Blog | Periodista y cocinera

Frutos rojos

imageUn poco tardías llegan fresas, frambuesas y cerezas a las huertas y jardines sorianos. En casa tenemos la suerte de contar con dos hermosos cerezos y unas cuantas matas de frambuesas y fresas que nos surten durante la temporada. Es corta, pero abundante. Cuando maduran estas frutas no hay nada como consumirlas directamente, después de lavarlas. Ningún postre o plato es comparable a ese profundo sabor, dulce y ligeramente ácido que explota en la boca como una fiesta de color rojo. Cuando se empieza es imposible comer sólo una pieza, pero no pasa nada, porque se trata de frutas muy saludables, ligeras y ricas en betacarotenos, vitamina C y antioxidantes, unas joyas, vamos.

Lo dicho, en mi casa se suelen manipular poco estas frutas, pero cuando ya las cantidades sobrepasan el consumo diario, se pueden hacer platos y postres sencillos y muy ricos. Aquí van varios ejemplos. Las primeras fresitas suelen ser más ácidas y pequeñas que las de la segunda florada, pero su intenso sabor a fresa es incomparable. Con ellas preparo una rica mermelada. Es tan fácil como lavar las fresas y ponerlas enteras en un cazo con su mismo peso en azúcar, si puede ser en polvo, que contiene almidón, un chorro de limón exprimido y mucho tiempo a fuego bajo, removiendo el conjunto de vez en cuando. Para hacer esta mermelada más especial le he añadido un generoso chorro de ron negro y unas hojas de hierbabuena. La mermelada aguanta bien en la nevera sin necesidad de esterilización por la cantidad de azúcar que contiene, siempre que la producción sea pequeña, claro, y los frascos estén bien limpios. El resultado es increíble, nada que ver con las mermeladas comerciales.

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Con las frambuesas he preparado un helado casero muuuy rico. Para eso se coge un buen puñado y se pasa por la batidora con unas gotas de agua hasta conseguir un puré. Por otro lado, se hace una crema base con medio litro de leche entera, cuatro yemas, 100 g de azúcar y una cucharada de maicena. Cuando espese se deja enfriar y se le añade el puré de frambuesas. En mi casa no nos molestan las pepitas, pero se pueden colar desde el principio. Esta crema se pasa a una bandeja y se mete al congelador. Es importante batirla varias veces (cada diez minutos) para evitar la formación de cristales, al menos, durante las primeras dos horas. En cualquier caso, el helado casero es rico y mucho más sano de muchos de los que venden ya elaborados, con una cremosidad conseguida a base de almidones de patata en el mejor de los casos o grasas hidrogenadas en el peor. Para comerlo en las mejores condiciones, sacarlo 15 minutos antes y servirlo junto con frambuesas frescas o un poco de mermelada de fresas.

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Las cerezas son también versátiles y deliciosas. Me gustan mucho en pasteles tibios, como el cafloutis. En esta ocasión van de guarnición de un conejo guisado con verduras y un chorrito de pacharán, también casero. El resultado es un plato aromático, un punto dulce que combina muy bien con un toque picante y el aroma a campo del romero, además de que el contraste de color es un espectáculo.

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Para este y otros platos de cerezas es imporante un deshuesador. Es uno de esos cacharros que crees que no vas a usar nunca, pero que al final es imprescindible si quieres trabajar con cerezas. Es sencillo y rápido, aunque hay que ir de una en una y eso se lleva un rato, pero el resultado merece la pena. Apenas se deforman y se pueden usar en multitud de platos.

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