Críticas del Otoño Musical Soriano 2013

(Por Soledad Atienza Valero)

El poder de las jóvenes orquestas

(Sábado 28 de septiembre. Clausura del Otoño Musical Soriano)

La Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid, en esta ocasión bajo la batuta del uruguayo Martín Jorge, volvió a deleitarnos en la XXI edición del Otoño Musical Soriano, como ya viene siendo habitual en los últimos años, con una obra maestra del repertorio orquestal, la V Sinfonía de Gustav Mahler.

A pesar de que la interpretación de dicha partitura contó con algunas carencias, aprovecho estas líneas para hacer hincapié en la gran labor que llevan a cabo las Jóvenes Orquestas en nuestro país y que, en la mayoría de los casos, los músicos que engloban estas agrupaciones llegan a alcanzar resultados a niveles interpretativos equiparables a los de las orquestas profesionales, y sin ningún tipo de remuneración económica. Estos resultados son el fiel reflejo de numerosas horas de dedicación y de la ilusión de los jóvenes intérpretes por realizar un buen trabajo.

Viento metal y percusión tuvieron el papel más destacado en el concierto de clausura de esta edición, principalmente el solista de trompa, que realizó una magnífica interpretación, sobre todo en el III movimiento, en el que además llegó a tocar puesto en pie. Por otra parte, el viento madera estuvo acertado, sobre todo, los clarinetes. En cuanto a la cuerda, en un principio podría parecer que estaba descompensada, puesto que había sólo seis violoncellos, frente a trece violines primeros, once segundos, nueve violas y seis contrabajos, cuando lo más lógico sería que hubiera siete u ocho. No obstante, por la propia sonoridad de estos instrumentos así como por la habilidad de los seis intérpretes, el conjunto orquestal no resultó desequilibrado.

A lo expresado anteriormente para la cuerda, hay que añadir que la plantilla orquestal para esta partitura requiere de un amplio número de instrumentistas también tanto en el viento como en la percusión, característica de las composiciones sinfónicas de Mahler. Este hecho es especialmente notable en el caso del viento metal, ya que para esta obra son necesarias seis trompas y cuatro trompetas, además de tres trombones y una tuba. Asimismo, si en algo se puede subrayar el papel de los metales en esta sinfonía es que la dificultad de cada una de las particellas pasa por los diversos instrumentistas dentro de una familia, lo que exige una elevada preparación y cualificación por parte de todos los integrantes, como se pudo escuchar en la tarde del sábado.

Así, con este concierto del pasado sábado se cerraba la XXI edición del Otoño Musical Soriano, del que su Director, José Manuel Aceña, puede sentirse orgulloso, tanto por el nivel de los diferentes conciertos como por la respuesta del público, y en el cual, otro año más, hemos añorado la ausencia del Maestro Odón.

José Cura y sus ancestros sorianos

(Viernes 27 de septiembre)

Si se pudiera resumir en pocas palabras la actuación del tenor José Cura en la tarde de ayer serían que no dejó indiferente a nadie. Pura pasión sobre el escenario, el concierto del tenor argentino fue una buena muestra de porqué sus interpretaciones y sus puestas en escena son objeto de controversia. Comenzó el espectáculo con el pianista acompañante, Juan Antonio Álvarez Parejo, tocando sólo sobre el escenario, mientras Cura descendía por las escaleras del patio de butacas cantando la primera pieza, Desde el fondo de ti, de Hilda Herrera, sorprendiendo a los asistentes.

La primera parte del programa fue algo dura para el público, como el propio tenor bromeaba al respecto. No obstante, palió la elección del repertorio con un gran sentido del humor y una cercanía que no abandonó a lo largo de la actuación. Destacaron en esta primera parte sus canciones sobre sonetos de Pablo Neruda, para las que además se contó con la participación de una narradora. Los poemas de Neruda, puestos en música por el propio cantante, se alternaban con fragmentos del diario de la viuda del poeta, parte ésta recitada de la que se ocupaba la narradora.

Fue en la segunda parte del programa cuando los espectadores pudieron ser testigos de la gran voz del tenor lírico, en la interpretación de las canciones de su compatriota, el compositor Carlos Guastavino y, sobre todo en el canto a la bandera argentina, la Canción a la bandera de la ópera Aurora (1908), de Héctor Panizza, con la que demostró las razones por las que es uno de los tenores veristas más consolidados en el panorama internacional.

