado, el que aporte pero lo justo… pero pienso que no por eso deben quedar en blanco, desnudos, incompletos. Los títulos son parte de los microrrelatos, incluso en algunos complementan y determinan el sentido de los mismos y se hacen imprescindibles. Ya será destreza del autor…
Un ejemplo:
Asesino en serie
Petrificada se quedó la pitonisa cuando leyó las cartas de su cliente.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Muy buen microrrelato. Gracias David.
Me ha encantado….Ya no se encuentra allí pero Zaragoza tiene muchos rinconcito preciosos. Eres un genio escribiendo.