(*) Así comenzó todo. La autora describe en pocas líneas su currículo fotográfico y vital. Una declaración sencilla y cabal.
Conchi atesora una singular experiencia expositiva. En cada una de sus anteriores muestras ofrece escenarios que potencian sus propuestas gráficas. Experimenta sobre cómo mostrar de forma más intensa la obra que ha imaginado. Nos invita a su particular universo rodeándonos de pistas que nos ayudan, como migas de pan, a no perdernos del todo.
Siempre en la búsqueda de una revelación, Conchi no se arma hasta localizar//visualizar el foco de su instinto fotográfico. Es vocación, como reconoce ella misma. Pero también es una búsqueda y un viaje en el tiempo... y el espacio.
Como fotonauta, emprende un nuevo viaje iniciático, revelador de mundos, cada vez que su brújula creadora le desvela un nuevo secreto a explorar.
En Diagonal-Cornellá, para capturar las imágenes que componen la colección, ha vuelto, utilizando sus propias palabras "a los orígenes de la fotografía, a la magia del resultado imprevisible que proporciona una cámara estenopeica". La moderna cámara oscura que en realidad, paradógicamente, ilumina el nuevo escenario elegido.
Cuando la impronta fotográfica revela el valor de ese instante, surge de la bruma la realidad caprichosa: espacio? persona? transporte? ser? vehículo? tiempo?
Pero, atentos a su lectura, podemos percibir que antes, durante y después todos seguimos inmersos en un viaje alucinante del que desconocemos su punto cero.
La respuesta termina por abrirse camino, y barridos de movimiento alumbran dudas sobre las verdades que ofrece. Se impone la relatividad del ser. Todo es duda; todo es movimiento.
Nada hay inmóvil (eppur si muove). El movimiento es constante en el universo. Si no te adaptas o mutas, mueres y transmutas en lo que no supiste ser. Vuelves al magma proceloso e informe, ausente todavía de líneas y formas claras, del que emerge finalmente el positivo capturado, la magen ya inmortalizada y presa para su observación.
Todo sucede al mismo tiempo. Solo hay un tiempo, el resto es una quimera adaptada a la ilusión. Buscamos utopías, revestimos de esperanza nuestras vidas por el miedo a eternidades sin nombre. Somos un instante en la soledad que aturde nuestras dudas. Viaje de infinito movimiento, de iniciático destino. Una aventura sin fin.
Nuestra fotonauta captura improntas de esa realidad, a veces incómoda por indefinible, perpetuando así la pregunta que palpita bajo nuestras sienes como una letanía: de dónde venimos... a dónde vamos...
Ahora, abre los ojos. Observa. Respira. Vive.
Inicio//Fin. Antes y después de la determinante pregunta
(*)
"Me regalaron mi primera cámara réflex allá por 1996 y ese fue el punto de partida para desarrollar mi gran pasión por la fotografía. Ya por aquel entonces era algo que me atraía poderosamente, pero más como espectadora que como ejecutora. Mi toma de contacto con el laboratorio en blanco y negro me descubrió la magia del revelado y la experimentación técnica con procesos antiguos y alternativos, algo que aún sigue maravillándome hoy en día y a lo que sigo dedicando parte de mis energías.
Disfruto haciendo fotos siempre que tengo una razón clara para ponerme a ello, una idea o tema a desarrollar, cuando salgo con la intención de hacerlas. No me motiva nada hacer fotos compulsivamente, no soy de las que cargan con la cámara habitualmente, y aún menos desde la proliferación de la amplia gama de aparatos electrónicos con los que la gente tiende a bombardearnos con imágenes en la actualidad.
Me interesan los temas cotidianos, la identidad, el paso del tiempo, los viajes (que no dejan de formar parte de mi cotidianeidad); fotografío mi día a día y lo que me rodea.
Mi trabajo es sistemático y ordenado, supongo que por la influencia de mi formación científica. Estudié Matemáticas en la Universidad y eso es algo que marca mucho,…"
Conchi Martínez
Un viajero que le acompaña
Tito Carazo (Diseñador Gráfico)
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