El sentido del humor del argentino y el montaje de su espectáculo, puesto que cantó sentado la mayor parte del tiempo, se quitó la americana en mitad de la segunda parte, además del propio repertorio, causó una división de opiniones en el público, ya que parte de los presentes lo despidieron en pie, mientras que el resto de los asistentes abandonaron el Auditorio Odón Alonso con el pensamiento de que quizá el repertorio tendría que haber sido elegido más en consonancia con la segunda parte del programa, en la que quedaron demostradas sus dotes líricas, además de ser más accesible para los espectadores.

Por otra parte, lo que es indiscutible es que con este concierto el tenor homenajeaba a sus ancestros sorianos, dado que uno de sus abuelos nació en el municipio de Herreros, de lo que dio muestra de sentirse muy orgulloso.

The King's Singers Show

(Martes 24 de septiembre)

Si por algo destacan los King's Singers a simple vista es gracias a su cercanía y a su empatía. En la tarde del martes, aparecieron sobre el escenario impecables, muy al estilo inglés, trajeados y conjuntados en gris, de pies a cabeza, donde sólo destacaban los zapatos marrones y las diferentes corbatas, con las que consiguieron crear un ambiente menos formal, todo ello dentro de su estética. Pero si los King's Singers son conocidos en el mundo entero es por sus grandes voces, su versatilidad para la interpretación de los diferentes estilos musicales, desde el Medioevo hasta la música actual, y por el poder de la voz como instrumento, que es de lo que los espectadores del Auditorio “Odón Alonso” pudieron ser testigos.

En cuanto al repertorio, la primera parte dio comienzo con tres madrigales del Renacimiento inglés, continuando con una obra del compositor húngaro György Ligeti, escrita para los King's Singers, para finalizar con villancicos del Renacimiento español y la ensalada de Mateo Flecha, de la misma época, La Bomba, con la que la vis cómica de este sexteto quedó demostrada.

La obra elegida para comenzar la segunda parte, más distendida y ya interpretada toda de memoria, fue Masterpiece, de Paul Drayton, con la que los cantantes británicos realizaron un recorrido por la Historia de la Música, desde Bach hasta Cage o Stockhausen, en clave humorística y con la que tanto los propios artistas como el auditorio se divirtieron a lo grande. Esta parte continuó con Close Harmony Selection, una selección de sus propios arreglos de piezas, en este caso de la música del siglo pasado, en la que Frank Sinatra o The Beatles tuvieron cabida. Los King's Singers premiaron a los asistentes al espectáculo con dos bises, el primero de ellos fue O Tannenbaum, villancico tradicional alemán, y el segundo un tema de The Beatles.

Durante esta segunda parte fue aún más evidente la gran voz y el amplio registro de todos los componentes de este sexteto a cappella, además del equilibrio vocal entre ellos, sin dejar de señalar su total compenetración, incluso en las coreografías que acompañaron algunas de las piezas con las que dieron al espectáculo un toque de teatralidad y que consiguieron divertir al público que, una vez más en lo que llevamos de festival, despidió a esta agrupación en pie.

Joaquín Achúcarro, el genio incombustible

(Viernes 20 de septiembre)

La presencia del maestro Achúcarro sobre el escenario es arrolladora, la de un genio, aunque a pesar de ello es una persona cercana, accesible, entrañable, en suma, lo que aún le confiere un mayor atractivo, y por ello fue recibido en la tarde del viernes con el Auditorio Odón Alonso a rebosar, en un nuevo concierto en homenaje al propio Odón. Hasta casi las once de la noche se dilató el magistral espectáculo en el que el público se resistía a abandonar sus localidades, al igual que el propio Achúcarro que, emocionado ante la calidez de su público soriano, tuvo que salir reiteradas veces a saludar al auditorio que lo despidió puesto en pie.

El sonido del piano inundó la audiencia en una interpretación exquisita, de suma delicadeza como de un brío frenético en los momentos que así lo requerían. Los dedos de Achúcarro se convirtieron en la paleta de un pintor, de ellos manaban todos los colores y timbres posibles para pintar el espacio sonoro.

En cuanto al repertorio elegido para este recital, Achúcarro eligió un programa variado, desde Mozart hasta Ravel y Rachmaninoff, pasando por Schumann y sin olvidar la música española de Granados y Albéniz, dando buena muestra de su abanico interpretativo y de su pericia camaleónica a la hora de interpretar los diferentes estilos. Además de todo lo señalado anteriormente, también es digno de mención que el bilbaíno ejecutase el total del programa de memoria, hecho sin duda loable a sus 81 años.

