Blog | Periodista y cocinera

Huertas y huertas

018f93f3a6d8e0ed1819a7c36f829f58161b95e964En casa tenemos un huerto y mucha moral. A decir verdad, yo lo trabajo muy poco, más bien sólo me dedico a recolectar, que es la mejor parte, siempre que la cosecha llegue a término, lo que en Soria viene a ser un milagro. El día de la granizada en Almazán pensamos que nos quedábamos sin huerto por segundo año consecutivo, pero parece que, de momento, el enfermo colea. Granizos, lluvias, temperaturas invernales y plagas mediante, quizá con un poco de suerte comamos calabacines o tomates, que nos sabrán como si de caviar iraní se tratara. Faltaría más!

Toda esta confesión quejicosa viene a cuento del viaje que hace poco hice a Valencia, que como estáis leyendo, da para un serial. Yo ya lo tenía en mente, pero lo cierto es que todos los oriundos con los que hablamos en la capital valenciana nos recomendaron encarecidamente una vista al Mercado Central. Y claro, fue entrar allí y quereme quedar a vivir entre esos puestos repletos de fruta, de verduras exhuberantes y fragantes hortalizas, de pescados frescos y todo tipo de mariscos, de ahumados y salazones, de frutos secos... todo tan colorido, repleto y bien presentado que parecía una exposición de arte más que otra cosa. Y estando allí ya comencé a darle vueltas a lo de mi huertecillo, que cuando quiere ponerse rumboso llegan las heladas de final de agosto, un acto de fe comparado con esas tierras fértiles en las que frutas y hortalizas nacen por castigo. ¿Un invernadero sería la solución? Pues quizá, pero si le cae encima la piedra de Almazán, ni un búnker que se pusiera salvaría las matas. En fin, seguro que muchos de vosotros que téneis huerto estáis pensando que exagero, que como vuestros tomates, ninguno, y que merece la pena doblar el lomo con tal de obtener cosecha propia. Os envidio, yo pierdo la fe cada vez que entro en un mercado o voy al de Soria repleto de hortalizas riojanas, navarras y aragonesas.

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En fin, que me voy por las ramas. El mercado de Valencia mereció una doble visita, y aún queda pendiente una próxima para probar las estupendas tapas del bar que Ricard Camarena (Central Bar) tiene en el propio mercado, con todo el surtido a su alcance. Mención especial merecen las pescaderías, repletas de hermosas gambas rojas, enormes percebes e incluso anguilas vivas. También las fruterías, llenas de color, en las que ya es costumbre servir zumos recién exprimidos o fruta cortada lista para comer, toda una tentación. Como no teníamos cocina al alcance, nuestros 'souvenirs' gastronómicos fueron anguila ahumada (deliciosa y con un sabor muy especial) y chufas de Alboraya, con las que estamos preparando estupenda horchata casera. ( La receta es muy fácil. Con un cuarto de chufas se obtiene un litro de horchata más o menos. Hay que dejarlas en remojo al menos una noche. Después, se trituran con un chorro de agua y se va añadiendo más agua fría hasta llegar al litro, se añade azúcar al gusto y se cuela el líquido con una manga, escurriendo bien. Hay quien le pone canela y piel de limón, pero con agua y azúcar está buenísima. Es calórica, sí, aunque tiene muchos nutrientes y para el verano es una bebida ideal).

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Y en la visita también hubo sorpresa. Paseando entre los puestos comenzamos a oler a torrezno en la sartén. No fueron imaginaciones olfativas. La empresa soriana De María ofrecía ese día una degustación de torreznos y embutidos a todo el que pasara por allí. Y la verdad es que tuvieron mucho éxito de público. A eso no nos gana nadie. Va a ser que a cada uno, lo suyo.