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La Pirámide del Aprendizaje

¿Cómo aprenden nuestros niños? ¿Cuál es el mejor método para transmitir conocimientos? Hace algunas semanas hablábamos sobre las inteligencias múltiples. En esta misma línea, Cody Blair desarrolló la Pirámide del Aprendizaje, a través de la que quedan reflejadas las técnicas más eficaces para aprender, técnicas que, curiosamente, no están tan presentes como deberían en nuestras aulas.

20120917165358.piramide_aprendizaje_(logo)Las clases magistrales –es decir, aquellas en las que la comunicación es unidireccional, el profesor de turno habla y los alumnos escuchan- siguen siendo una realidad demasiado extendida en todos los niveles educativos de nuestro sistema educativo. Sin embargo, si prestamos atención a la Pirámide del Aprendizaje, podemos apreciar que con la escucha (o como se recoge en el gráfico, la conferencia) solo retenemos el 5% de la información. Si seguimos avanzando, encontramos que el siguiente parámetro es la lectura, otra de las técnicas presentes en las aulas españolas. Aunque algo más efectiva –para leer siempre es necesaria una mayor atención que para escuchar-, tan solo hemos incrementado un 5%.

Quizás la tercera técnica que aparece reflejada en la Pirámide es una de las incorporaciones recientes que más han calado en nuestros centros educativos. Los recursos audiovisuales son una realidad desde hace unos años. Los docentes son conscientes de su utilidad, y la Pirámide del Aprendizaje la corrobora. Es fácil de entender que será más sencillo retener información que vemos y escuchamos al mismo tiempo, que aquella que solo escuchamos o leemos. Estas tres técnicas, de menos a más innovadora, podríamos calificarlas de pasivas. Y no es casualidad que sean las que menor retención conllevan, ya que la implicación que supone una técnica más activa es muy positiva para el aprendizaje.

La demostración de un contenido le supone al alumno una inicial interiorización del mismo, por lo menos parcialmente. Es por ello que técnica como la Flipped classroom –que veíamos en la entrada anterior- suponen una mayor retención de información que una clase tradicional. Recordemos que los docentes que emplean esta metodología piden a sus alumnos que trabajen la teoría en casa para luego en clase ponerla en común y realizar ejercicios prácticos al respecto.

Llegando al 50% de la retención de los contenidos encontramos la discusión en grupo. Aunque es una práctica algo complicada en grupos numerosos, ya que mantener el control a veces puede resultar difícil, su efectividad es una realidad. Una manera de ponerla en práctica sin que la clase se vuelva un caos puede ser la realización de un feedback constante, en la que el docente intenta implicar a los alumnos, solicitando su opinión sobre la materia estudiada. De esta manera, estamos convirtiendo una escucha pasiva en un ejercicio de reflexión que requiere una mayor atención y un mayor esfuerzo por parte del alumno.

Las dos últimas técnicas que refleja la Pirámide del Aprendizaje pueden ir de la mano. Tanto la puesta en práctica como el enseñar a otros conllevan una comprensión total de los contenidos a estudiar. La primera puede ser útil para conceptos de tipo experimentales. Y es que, por ejemplo, será mucho más sencillo entender el teorema de Pitágoras si averiguamos una distancia real con un fin determinado que no haciendo problemas ficticios. Por último, el enseñar a otros –o como lo hemos definido en otras ocasiones: el aprendizaje entre iguales-, requiere una comprensión del contenido casi total, porque sino ¿cómo vamos a enseñar algo que no comprendemos?

Una vez más, queda evidente que las rutinas de clase deben ser reinventadas. Afortunadamente, cada día son más comunes las experiencias educativas innovadoras, que reflejan todas estas teorías pedagógicas. Sin embargo, todavía nos queda camino por recorrer para conseguir esta tan ansiada educación de calidad.