En señal de agradecimiento y de cariño mutuo, el Maestro deleitó a los presentes con tres bises de tres de los principales compositores para piano del siglo XIX: Nocturno para la mano izquierda, opus 9 número 2, del compositor ruso Aleksandr Skriabin, Vals número 9 de Frédéric Chopin y un fragmento de una de las Rapsodias Húngaras de Franz Liszt, con los que se cerró una velada memorable para los anales del festival, que entra ya en su última semana de esta XXI edición

La cantera soriana continúa su andadura

(Lunes 16 de septiembre)

La tarde del lunes fue la dedicada al concierto de la Joven Orquesta Sinfónica de Soria (JOSS) bajo la batuta de su Director Titular, Borja Quintas, en la que se interpretó en la primera parte el Concierto de las Tierras Altas, del maestro Antón García Abril, quien asistió como público. Con esta obra se pretendió homenajear a Odón Alonso, puesto que a éste y al compositor les unía una gran amistad. En la segunda parte se interpretaron la I y II Suites orquestales de la ópera Carmen, de Georges Bizet.

El Concierto de las Tierras Altas para violoncello y orquesta fue estrenado en el año 2000 por el violoncellista Asier Polo y la Orquesta Sinfónica de Bilbao, dirigidos por Juanjo Mena, como obra encargo del festival en su VIII edición. En esta ocasión, el solista fue el ruso Dimitry Yablonsky cuyo sonido aterciopelado fue lo más significativo de la velada, en una correcta interpretación. En cuanto a la Orquesta, a pesar de no tratarse de una obra de gran complejidad técnica, las mayores dificultades se dieron en el ajuste del conjunto, debido a los cambios de compás y a la delicadeza que el propio tutti orquestal exigía.

Por lo que respecta a la segunda parte, lo más característico fue la interpretación de las Suites de Carmen con numerosas licencias, en la que la oscilación de algunos de los tempi, así como los diversos rubati fueron una constante. Sobresalió la intervención del solista de flauta en el Intermezzo de la I Suite y, ante la ausencia de arpa en este movimiento, fue necesaria la realización de su defecto por medio de pizzicati de diversos instrumentistas de cuerda.

Como bis, la JOSS interpretó la Farándula de L´Arlésienne, último movimiento de la II Suite de dicha obra, también de Bizet, en la que las flautas fueron lo más destacado, y ante los aplausos del público se interpretó también nuestra tradicional A la Saca, del maestro Francisco García Muñoz, con un arreglo del trompetista soriano Alberto Rodrigo Calvo, con el que el auditorio disfrutó a lo grande.

La magia de 'Soy Flamenco'

(sábado 14 de septiembre)

El V concierto de la XXI edición del Otoño Musical Soriano fue el dedicado al flamenco, género que se ha convertido ya en un habitual de las últimas ediciones. El principal auditorio de la capital acogió al Tomatito Sexteto que interpretó una selección de temas de su último álbum, Soy flamenco, y de otros trabajos anteriores, en una actuación en la que sería difícil encontrar objeción alguna.

La figura protagonista del sexteto fue el propio “Tomatito”, José Fernández Torres, quien fue guitarrista de Camarón durante dieciocho años. Su buen hacer con la guitarra dejó cautivados a los asistentes que disfrutaron de casi dos horas ininterrumpidas de la magia del almeriense sobre el escenario, que logró despedir la actuación con el público en pie. La interpretación de los diversos palos flamencos fue un claro reflejo de la versatilidad de este artista y del resto de los componentes del grupo.

Si en algún momento “Tomatito” se vio eclipsado fue en las intervenciones de la bailaora, Paloma Fantova, que con su arte sobre el tablao, sobre todo en los números finales, logró la entrega total del auditorio, al que arrancó una larga y sentida ovación.

Así, un año más, el interés por el flamenco en nuestra ciudad quedó demostrado ante la afluencia de público a este V concierto del festival y que no defraudó, llegando incluso a sorprender gratamente a los espectadores menos aficionados a este arte.

