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Un cambio de roles en el aula

Uno de los recuerdos que conservo con más nitidez en mi memoria de mi paso por la educación primaria y secundaria es verme a mí misma ejerciendo de profesora. Especialmente, recuerdo un día en el que, tras habernos iniciado en la lógica clásica en filosofía, y una clase casi entera de alumnos que no lograban entender el funcionamiento de la misma, aprovechamos el recreo para que, ellos sentados en los pupitres y yo en la pizarra, volvieran a escuchar otra vez toda la teoría explicada por el profesor, pero esta vez, de mi boca. Algunos pensaran que esto se debe a una vocación docente temprana. Sin embargo, didácticamente esto tiene una explicación: el aprendizaje entre iguales.

Ya nombraba esta metodología cuando hablábamos de las comunidades de aprendizaje, pero ahora me gustaría analizarla en profundidad. Y es que el principio de la misma es tan simple como efectivo: muchas veces entre el docente y el alumno se interpone una barrera intergeneracional, barrera que puede ser superada con la ayuda de otros alumnos. Y es que, ¿quién mejor para ayudar a un estudiante que otro estudiante, que acaba de superar los problemas que ahora se le presentan a su compañero? Empatía en esencia, aplicada al entorno escolar.

En la educación tradicional, los roles están bien definidos: el profesor habla sin descanso y los alumnos escuchan sin perder la atención. Ya, cuando son más mayores, además de escuchar les toca copiar, hasta que la mano les comienza a doler. El aprendizaje entre iguales rompe estos cánones establecidos y convierte al receptor de conocimientos en emisor de los mismo. La idea es agrupar a alumnos de diferentes niveles para que los que han llegado al aprendizaje antes puedan ayudar a los que todavía no lo han adquirido. De esta manera, el estudiante que tenga más dificultades conseguirá también una atención individualizada, atención que, en la escuela tradicional, es imposible de ofrecer por el profesor, que se ve obligado a atender a la vez a 25 alumnos.

Otro punto positivo en esta metodología es el hecho de que cuenten con los mismos referentes. El uso de ejemplos para desarrollar el proceso de enseñanza- aprendizaje es algo que ha estado, está y estará presente en cualquier aula de cualquier centro educativo del mundo. Sin embargo, en ocasiones, el ejemplo que elegimos no es el más adecuado, ya que no está entre los referentes culturales de nuestros alumnos. Este problema se supera con el aprendizaje entre iguales, ya que, al tener el educador y el educando la misma edad, van a compartir también un mismo lenguaje y unos mismos referentes.

¿Cómo podemos poner en práctica esta metodología? El Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado, perteneciente al Ministerio de Educación, propone una serie de elementos claves para desarrollar una tutoría entre iguales. Éstos son:

Planificación cuidadosa: dado que se trata de una innovación educativa, habrá que prever la necesidad de informar bien al resto de profesorado, al alumnado y en algunos casos a madres y padres.

Preparación de materiales.

Estructura de relación tutor-tutorado: al menos en las primeras experiencias es imprescindible optar por una interacción entre las parejas altamente estructurada.

Formación del alumnado en roles respectivos: precisamente la existencia de un guión de interacción permitirá formar a los alumnos en las funciones que se derivan de sus roles.

Dar tiempo para asentar la relación: las parejas necesitan tiempo para aprender a funcionar.

Ofrecer retroalimentación de los progresos: hay que fomentar que los alumnos tutores destaquen los progresos de los compañeros tutorados. El profesorado a su vez deberá destacar que estos progresos son el fruto del esfuerzo del tutorado, pero también de la valiosa ayuda del tutor.

Por todo ello, el aprendizaje entre iguales se presenta como un instrumento perfecto de atención a la diversidad, “que moviliza la capacidad mediadora de los alumnos (de darse apoyo para aprender) y que saca partido de las diferencias de nivel entre alumnos (que tanto parecen molestar a algunos docentes)”. (Grupo de investigación sobre aprendizaje entre iguales- Universidad Autónoma de Barcelona). Una metodología que debería estar presente en todas las aulas, ya que mejora, no solo la comprensión de conceptos por parte de los alumnos que les cuesta un poquito más, sino también la autoestima de aquellos otros estudiantes que asumen el papel de tutores, que se llegan a sentir más útiles y realizados. Todo ello redunda, además, en una mejor relación entre los compañeros de una clase.