Blog | Periodista y cocinera

Sobrevivir a la Navidad (y a sus comilonas)

C0nsejos vendo y para mí no tengo. Eso pensaría mi madre si leyese este post en el que voy a dar pistas sobre cómo pasar por la Navidad sin que los nervios de los menús y las indigestiones acaben con uno. O al menos, todo esto es lo que me gustaría a mí que me pasara. Año tras año hacemos en mi casa propósitos prenavideños sobre las comidas y cenas de los días señalados, del tipo "unos aperitivos, un segundo, un postre ligerito y ya". Luego llegamos a la mesa y ahí está, el banquete pantagruélico de cosas estupendas que no puedes no comer, así revientes. Así que voy a escribir estas pistas a seguir, por si se me pega algo al ponerlo negro sobre blanco.

image

1.- Reparto de tareas: esto sí que se cumple en mi casa desde el año pasado. Unos se encargan de los aperitivos, otros del primer plato, otros del segundo y otros del postre. Nosotros somos cuatro 'familias', así que la cosa queda clara. Al año siguiente, los que hacían los aperitivos pasan al primer plato y así sucesivamente. De esta forma no se carga a una persona con todo y es más variado y divertido. La complicación de cada plato ya depende de cada cocinero. Por ejemplo, los entrantes pueden ser sofisticados o unos platos de jamón, lomo y queso o banderillas, patatas fritas y aceitunas. Al gusto.

2.- Caldo, crema o sopa no pueden faltar: de lo que sea, de pollo, de marisco, de pescado, de verduras, fría de puerros, gazpacho, ajoblanco, de setas... Un primero de cuchara asienta el cuerpo cuando se llega a la mesa con dos vinos o dos 'champanes', se prepara con antelación y puede completarse con un detalle 'de fiesta': unos picatostes de pan frito, cebollino picado, unas huevas de trucha, unas lonchas de trufa fresca, unas gotas de aceite de albahaca, etc.

image

3.- Mar y monte, buena solución: para el que tenga que cocinar el segundo plato, un mar y montaña (en nuestro caso, mar y monte) siempre es un acierto. Un buen guiso de pollo de corral con unas cigalitas es, por ejemplo, un plato estupendo. Otra versión puede ser un solomillo con salsa de atún y alcaparras, una combinación que parece que no puede ser, pero es.

4.- Cava o champagne para toda la comida (o cena): tenemos la mala costumbre de usar este tipo de vinos para brindar y poco más. Lo cierto es que pueden maridar perfectamente con todos los platos, y así evitamos acumular botellas hasta el verano.

5.- Mucho mejor poco y bueno: es una regla que sirve para todo, comida y bebida. Mucho mejor beber una botella de un buen cava que tener 25 del malo, que después no sabemos ni qué hacer con él. Lo mismo ocurre con los turrones y dulces de Navidad. Elegir uno de calidad, comerlo y apreciarlo, aunque sea un poco más caro, es la mejor opción. Un ejemplo: el turrón que preparan por estas fechas las Clarisas. No es barato, porque la caja cuesta en torno a los 18 euros, pero es un manjar que merece la pena, y un broche estupendo para cualquier celebración navideña.

6.- Ingredientes sencillos, pero buena presentación: yo creo que después de tanto programa televisivo sobre cocina, este concepto ha quedado claro. Comemos con los ojos mucho más que con cualquier otro órgano. Cualquier plato bien presentado sabe mejor, por humilde que sea. ¿Un ejemplo? unas pechugas de pollo, marinadas el día anterior con hierbas aromáticas, naranja y soja, acompañadas con una salsa de cítricos y arroz salvaje y frutos secos, todo bien colocado y cada cosa en su sitio, aportando volumen con la 'montañita' de arroz y esparciendo la salsa en forma de lágrima. Nunca amontonar los ingredientes como en rancho de campamento!!

image

7.- Fruta en el postre: lo mejor, porque es ligera y refrescante y se puede preparar de mil formas. Ya sólo presentar la fruta pelada, para pequeños bocados, con un chocolate fundido en el que bañarla es todo un placer. Otras opciones: un carpaccio de piña (cortar rodajas muy muy finas con una mandolina) y regada con un almíbar ligero aromatizado con azafrán, dulce de manzana con queso, o un mango con una salsa hecha a base de un buen yogur y azúcar de caña.

image

8.- Jamón con tomate, al menos una vez en la vida: buena opción, tanto si hay pocos comensales como si hay un montón. Es la comida o cena con menos complicaciones del mundo. Nosotros lo hicimos un año y fue una de las mejores cenas que recuerdo. Es tan simple como cortar en lonchas muy finas un jamón y preparar al momento unas buenas tostadas de pan untadas de tomate y aceite (ajo, opcional). Acompañar de un buen caldo navideño y listo. La calidad del jamón dependerá de los posibles de cada uno, pero lo cierto es que hasta con una paletilla de recebo se puede salir airoso. El truco está en encontrar a alguien que corte el jamón con arte y quitarse todos los prejuicios de los ancestros navideños. Y quien dice jamón dice cualquier embutido, o una mezcla de varios.

9.- Entre vino y vino, agua: para que no resulte pesadísima la comida y para que después pueda continuar la fiesta es bueno intercalar vasos de agua entre los alcoholes que tomemos, o moderar el consumo de vinos y champagnes. Un purista gastronómico podría arruinarnos este consejo, pero lo cierto es que lo hemos probado y comprobado y nos ha ido bien así.

10.- No saltarse los 'champanes' de la capital: se ha convertido en una fiesta divertida y entrañable en las antesalas de las cenas de Nochebuena y Nochevieja. Los grupos de amigos nos juntamos en el centro de Soria y brindamos con copas y champagnes, en su mayoría, traídos de casa. Suele hacer mucho frío, pero hay mucha alegría y buen rollo. Y no está bien que las madres y las abuelas se lo pierdan por estar ultimando las cenas. No pasa nada por cenar un poco más tarde, o por dejar las cosas preparadas de antemano. Lo importante es pasarlo bien y estar juntos. De eso se trataba, ¿no?

Feliz Navidad, cocinillas!!