La Orquesta Sinfónica de Castilla y León con la música de danza

(viernes 13 de septiembre)

Una vez más, el auditorio “Odón Alonso” se llenó en el IV concierto del Otoño Musical Soriano para recibir a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, dirigida en esta ocasión por Rubén Gimeno. Momentos antes de comenzar el concierto se anunciaron por megafonía algunos cambios en el programa, siendo interpretadas en la primera parte El barbero de Sevilla, de Giacomo Rossini y El Cascanueces de Tchaikovsky, mientras que en la segunda, se invirtió el orden original, pasando las Danzas fantásticas de Joaquín Turina al primer lugar, y la segunda suite de El sombrero de tres picos, de Manuel de Falla al final del programa, por lo que la primera suite de esta misma obra quedaba fuera de programa.

Tras la cuidada y correcta interpretación que el sábado pasado brindó la Orquesta, en esta ocasión el conjunto no alcanzó los niveles de su intervención anterior, produciéndose algunos desajustes. Los miembros de las OSCyL volvieron a aparecer sobre el escenario con una indumentaria informal, ya sin tanta justificación por el repertorio como en el concierto inaugural.

La obertura de El barbero de Sevilla fue interpretada de forma correcta y coherente con el estilo rossiniano, en ella la cuerda empleó un golpe de arco para los momentos de acompañamiento en corcheas, un spicatto controlado, escrito de este modo por el compositor italiano, pero que en ocasiones, al ser ejecutado demasiado a la punta del arco, dificultaba la escucha de la altura de los sonidos debido al rápido salto del arco sobre la cuerda.

En El Cascanueces las partes más inconexas se originaron en las intervenciones del viento madera, que más de una vez fueron un tanto difusas. No obstante, hay que destacar el papel de la cuerda de oboes y corno inglés, así como celesta y arpa. La segunda parte del concierto siguió la tónica de la primera, en la que el papel destacado de viento metal y percusión cumplió con su función. Ante los aplausos del público, el maestro Gimeno decidió obsequiar al auditorio con la danza Trépak de El Cascanueces, que pilló desprevenido al percusionista que tocaba la pandereta y que se defendió como pudo, sin la partitura ni el instrumento adecuado.

Parece que el peso de los diferentes programas, así como el trabajo con varios directores, pasa factura a la OSCyL, muy irregular en sus actuaciones.

Frühbeck de Burgos y Capuçon: el binomio perfecto

(jueves 12 de septiembre)

El auditorio “Odón Alonso” volvió a registrar un lleno absoluto para el concierto de la tarde del jueves, en el que la Danish National Symphony Orchestra bajo la batuta de su Director Titular, el maestro Rafael Frühbeck de Burgos, interpretó dos obras de peso del repertorio orquestal: el Concierto para violín y orquesta de Johannes Brahms y la VII Sinfonía de Ludwig van Beethoven.

El violinista Renaud Capuçon realizó una bellísima interpretación del concierto de Brahms que el público supo apreciar, dada la ovación que recibió a su conclusión. La técnica del francés, depurada hasta el extremo, pero no por ello reñida con una refinada musicalidad y expresividad, dejó sin palabras a los allí presentes. La complicidad entre el maestro Frühbeck y Capuçon fue también uno de los puntos fuertes de la primera parte, puesto que ambos parecían entenderse a la perfección, algo que supieron transmitir al auditorio. Por otra parte, la Orquesta estuvo impecable, incluso en la indumentaria, vistiendo frac, y realizó un refinado acompañamiento que en ningún momento obstaculizó al solista.

En cuanto a la VII Sinfonía de Beethoven, que ocupó la segunda parte del programa del concierto, fue significativo el hecho de que el maestro Frühbeck se enfrentase a la partitura de memoria, a pesar de su avanzada edad, puesto que mañana cumplirá ochenta años. En esta ocasión el papel más destacado fue el de la cuerda, perfectamente empastada en cuanto a su sonoridad de conjunto. El único punto flaco de esta interpretación beethoveniana fueron las fluctuaciones que se produjeron en los tempi en algunos de sus movimientos.

Tras una gran salva de aplausos, fue interpretado como bis el Champagne Galop del compositor danés Hans Christian Lumbye (1810-1874), en el que los presentes participaron del entusiasmo y diversión de la Orquesta, instados por Frühbeck, y que sirvió de broche final para un concierto digno de ser recordado, además, el Maestro, honraba con él la memoria de su colega y amigo, nuestro querido Odón Alonso.

