Carlos Heras García: El alma del balón en las manos

Foto: Concha Ortega

Carlos Heras García nació en la ciudad de Soria el 11 de mayo de 1979, y ese mismo día nació una de las figuras más reconocidas y carismáticas del balonmano en la provincia en el último cuarto de siglo. Su relación con este espectacular deporte arrancó pronto, cuando ya correteaba con la camiseta de La Presentación con siete u ocho años. Con diversas denominaciones, siempre ha estado en el mismo club, que luego pasó a llamarse Prafisa y, desde 1997, Club Balonmano Soria. Gran parte de esta última etapa se ha hecho bajo la denominación de Aranga.

Después de esos primeros años conociendo y aficionándose a este deporte, con diez o doce años empezó a jugar federado. Aquella generación de sorianos nacidos a finales de los 70 eran compañeros y, sobre todo y a la vez, amigos. La mayoría de ellos estaban en 1997 cuando se fundó el club. Ahora, 19 años después, Carlos Heras (como Litos le encontraréis también en centenares de fichas de partidos) es una de las pocas personas que siempre ha estado vinculada al mismo, junto a su padre (Carlos también, presidente), Fernando Sánchez (jugador, entrenador y directivo) y Mario Santorum (jugador y entrenador de categorías inferiores).

Ya desde sus primeros años, su juego no pasó inadvertido para los técnicos de la Federación de Castilla y León. Era un clásico en las convocatorias de la selección autonómica cadete y juvenil, con la que acudió a varios Campeonatos de España. Aunque siempre tenían buenos equipos, nunca lograron un puesto en el podio: "En aquellos años casi siempre ganaba Asturias". Curiosamente, en la selección solía jugar de extremo izquierdo, una posición en la que nunca o quizás casi nunca se le ha visto en Soria. En esas convocatorias coincidía con jugadores de primera fila como Diego Camino y, sobre todo, Chema Rodríguez. Con el BM Soria también lograron jugar un Campeonato de España Junior en Pamplona en 1998 tras haber quedado campeones de Castilla y León.

(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});

Donde ha jugado desde siempre en Soria es de central, organizando el juego y buscando los lanzamientos cuando existía el hueco y, en ocasiones, cuando parecía que no existía. "Mi forma de jugar ha sido estando siempre muy cerca de la defensa rival, jugar un dos para dos y con el pivote, arriesgando. Si hubiera medido 1,90 seguramente no habría sido así, podría haberme alejado más de los defensas, pero siempre he aguantado mucho el contacto y a eso le achaco las lesiones que he tenido", explica.

Dentro de ese mundo de las lesiones, las ha tenido en manos, costillas, brazos, codos, "también tengo la nariz rota"..., pero las peores fueron tres roturas del ligamento cruzado, siempre en partido y siempre él solo. Dos de ellas fueron en la pierna izquierda, con 15 y con 23 años. La tercera fue en la rodilla derecha, con 30. El periodo de recuperación osciló entre los seis y siete meses, y siempre regresó con su fuerza.

La historia de Litos es la historia del balonmano masculino soriano, instalado desde hace más de una década en la Primera división. En 1997 empezaron en Segunda, en Castilla y León. En 2001 fueron subcampeones de grupo. Les dio derecho a comprar la plaza, jugaron en Primera en Galicia, y bajaron ese mismo año, de nuevo a Segunda, por diferencia de goles.

En 2004, nueva fase de ascenso, esta vez en Soria. Un abarrotado pabellón de La Juventud sufrió la derrota ante Manyanet y no pudo celebrar las victorias ante Dominicos y Urduliz porque no servían para subir. Por suerte, aquella tristeza se borró apenas un año después, en la histórica fase de ascenso de Zaragoza, donde Soria se sobrepuso a diferentes adversidades para ganar al Alcasser, al CAI y al GEiEG.

El recuerdo más agridulce que conserva es mucho más reciente, de mayo de 2013, cuando Soria organizó, ya en Los Pajaritos, la fase de ascenso a División de Honor B, tras un año espectacular en el que terminó campeón de grupo: "Es la espina más grande que tengo en el deporte, sobre todo el segundo partido contra Bordils, cuando ganábamos de tres a falta de seis minutos y luego perdimos". Si hubieran ganado ese duelo, habrían ascendido, algo que consiguieron los otros tres equipos de la fase: Zamora, Benidorm y el citado Bordils. Zamora y Benidorm subieron de corrido a Asobal, en la que todavía continúa el equipo levantino.

En la presente temporada, el BM Soria es noveno del grupo B de Primera, de 16 equipos. Piensa que tienen equipo para terminar más arriba, algo que espera conseguir ya que todavía falta por disputarse más de la mitad de la competición. Su rol ya no es el de años pasados, pero sigue disfrutando en los entrenamientos, ayudando a los compañeros y en cualquier cosa para la que le necesite el equipo: "Después de tantos años, el balonmano es parte esencial en mi vida, por lo que me ha dado como deporte y por todos los compañeros que he tenido y los amigos que he hecho".

A pesar de tener una carrera tan larga, el hecho de no haber cambiado de club le ha permitido trabajar con un número abarcable de entrenadores. En sus primeros años entrenó con su padre, con María Martínez Puebla y con María Jesús Lagunas Gonzalo. Después, en los últimos 20 años, ha trabajado junto a cuatro técnicos: Luis Revuelto, Richard Martínez, Fernando Sánchez y, ahora, Óscar Ollero.

A punto de cumplir 38 años, todavía es pronto para dar a conocer su futuro. Su pasado y su presente balonmanísticos han sido tan extensos como intensos. Pocas personas que le hayan visto jugar al menos dos veces habrán olvidado al gran central de Soria.

Entrando en la página solicitada Saltar publicidad