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Cima 54 de 68. Tarragona. La Creu de Santos. 942 metros. 26-1-2019

La cima más prominente de la provincia de Tarragona no hace honor a su altura. La Creu de Santos apenas tiene 942 metros sobre el nivel del mar, un mar Mediterráneo que se encuentra a unos pocos kilómetros, hasta el punto de que el Delta del Ebro se distingue a la perfección bajo nuestros pies una vez que se corona la cima.

Esos 942 metros de la Creu de Santos convierten a este pico en el más alto de la Sierra de Cardó. Como sucede en toda esta zona de la provincia de Tarragona, se trata de una sierra repleta de pequeñas cumbres y crestas, separadas en muchos casos por verticalísimos riscos.

En la cima

¿Cómo es posible que con 942 metros, en una provincia tan montañosa como esta, la Creu de Santos sea el lugar tarraconense de mayor prominencia? La respuesta está en parte en lo comentado al principio: a un lado de la Sierra de Cardó se encuentra el mar, mientras que al otro, muy abajo, se encuentra el río Ebro. Por ello, aunque las alturas no sean espectaculares, sí que lo es la morfología de toda esta zona, incluso desde el acercamiento en coche.

Anoche dormimos en Benifallet, a orillas del Ebro, Esther, Juan Luis, Óscar (que sustituye a César respecto a ayer y que me ha acompañado en las siete cimas catalanas) y yo. Como nos sucedió cuando subimos al Mont Caro, hemos elegido para subir a la Creu de Santos justo el día anterior a una carrera de montaña. Mañana domingo se celebra la décima edición de Lo Pastisset, una prueba con salida y meta en Benifallet, y que entre sus 30 kilómetros de recorrido incluye el ascenso hasta esta Creu de Santos. Ayer, en el pueblo, todo el mundo se pensaba que veníamos a la carrera. Quizás el año que viene participemos en la undécima edición…

Como nos hemos alojado en una casa rural, esta mañana nos hemos acercado a la panadería del pueblo para comprar el desayuno. Después del mismo, nos hemos dado un breve paseo por toda la orilla del Ebro a su paso por Benifallet. Si hubiéramos venido entre abril y octubre, habríamos podido dar una vuelta en el barco turístico que hace un recorrido por el río.

Balneario de Cardó

Ha sido nuestro último contacto con el pueblo, después de haber visitado ayer también Arnes y Horta de San Joan. Desde Benifallet se emplea alrededor de media hora en llegar hasta el Balneario de Cardó, nuestro punto de partida de hoy. La única carretera asfaltada para llegar hasta este lugar parte de Rasquera. Solo este recorrido ya merece la pena.

El Balneario de Cardó, abierto en 1866 y cerrado al público en 1967, se encuentra encima de uno de esos verticales riscos tan habituales en esta zona.

Se aparca en el mismo balneario. Justo allí sale una pista, todavía transitable en coche, por la que hay que andar 200 metros. Surge entonces una senda a la izquierda y, a partir de ahí, no hay más misterio: hay que seguir esta estrecha senda hasta arriba durante algo menos de tres kilómetros, y llegaremos a nuestro destino.

A ambos lados de esta senda, siempre señalizados, salen algunos otros caminos que llevan a varias de las ermitas que forman parte de todo este eremitorio del Valle de Cardó. A la bajada, de hecho, hemos entrado a la de San Simeón. No es casual que esté dedicada a este santo estilita: se llama también Ermita de la Columna porque se encuentra encima de una grandísima y puntiaguda roca, al estilo de las de Meteora en Grecia.

Mirando el paisaje

Pero eso ha sido a la bajada. La subida la hemos comenzado alrededor de las 11.00 de la mañana, de nuevo con un gran día y una temperatura muy agradable, igual que ayer. La senda es como tiene que ser, repleta de zetas para ir salvando los grandes acantilados del terreno. Ello permite que el desnivel no sea muy exagerado, salvo en un par de tramos no muy largos.

Durante todo el trayecto, una frondosa vegetación rodea nuestro avance. Aunque prefiero venir ahora, no es descartable que en verano también sea agradable visitar esta zona del Valle de Cardó. Entre la subida y la bajada, apenas nos hemos encontrado a una decena de personas en cuatro grupos.

Mientras subimos, vamos viendo las agujas y las crestas que parecen elevadísimas, pero que poco a poco se van quedando abajo. De pronto, y superado el único punto del camino en el que conviene echar las manos a las piedras para subir, llegamos a un amplio collado en el que nos damos cuenta de que ya estamos casi arriba. Desde este collado se ve la depresión del Ebro y se empieza a divisar el Mediterráneo.

Ermita de San Simeón

Ahora solo nos queda girar por última vez a la izquierda. Pronto vemos nuestro doble objetivo, la doble cima de la Creu de Santos. En una de ellas se encuentra el vértice geodésico, una pequeña cruz y un belén hecho a base de ferretería. En la antecima, otra cruz de gran tamaño. Ambos puntos se encuentran casi a la misma altura, y separados por apenas medio centenar de metros.

Las fotos de rigor en el punto más alto de nuestro recorrido son lo último que hacemos antes de emprender la bajada. Hay algunas posibilidades de hacer la ruta circular, y de hecho vienen marcadas en los cruces que nos encontramos. Nosotros hemos optado por hacer la bajada por el mismo lugar que la subida.

Nuestro coche estaba donde lo hemos dejado, en el viejo balneario levantado sobre el todavía más antiguo monasterio carmelita. Aquellos hombres de hace siglos buscaban básicamente lo mismo que nosotros hoy en el escondido y atractivo Valle de Cardó.

Punto de salida: El Balneario de Cardó.

Distancia: La ruta que hemos seguido tiene seis kilómetros clavados de ida y vuelta.

Desnivel: Se sale de algo más de 450 metros y se llega a 942. Apenas hay una sola bajada en todo el trayecto de ida, así que unos 1.000 metros acumulados en total.

Cuánto se tarda: Hemos tardado tres horas entre subir y bajar, pasando un amplio rato en la cima aprovechando que se estaba tan a gusto.

Explícame cómo se sube sin literatura: Aparcas en el Balneario de Cardó. Sigues la pista forestal que sale a la izquierda y, a los 200 metros, donde hay una cadena, sigues esa senda. Aunque hay algunos desvíos, la senda principal termina arriba del todo. En los cruces, en cualquier caso, hay buenas indicaciones con los destinos de cada camino.