Blog | Periodista y cocinera

Sanja Matsuri soriano

IMG_6686En este país, todo se celebra comiendo y bebiendo, esto es un hecho, pero la realidad es que ocurre lo mismo en todo el mundo. En el gigante y tecnificado Tokio se celebran al año varios festivales llenos de tradición y mística, en los que no pueden faltar las multitudes alteradas, la música, el baile, y cómo no, la comida. En la Crepería Lilot han recreado su particular Sanja Matsuri en forma de unas jornadas de comida japonesa de lo más recomendables.

Como ya nos tienen acostumbrados Nano y su equipo, en este pequeño gran restaurante cuando se ponen, se ponen, así que para la ocasión han ambientado el local con música nipona, kimonos y una estética en las mesas que te hacen entrar en ambiente, y aunque nunca en la vida hayas pisado Japón, ves que aquello se le podría parecer. Una copita de sake de bienvenida también ayuda.

No es la primera vez que hablo de este sitio, en el que el acogimiento es marca de la casa, pero es que además de un tiempo a esta parte se están aficionando a esto de la buena cocina y para ello se han puesto en manos de un profesional, Marcos García, un cocinero con experiencia, buenas ideas y apertura de mente. El tándem es perfecto. Cocina y sala conectados, originales y divertidas propuestas, ganas de sorprender... todo ello suple los déficit evidentes del reducido espacio de la Crepería para cocinar. Ejemplos hay de grandes cocinas elaboradas a partir de una plancha y dos fuegos, cuando el que se pone al mando de los fogones maneja buen producto y tiene talento.IMG_6682

Entrando ya en materia, el menú se abre con bocados vegetales de tempura, presentados de manera original y cuidada, con el sello de Marcos García, acompañados de una teriyaki casera, una salsa a partir de soja sin tratar (tamari) y una reducción de vinagre de Jerez.IMG_6683

No podía faltar una sopa típica oriental acompañada de unos 'hongos de plata', especiales en su textura, fideos, algas, huevo de codorniz, tallarines de calabacín, langostinos en salmuera y rábanos, acompañados de un estupendo caldo de ave y miso.

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Una réplica de un palé de madera llega cargado de sushi con pez mantequilla, shasimi de atún rojo, niguiris, california roll y makis, todo el elenco de pequeñas y coloridas piezas que uno tiene en mente cuando piensa en comida japonesa.

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El mejor plato del menú, a mi gusto, llega con el tartar de salmón a la lima con un guacamole en crema y fresas con toque de curry, que aún admitiría mayor potencia cítrica y picante, si los paladares melindrosos que tenemos lo soportaran. Lo que sí me viene bien es el cebollino en vez del cilantro, único aderezo con el que no puedo.

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Un tierno secreto ibérico con salsa de pera y mango pone el remate a esta versión personal de la refinada y cromática comida japonesa que tiene Marcos y propone la Crepería en estas III Jornadas dedicadas al país nipón, y que podrán degustarse los sábados y domingos de febrero y marzo, previa reserva.

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El epílogo es un postre a la altura de esa idea de delicadeza oriental que tenemos en el imaginario colectivo, que se agradece porque remata la comida con sensación de ligereza: Panna cotta de té matcha con lichis y una sopa de mandarina y chocolate blanco.

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Como no podía ser de otra forma, los platos se combinan con sake, cerveza japonesa y uno de los vinos blancos que elaboran ya muchas bodegas españolas para combinar con la comida nipona, en este caso, Oroya, procedente de Toledo. El té matcha sustituye al café, eso sí, convenientemente azucarado.

No hay que buscar pureza de sabores nipones, sino una propuesta diferente, que se sale del más de lo mismo, en la que todo sabe rico y está en su punto. Y eso es mucho decir en el casi siempre plano panorama culinario soriano.

PD: te gustará si te gustan las multitudes alteradas, la cerveza japonesa o ver a Nano con kimono. ;)