El niño se paró frente al cuerpo tendido sobre los cantos del río. Pese al tono verdoso de su piel y la visible hinchazón, lo que le llamó la atención fueron aquellos enormes ojos abiertos a punto de salirse de sus cuencas. Una sensación hasta ahora desconocida recorrió su pequeño cuerpo y como había visto hacer en tantas ocasiones a la pescadera de manos regordetas, sirviéndose del extremo del palo que portaba para abrirse camino entre los matorrales, extrajo con la precisión de cirujano ambos globos oculares. Luego le abría de regresar ese mismo impulso irrefrenable cuando al prestar declaración ante la Guardia Civil por el hallazgo del cadáver, reparara en los ojos de huevo del sargento, todavía con el palo firme en la mano.
Texto finalista en el programa radiofónico Negra y criminal de la Cadena Ser.
Impresionante relato…No deja de sorprenderme la capacidad que tienes de escribir. Cada nueva historia precisa de una intriga única. ¡Me encanta!
Inquietante como lo es el espacio Negra y criminal. Enhorabuena por haber sido seleccionado.
Gracias!!
Fue todo un honor «morir» a manos de Carlos Salem y su despiadado jurado.
Vaya con el niñito!!
Los niños son con diferencia los que más miedo dan en las historias de terror. Esa mezcla de inocencia y perversidad los hace ciertamente perturbadores.