Nacho Sánchez Romo: volver a Soria gracias al fútbol y la suerte de saber aprovechar las oportunidades

El jugador, después de tres años en Tercera en el Almazán, logró hacerse un hueco en el primer equipo del Numancia, donde cumple su quinta temporada. Ya lleva 126 partidos
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Foto: Concha Ortega

HISTORIAS DEPORTIVAS Nacho Sánchez Romo (Las Palmas de Gran Canaria, 11 de febrero de 1993) jugó la última media hora del Sporting de Gijón-Numancia del pasado sábado. Viendo un resumen del partido, parece que lo jugó completo. Era la ocasión número 126 en la que el extremo rojillo se enfundaba la camiseta de su equipo, incluyendo partidos de Segunda división, de promoción de ascenso a Primera y de Copa del Rey.

Nacho adelanta en esa clasificación histórica de partidos jugados con el Numancia a dos sorianos, casualmente padre e hijo, Chus Martínez y Mario Martínez, quienes disputaron los mismos partidos oficiales con el equipo, 125. Ningún soriano había jugado más que ellos. Aunque Nacho no nació en Soria ni vivió su infancia completa en la provincia, su familia es soriana y desde niño ha sido fiel a los partidos del CD Numancia desde su asiento en la tribuna general, donde acudía a ver los partidos junto a su padre.

Nacido en la capital de la isla de Gran Canaria, el futbolista se marchó a vivir a Logroño cuando apenas tenía ocho meses, por motivos laborales de sus padres. Allí, en Logroño, transcurrieron los primeros 18 años de su vida, de los cuales la gran mayoría tuvieron como compañero de viaje al fútbol, todavía lejos de imaginarse que algún día podría dedicarse de manera profesional a él.

Empezó a jugar con apenas cuatro o cinco años en Escolapios, en su colegio, y después militó en el Calasancio hasta categoría infantil. En tierras riojanas todavía perteneció a tres clubes más. Como cadete jugó en el Mareo, la escuela que el Sporting de Gijón tiene en Logroño por la buena relación futbolística entre ambas ciudades. Allí hicieron una gran temporada, ganando todos los partidos. Nacho, que todavía era delantero puro aunque ya se empezaba a escorar a la izquierda, marcó una gran cantidad de goles.

Como juvenil debutó en el Varea, en División de Honor, hasta que un entrenador decidió en diciembre dejar de contar con dos jugadores del equipo, Nacho y un compañero. Ambos se marcharon entonces al Comillas, el antiguo Loyola, que jugaba una categoría más abajo, en la Nacional Juvenil de La Rioja. Eligieron ese equipo por la buena relación con el técnico.

Aquel fue su último año en Logroño. Terminada la Educación Secundaria, Nacho debía elegir una carrera y un lugar para cursarla. La carrera terminó siendo Enfermería, mientras que la ciudad elegida fue Soria por varias razones. Primero, por ser aquella que visitaba con frecuencia los fines de semana para ver la tierra de sus padres y los partidos del Numancia. Segundo, porque él quería seguir jugando en División de Honor, pero prefería el grupo madrileño, en el que entonces militaba la escuadra numantina, antes que el vasco. Y tercero, porque tuvo la suerte de que el Numancia finalmente le fichara para su tercer y último año como juvenil, en el que fue entrenado por Ruta.

Finalizado aquel ejercicio en División de Honor, el paso lógico habría sido jugar en Tercera, en el Numancia B. Sin embargo, por segunda vez en su carrera, con apenas 19 años, le dijeron que era mejor que buscara otro destino, que todavía era demasiado joven para jugar en esa categoría.

Estudiando todavía Enfermería en Soria, no es extraño que Nacho se decantara por enrolarse en las filas de otro de los equipos sorianos de Tercera, la SD Almazán. Era la temporada 2012-2013. Comenzó entonces una etapa muy bonita en su carrera futbolística, ya no como delantero sino como extremo izquierdo. Nacho jugó tres temporadas en la Villa del Mueble, las tres con Luis de Miguel como entrenador, del que guarda un gran recuerdo.

El primer año se salvaron con tranquilidad, el segundo empezaron a asomarse a la zona media-alta y en el tercero se quedaron a dos puntos escasos de meterse en la promoción de ascenso a Segunda B, gesta que el Almazán solo había conseguido en la campaña 1990-91.

Esa gran temporada 2014-15 del equipo adnamantino y la juventud de Nacho (22 años) no pasaron inadvertidas para el Numancia, que decidió contar esta vez sí con él para su proyecto de Tercera división.

Nacho aceptó la propuesta pero puso una condición: haría la pretemporada con el primer equipo, que por aquel entonces acaba de fichar a Jagoba Arrasate. El Numancia también aceptó, y aquella pretemporada cambió la vida de Nacho, pues no es algo muy frecuente dar el salto de jugar tres años en Tercera a jugar en el fútbol profesional, en Segunda. Reconoce el jugador que "era una oportunidad buena y tuve un poco de suerte. Lo más importante en el fútbol es el trabajo y la constancia, pero hace falta que la suerte acompañe un poco".

