Javier Hernández: Felices 70 años de pedales y zapatillas

Foto: Concha Ortega

HISTORIAS DEPORTIVAS Javier Luis Hernández Calonge (22-11-1946, Ontalvilla de Valcorba) cumple hoy, por tanto, 70 años. Es muy probable que, entre felicitación y felicitación, encuentre algún momento para ir a correr o para montar en bicicleta, como lleva haciendo desde hace más de seis décadas. Aunque su carrera deportiva es larguísima, su carrera competitiva se puede dividir en dos tramos más o menos amplios: de los 16 a los 22 años como ciclista y de los 52 años hasta la actualidad como atleta.

Su relación con la bicicleta empezó antes, con diez años, cuando iba con ella todos los días a estudiar el Bachillerato a Soria capital, y vuelta. Supone que sería alguna de segunda mano que comprarían sus padres, y sí recuerda que era de chica, porque con la barra horizontal que llevaban las de los chicos no llegaba a los pedales. Cuando fue creciendo, con 14 años aproximadamente, hubo dos cambios: Le compraron una bicicleta de caballero y empezó a repartir con ella leche, ya que sus padres tenían vacas: "Llevaba todos los días unos 30 litros y, cuando terminaba el reparto, a clase".

Su carrera ciclista

Ese entrenamiento le sirvió para empezar a destacar como ciclista y estuvo compitiendo desde juvenil, para ir subiendo a aficionado de segunda y, por último, a aficionado de primera. Conserva todavía sus licencias, que eran de Burgos. La última es de 1968. En las carreras solía quedar entre los puestos de arriba. En ocasiones, le tocaba ayudar a su hermano, "como en una carrera de ida y vuelta entre Soria y El Burgo de Osma, en la que él se jugaba el segundo o tercer puesto y yo fui todo el rato con él para que lo consiguiera".

Sus ingresos en aquella época no eran grandes, pero sí recuerda la ayuda de un patrocinador: "Corríamos con camisetas anunciando Mobylette. Si quedábamos entre los tres primeros, Untoria padre, que era quien vendía aquellas motos, nos daba cinco pesetas por kilómetro recorrido". La bicicleta con la que ha acudido a la entrevista es una joya, una BH Titan con la que competía hace más de 50 años, y con la que todavía acude a pruebas como la de Segovia o La Histórica de Abejar.

Durante 30 años, Javier dejó de competir, aunque siempre le ha gustado practicar otros deportes como el frontenis, el balonmano, el fútbol sala o el fútbol. Seguía cogiendo la bici y también corría: "Tengo una finca y me gustaba correr cuando paraba, a mediodía, para estar en forma cuando salía a cazar, sobre todo la perdiz".

Empezando en el atletismo

Un día, alrededor de 1998-1999, unos alumnos le descubrieron corriendo, haciendo algunas series: "Don Javier, le vimos ayer corriendo". "¿A mí?, no creo...". Algunos de esos alumnos eran Pedro Ibáñez o Daniel Peláez, y fueron ellos los que le animaron a empezar a correr de manera más regulada en un club y entrenando. Ahora, tantos años después, ya ha compartido 31 medias maratones con Peláez, según le recordó este hace poco.

Como las cualidades las tenía y las cultivaba, en su época de atleta veterano Javier ha ganado o ha conseguido puestos de honor en numerosas medias maratones de España como Segovia, Burgos, Madrid... Ha corrido en 1h36 con 67-68 años. En muchas medias no hay categorías específicas para veteranos de cinco en cinco años, solo mayores de 50. Considera que sería bueno que las hubiera, para animar a gente de su edad a que siga participando en las carreras. Javier también se apunta a los duatlones de Soria, donde suele ganar, ayudado por esa falta de más deportistas de su edad, "y porque he andado bien. Rubén (Andrés) siempre me lo dice...".

La próxima, la Media Maratón de Vitoria

Su próximo reto está cercano. Se trata de la Media Maratón de Vitoria. Entrena con Estela Navascués y Edurne Orte, en un nuevo grupo de trabajo en el que también hay nutricionista o psicólogo. Cada atleta tiene un reto y el suyo es mejorar esa 1h36. Ahora mismo no lo ve tan fácil. Javier acudirá junto a un grupo de los Atletas Populares, aunque él también pertenece al club Puente del Canto.

Cada semana, acude a entrenar entre dos y tres días al parque de la Dehesa, para hacer el trabajo que corresponda. Y los domingos, como es tradicional entre los atletas, los dedica a las tiradas largas por Valonsadero, la Junta de los Ríos o cualquier otro lugar que acuerde con sus compañeros de carrera. Y, el día que no corre, intenta coger la bicicleta, "como me recomendó Ramón Zapata, que me dijo que me venía bien para fortalecer otros músculos, y la verdad es que lo estoy notando".

Zapata también le anima a que participe el año que viene en el Campeonato de España de su categoría de media maratón, ya que piensa que podría obtener un buen puesto. Javier no lo tiene claro, pero sí tiene dos casi certezas para 2017: que quiere correr otra maratón y que piensa dejar las carreras cortas, de seis u ocho kilómetros, porque va más cómodo en las largas. Será su cuarta maratón, después de las de Sevilla, Barcelona y Valencia. Su mejor marca es 3h30.

De Lecherillo a Donja

Cuando empezó a correr pasados los 50 años, los numerosos alumnos o exalumnos con los que se iba encontrando le saludaban: "¡¡¡Hasta luego, Don Javier!!!", "¡¡¡Hola, Don Javier!!!"... Sus compañeros de trotada empezaron a llamarle Don Javier y el paso desde ahí hasta Donja, como ahora le llama todo el mundillo, es obvio. Ha sido profesor en el colegio San José de los Padres Franciscanos entre 1970 y 2012, pasados ya los 65 años: "No querían que me jubilara... En general, en todos los sitios en los que he estado y estoy me puedo considerar un privilegiado. Siempre me dicen 'quiero llegar así a tus años'". Empezó dando clases en Primaria, de todas las ramas, y terminó en Secundaria, impartiendo Matemáticas y Ciencias Naturales.

Donja es el último sobrenombre cariñoso con el que se le conoce, pero no el único. Hace pocos años, se encontró con un viejo amigo de Zaragoza que iba con su mujer. Al verle, le reconoció rápidamente "porque era una persona que solía venir a vernos a todas las carreras ciclistas. Me presentó a su mujer como el Lecherillo, que era como me llamaban cuando competía. Me preguntó que si me importaba que me llamara así y le dije que para nada, que también es bonito conservar esos recuerdos".