La forma más literal de describir el término taller es refiriéndose a él como el hogar del artesano. En la edad media el artesano, vivía, comía, dormía y criaba a sus hijos en el mismo lugar que su espacio de trabajo. Con la llegada de la industria, los talleres fueron perdiendo reconocimiento en la ciudad, hasta casi su completa desaparición. El escritor y crítico del siglo XIX, John Ruskin (Londres 1819 - 1900), ya reclamaba ante la sociedad del mundo moderno el valor social del taller frente a la consolidación de la industria, lugar donde prevalecía el uso de la maquina, desprestigiando los atributos del producto artesanal. Ahora, consolidado el testigo industrial, surge una nueva actitud contemporánea en los diseñadores que subvierte los procesos convencionales de producción, asumiendo el papel de nuevos artesanos.
El trabajo de Valentín Sanz (Soria, 1981) aboga el taller como lugar de producción, formando parte de un reducto cada vez mayor de diseñadores confrontados con la producción industrial más convencional, en pos de un mayor control, libertad y control del presupuesto. Debido a las dificultades ofrecidas por la industria del mobiliario, Valentín Sanz se introdujo en el emocionante pero difícil territorio de la autoproducción, en un desplazamiento que enriquece el proceso de trabajo del diseñador y lo convierte en artesano.
La carrera de Valentín Sanz parte de la arquitectura como profesión pero el interés por lo pequeño siempre ha estado presente en su trabajo, con aproximaciones constantes al mundo del diseño, tanto gráfico como industrial. Es en el año2012 cuando consolida esta trayectoria paralela con una serie de productos de mobiliario autoproducidos artesanalmente y vinculados a diferentes oficios locales. En este mundo autoproducido, los objetos cotidianos adquieren gran valor dentro del imaginario propio del diseñador. En el caso de los productos de iluminación, son los objetos ordinarios vinculados a la facilidad de movimiento los que son referente al ofrecer un juego funcional al usuario. La lámpara Woodroll opera del mismo modo que un alargador de cable ynos permite recorrer diferentes estancias. Por otro lado, la lámpara Farolera alude a los tradicionales faroles. Esta lámpara de pie esta dotada de un refinado sistema de regulación, qué gracias a su deslizamiento vertical del foco deluz permite al usuario la configuración adecuada
Los productos diseñados por LiquenLAV, nombre del taller dirigido por Valentín Sanz, exploran la versatilidad, la combinatoria y las posibilidades de uso de un objeto, llevando al usuario a un juego directo con el producto y a su vez con el espacio habitado. Es el caso de la serie 180, que se presenta como una línea de mobiliario que combina diferentes usos con un sencillo giro de las piezas por parte de los usuarios. Una silla que se convierte en butaca y esta butaca se convierte en silla. La posición en la que nos sentamos define el uso del objeto, una silla con respaldo recto permite un uso muy diferente a un asiento bajo y levemente reclinado. En la obra literaria Especies de espacios de Georges Perec (París, 1938 - 1982) se define un espacio por los elementos que lo albergan, así “Una habitación es una pieza en la que hay una cama; un comedor es una pieza en la que hay una mesa y sillas y, a menudo, un aparador; un salón es una pieza en la que hay unos sillones y un diván”, por lo tanto, LiquenLAV nos invita a cuestionarnos que sucede con un espacio cuando ese objeto que lo ocupa es capaz de transformase variando su uso y entender que la dualidad de funciones es capaz de transformar el espacio habitado en un lugar incierto.
Por Gonzalo del Val. Arquitecto y Profesor de Proyectos en la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad Europea de Madrid
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