Esa 'suerte' de la que hablaba Nacho esta mañana recordando el verano de 2015 es que Arrasate contó con él en toda la pretemporada, en la que anotó cinco goles y se convirtió en el pichichi del equipo. Su velocidad, su desborde y su facilidad para encontrar puerta convencieron a Arrasate. Aquella temporada 2015-2016, Nacho solo jugó un partido con el filial rojillo, el equipo para el que teóricamente había fichado como demostraba su dorsal 27. En el Numancia de Segunda disputó 26 partidos ligueros, 11 como titular. Arrasate ya le había colocado en el lado derecho del ataque y durante la temporada ya consiguió firmar su primer contrato como profesional.

Ese fue un año en el que el jugador vivió toda la ilusión del salto al profesionalismo, algo que le habría costado imaginar no mucho tiempo antes. Su segundo año, el segundo de Arrasate, le sirvió para vivir el lado menos agradable del fútbol: "Nos costaba mucho sacar puntos, se complicó la salvación, y cuando perdimos 0-2 contra el Mirandés (último partido, ya salvado el equipo desde la jornada anterior) hubo pitos en Los Pajaritos". Sin embargo, también vivió algo bonito, al heredar el dorsal número 11 de Javier del Pino, uno de sus ídolos junto a Julio Álvarez cuando iba a ver al Numancia. El propio Del Pino fue a hablar con él para proponérselo, algo que Nacho aceptó gustoso pues sus dorsales favoritos son el 7 y el 11. Jugó 28 partidos, 16 de titular.

El Numancia decidió seguir apostando por Arrasate y la campaña 2017-2018 está ya marcada con letras de oro en la historia del club. Tras eliminar en Copa fuera de casa al Oviedo y al Sporting, al Numancia le tocó el Málaga en dieciseisavos. Un gol suyo en la ida en Los Pajaritos, en el minuto 88, fue decisivo para avanzar de ronda y medirse en octavos con el Real Madrid, en una eliminatoria más reñida de lo que dice el 0-3 de la ida. Nacho disputó la vuelta completa, los 90 minutos en el Bernabéu con el empate a dos.

 

Su mejor recuerdo futbolístico es de esa misma temporada, pero de la otra gran competición: la Liga. Tras clasificarse para jugar la fase de ascenso por una carambola en la última jornada de la campaña regular, el Numancia eliminó en semifinales de la promoción al Zaragoza en La Romareda con aquel gol de Diamanka cerca del final. Ese podría haber sido su segundo mejor recuerdo si la semana siguiente el Valladolid no hubiera sido el equipo que finalmente logró el ascenso a Primera. Ese año jugó 36 partidos (28 Liga, 3 fase ascenso, 5 Copa), 16 de titular.

Arrasate marchó a Osasuna y López Garai vino al Numancia. Su propuesta de juego era diferente, como reconoce Nacho, "y cuando nos salía un partido bueno hacíamos muy pequeño al rival". Sin embargo, poco a poco, el equipo empezó a perder confianza, y el jugador cree que "eso se notaba en que perdíamos balones y generábamos fragilidad defensiva, aunque por suerte se mantuvo la categoría". En su línea habitual de regularidad, disputó 26 partidos de Liga, 14 como titular.

Además, metió dos goles, los mismos que en sus dos ejercicios anteriores y uno más que el año de su debut. Nacho, al que sus goles en la pretemporada de 2015 le abrieron las puertas del fútbol profesional, piensa que para ser más anotador en Liga le ha faltado una mayor continuidad en las titularidades, algo en lo sigue trabajando día tras día como demostró este sábado en Gijón.

Este año, con Luis Carrión en el banquillo, Nacho y todos sus compañeros se encuentran con una nueva propuesta de juego, "basada mucho en los robos de balón, en la verticalidad, en terminar las jugadas. Es un estilo que me gusta". Salvo en el primer partido contra el Alcorcón, en el que fue lateral derecho por la sanción de Calero y la reciente incorporación de Sola, Carrión ha vuelto a utilizar siempre a Nacho como carrilero llegador, desbordador y finalizador de jugadas. De momento lleva siete partidos, dos como titular.

Más allá de cuestiones personales, su objetivo para este año es la permanencia del equipo, si bien reconoce que en la situación actual, y si se siguen haciendo bien las cosas en cada partido, es difícil no pensar en algo más, en estar más cerca de la zona alta.

Con 26 años, ante la perspectiva de una carrera a la que todavía le quedan unas cuantas temporadas, su sueño sería ascender a Primera división, y hacerlo con el Numancia. Y, por supuesto, su otro sueño sería jugar en Primera, "que es a lo que aspiramos todos los jugadores". A veces los sueños se cumplen y Nacho, que tiene contrato con el Numancia hasta junio de 2022 tras haber renovado el año pasado, trabajará duro para que los suyos futbolísticos se hagan realidad.