La Lira Numantina deslumbra a su público

(domingo 8 de septiembre)

La Orquesta Lira Numantina dirigida por su Director Titular, el joven soriano Carlos Garcés, ofreció en la tarde del domingo un concierto con el que consiguió hacer las delicias de los allí presentes que llenaron la totalidad del auditorio “Odón Alonso”, cuyas localidades habían sido vendidas en su práctica totalidad el día en el que fueron puestas a la venta.

La gran expectación generada por el concierto de la Orquesta soriana no defraudó al público, que no escatimó en aplausos ante la interpretación de un repertorio de gran dificultad técnica para sus instrumentistas. Con obras del siglo XIX, uno de los periodos más variados de la Historia de la Música, el concierto dio comienzo con el Preludio a la siesta de un fauno, de Claude Debussy, partitura con la que el maestro Garcés logró crear un ambiente mágico en el patio de butacas, gracias a la melodía de la flauta y a los acordes del arpa. Tras esta delicada y sutil interpretación, la Orquesta, en esta ocasión reducida debido a las necesidades de la obra, solventó con creces el Concierto para oboe de Richard Strauss, uno de los más difíciles del repertorio oboístico, en el que el joven oboísta soriano, Diego Rodrigo Calvo, dio buena muestra de su gran talento interpretativo.

El plato fuerte llegó en la segunda parte con la IV Sinfonía de Tchaikovsky. Si bien hay que resaltar el papel de los solistas de viento madera, así como el de viento metal y percusión al comienzo de la Sinfonía y en el Cuarto Movimiento, la importancia de la cuerda no fue menos destacada, siendo el pilar fundamental de la composición. La diversidad y los contrastes entre los diferentes movimientos fueron el fiel reflejo del trabajo bien realizado por la Orquesta, que alcanzó cotas interpretativas de un alto nivel a manos de su Director, algo que el público supo apreciar volcándose en una gran ovación.

Como colofón y a modo de bis se interpretó el final del Poema Sanjuanero, compuesto por J. Vicent Egea, cuyo estreno absoluto tuvo lugar en la pasada edición del festival por el propio Garcés al frente de la Lira Numantina, y que, como en su interpretación anterior, consiguió poner en pie al auditorio.

La música de cine inaugura el Otoño Musical Soriano

(sábado 7 de septiembre)

La XXI edición del Otoño Musical Soriano dio comienzo con el tradicional discurso del Alcalde, Carlos Martínez, en el que recalcó la importancia del papel de la cultura en la ciudad a pesar de los tiempos que corren. Al concierto asistió el Presidente del Congreso, el soriano Jesús Posada, aunque la ausencia más destacada fue la de Gloria, la entrañable compañera del maestro Odón Alonso, tan querido por todos los sorianos, en especial por todos aquéllos relacionados con el mundo de la música.

En un ambiente más distendido al que nos tiene acostumbrados, y con una uniformidad más relajada, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, en esta ocasión dirigida por el maestro Paul Weigold, interpretó una selección de bandas sonoras marcada por la música compuesta por John Williams, uno de los grandes referentes de la música de cine, y donde también tuvo un lugar destacado la música de compositores españoles.

La Orquesta, que fue recibida en el auditorio “Odón Alonso” del Centro Cultural “Palacio de la Audiencia” con su aforo prácticamente al completo, no defraudó y cumplió con las expectativas de los allí presentes, llegando incluso a alcanzar un nivel interpretativo de conjunto superior al de conciertos en años anteriores. Mención aparte merecen los solistas de oboe y arpa. El primero de ellos realizó una brillante interpretación en Las Cenizas de Ángela, del maestro Williams, en la primera parte, mientras que la solista de arpa, encandiló al auditorio, ya en la segunda parte, en la suite Locura de amor, de Juan Quintero Muñoz, para la película homónima del cineasta Juan de Orduña. No obstante, el arreglo orquestal más desafortunado fue el de El Señor de los Anillos: El retorno del rey, el menos fiel a la partitura original de Howard Shore.

El viento metal adquirió un mayor protagonismo en la segunda parte, sobre todo en Los Siete Magníficos, partitura compuesta por Elmer Bernstein, en la que además se contó con la participación de una guitarra española, con la que se daba por concluido el concierto. Ante los aplausos del público, el maestro Weigold obsequió a los asistentes con un bis de la selección de Piratas del Caribe: la maldición de la Perla Negra, de Klaus Badelt.

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