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Mártir I

Fotografía de Marián Carrera

Quiteria

era una santa. Y la chica de mi colegio con la mirada más triste que

haya visto nunca. Motivos no le faltaban, esa es la verdad. A veces,

los niños pueden resultar muy crueles. Y con ese nombre pronto se

convirtió en el objeto de las burlas de sus compañeros de clase. Ya

saben: ¡Quita Quiteria! acompañado de un empujón. Y cosas por el

estilo, que en esto de las mofas no es necesario ser ingenioso, basta

con tener la intención de hacer daño. Si a eso le añadimos que

era espigada, pecosa, de cabello bermejo y que un amasijo de hierros

se ocultaba en su diminuta boca (por aquel entonces los aparatos de

dientes no eran tan discretos como los de ahora) no era pues de

extrañar que le sobraran los motes y le faltaran los amigos.